!Eutanasia para todos!

Ahora ya podemos decirlo sin duda alguna: Rodríguez Zapatero, su Ejecutivo y toda la patulea que le apoya ha emprendido una cruzada contra la vida de los españoles que tiene que ser parada de la forma más rápida posible.

Primero fue, será, el aborto. Ahora lo que faltaba: el “suicidio asistido” que es como llaman los laicistas a lo que, en realidad, es una eutanasia con mala sombra.

El pasado domingo, 7 de septiembre, el diario laicista “El País” volvió al ataque contra la vida porque, en realidad, es lo que sustenta la ideología de sus componentes, pobres personas a las que se les ha otorgado un mando en plaza con el gobierno de los “suyos”.

Antes que nada tengo que decir que he oído que, a lo mejor, se trata de un globo sonda que el Partido Socialista Obrero Español (cuatro mentiras en cuatro palabras) ha soltado para ver cómo respira la población en el tema de la Eutanasia.

Yo no creo, por otra parte, que esto pueda ser así.

No puede ser así porque el dizque Ministro de Sanidad, Bernat Soria (Ni él ha podido llegar más alto ni la sanidad española más bajo) hace ya mucho tiempo (desde antes de las elecciones generales del pasado 9 de marzo) venía avisando con la cantinela de que “la eutanasia es una asignatura pendiente” para los españoles, que la sociedad española “es una sociedad madura” para este tema y bla, bla, bla.

Por tanto, no es algo improvisado porque, además, aprobaron algo parecido (aunque de forma disimulada) en el 37º Congreso del PSOE que se celebró, en aquelarre (que cada cual ponga cara y nombre a los brujos y al macho cabrío), hace unas semanas.

Nada, pues, hay nuevo aquí.

Por eso sólo se me ocurre decir que, a tenor de lo titulado en el diario laicista “El País“, “El Gobierno planea regular el suicidio asistido esta legislatura”, el Ejecutivo que padecemos en España es algo más que un Ejecutivo: es un claro ejecutor de la vida ajena. Es más, es, sobre todo, un animador al suicidio.

1.-Quien haya ideado tal cosa ha de hacerse revisar, por un profesional de la mente, su extraña forma de pensar porque querer regular que alguien puede suicidarse (es decir, matarse voluntariamente) asistiendo a tal persona, no es de estar muy bien de la materia gris. Vamos, que se lo ha de hacer ver.

2.-Si alguien es tan arrogante como para poder querer regular algo de la vida ajena creyendo que, por los votos y las legislaturas, puede hacer valer tales votos y tales legislaturas para hacer de detentador de la existencia de otra persona, creo francamente que debía de asistir, ipso facto, a algún cursillo en el que pudiera aprender que el ejercicio del poder político no ha de suponer un abuso sobre la vida; que es, sobre todo, un exceso muy propio de pequeños dictadorzuelos exentos de moral.

Cuanto más leo el texto del artículo del diario laicista “El País” más me indigna lo que ahí pone. Esto que ahora transcribo es tan grave que merecería ser, sencillamente, denunciado:

“Pero el siguiente paso que planea el departamento promete más polémica: regular el suicidio asistido, esto es, la posibilidad de que un enfermo reciba ayuda para poner fin a su vida, sin que necesariamente se encuentre en situación terminal”

O sea, que una persona que se encuentre enferma (¡terrible situación para una sociedad hedonista como la que nos insuflan con sus políticas y medios de comunicación los socialistas y otros manipuladores!) y que crea que no tiene ganas de vivir… pues se le ayuda a morir y ya está.

No me negarán que, aunque sea, plantear esta aberración como simple posibilidad es propio de personas cuya moral es muy distraída y cuyo respeto por la vida ajena es igual que la que tenían los nazis por los judíos: ninguno, cero, nada.

Pero, como decían aquellos dibujos animados de Súper Ratón, “No se vayan, que aún hay más”.

Y vaya si hay.

Se va a llamar a un grupo de expertos que serán, más o menos, de la “calidad” de los que formarán el comité que estudiará el aborto. Es decir, que serán todos favorables a la Eutanasia y, abundando en maldad y en falta de vergüenza, favorables, como avance de la progresía nazi-socialista (¡Vaya, esto suena a nacionalsocialista!) al denominado “suicidio asistido” que es una modernidad muy moderna, ultramoderna, requetemoderna, postmoderna; vamos, tan carca (esto sí) y pasada de moda (aunque no tanto) como la esvástica hitleriana.

Sobre esto, por otra parte, ya sabemos a qué atenernos, porque el famoso “rodillo” socialista no es nuevo en España. Además, ya lo ha dicho Rodríguez Zapatero últimamente: si quieren cambiar lo referido a, por ejemplo, Educación para la Ciudadanía, que ganen las elecciones (se refería al Partido Popular, claro) porque es una forma de pensar muy de izquierdas creer que resultar vencedor en unas votaciones les legitima para hacer lo que les venga en gana.

Además, tienen la desvergüenza de decir que se trata de “garantizar su derecho a una muerte digna“.

Esto lo hacen porque deben tener un conocimiento sobre la dignidad de la persona parecido al que yo tengo de mecánica cuántica, que es ninguno.

¿Cómo que una muerte digna?

Deben de creer, estos detentadores del poder y enemigos del otro, que la dignidad se encuentra en la forma de vivir. No. La dignidad la tiene la persona, el ser humano, por el hecho de serlo.

Por tanto, no van añadir una “mejor” ni “dulce” dignidad al episodio de la muerte. Eso sólo lo pueden creer aquellos que están alejados de un conocimiento cristiano de la vida. O sea, unos ateos y unos paganos que prefieren la muerte (del otro, claro) antes que ver sufrir y padecer los rigores de la edad o las miserias físicas a las que puede llevar una enfermedad.

Y esto es, por supuesto, pura basura ideológica; una hez con la que se insinúa, claramente, que matarse uno mismo (eso es el suicidio) se puede hacer con todos los apoyos del Estado. Ni más ni menos.

Y dicen, no diré que piensan (porque eso no es posible cuando del pensamiento se llegan a tales conclusiones y aquí sólo se trata de el discurrir de un podrido cerebro) que eso es bueno.

Pues creo que de bueno tiene lo mismo que de bondadoso: ni un ápice.

Aún se me ocurre una idea que les podía venir bien a los defensores de la muerte ajena con tanta alegría. Y es lo que sigue.

Para dirigir al grupo de expertos que va a decir lo que quiere oír el Gobierno de Rodríguez Zapatero podían poner al doctor Montes porque tengo entendido que tiene mucha experiencia en despedir a las personas al otro barrio antes de tiempo.

Aunque, claro, a esto sólo se le ha llamado “mala praxis médica” cuando, en realidad, se trata de “mala leche médica”. Vamos, odio al prójimo y olvido de Hipócrates, aquel ignorante que creyó que la medicina era para curar y no sabía que un día habría un Ministro de Sanidad (¿?) que, en la plaza pública o en el foro, diría, a voto en grito: ¡Eutanasia para todos!, ¡Barata, gratis, al alcance de cualquiera!