ETA no conoce el Amor
El obispo de Huesca y Jaca, Monseñor Jesús Sanz Montes, ha dicho algo que, en verdad, es una perfecta definición de la situación que, realmente, se producirá cuando mañana, el asesino no arrepentido Ignacio de Juana Chaos, salga de la cárcel: “La sangre derramada” por él “clama al cielo”.
Hace ya mucho tiempo que la sangre de otra persona, Abel, también clamó al cielo e hizo que Dios preguntase a Caín dónde estaba su hermano (Gén 4:10: “Entonces Yavé le dijo: ‘¿Qué has hecho? Clama la sangre de tu hermano y su grito me llega desde la tierra’”
Pero, de forma inmediata le vienen a uno a la mente muchas ideas y no todas ellas buenas, por desgracia para mi proceder pecador. Hacer tal cosa supone, sobre todo, una falta de algo sin lo cual, francamente lo digo, es muy difícil vivir o, al menos, se vive de una forma mala y negra.
Lo que, en realidad, ha faltado (y viene faltando desde hace muchos años, exactamente los mismos que van desde que se creó la nefasta serpiente etarra hasta hoy) aquí es una palabra, su contenido y esencia, que dice mucho (o poco) de quien no la lleva a la práctica porque supone una falta de conciencia humana: el Amor (con mayúscula porque grande es el de Dios por su criatura)
Hay un texto de las Sagradas Escrituras (seguramente habrá más, claro) que, por decirlo así, centra a la perfección, el tema del que, ahora, escribo. Es del Evangelio de San Juan (Jn 15: 9-17) y dice lo siguiente:
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado. Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros”.
Por lo tanto se refiere, explícitamente, al mandamiento más importante que, además, es citado así por Jesucristo a lo largo del Nuevo Testamento: el del Amor.
El Amor es, digamos, una realidad propia de la Ley natural pues de forma natural una persona ha de sentirlo por los demás. No es propio de un ser humano que sienta odio por un ser de la misma especie, humana, a la que, por bondad de Dios, pertenece. Otra cosa ha de suponer una especie de perversión básica que debería ser estudiada por algún psiquiatra o algún psicólogo.
Podemos, pues, hacernos, legítimamente, una pregunta: ¿Qué consecuencias puede tener la falta de tal sentimiento hacia el prójimo?
Es claro que cuando lo que, en realidad, pasa es que se odia a otros seres humanos por el hecho de serlo o por aplicarles algún tipo de distintivo especial, se tergiversa la realidad según la cual el ser humano es digno por ser el simple echo de serlo (quien no comprenda esto está, verdaderamente, perdido para la humanidad) Por tanto, cuando se desprecia la vida ajena como se ha hecho en los casos en los que se ha visto implicado De Juana, y en todos los anteriores y posteriores, lo que se tiene es una mentalidad deformada por una ideología que desprecia al otro porque, seguramente, no entiende lo que el otro significa para el devenir de la humanidad. O sea, que se trata de odio puro.
Y, entonces, ¿Cómo ha de ser el amor al prójimo?
“Consiste justamente en que, en Dios y con Dios, amo también a la persona que no me agrada o ni siquiera conozco. Esto sólo puede llevarse a cabo a partir del encuentro íntimo con Dios, un encuentro que se ha convertido en comunión de voluntad, llegando a implicar el sentimiento. Entonces aprendo a mirar a esta otra persona no ya sólo con mis ojos y sentimientos, sino desde la perspectiva de Jesucristo”
Con estas palabras, Benedicto XVI nos muestra (en su primera Encíclica Deus caritas est, 18) lo que, al parecer, falta en la banda terrorista ETA:
-Amar a la persona que no me agrada…
-Mirar al prójimo con los ojos y sentimientos de Cristo…
-Amar a la persona que no conozco…
Y también,
saber que el otro es tan digno como yo…
Los dichos estados del alma requerirían, por tanto, haber confiado en Dios y haberlo recibido en sus vidas; haber conocido al Padre a través del Hijo; haber visto sufrir a Cristo y no hacer daño a los que le inferían el sufrimiento; haber reconocido, en la figura de Jesús, la misericordia del Creador; haber sabido hacer uso de la razón y de la fe como un solo instrumento; haber cumplido, con todo esto, la voluntad del Padre, haber…
Y tantas cosas que no parecen que concurran en según qué tipo de mentalidades, más proclives a odiar que a amar, son las que se podrían citar aquí sin temor alguno a equivocarnos.
Esto hace imposible otro tipo de pensamiento y acción que no sea la manifestación de ira y de rabia contra quien no merece ni la ira ni la rabia de tan nefasto proceder por ser contrario a lo justo religioso, a la justicia de Dios, a su voluntad (que no es matar)
“Omnia vincit amor, dice Virgilio en las Bucólicas —el amor todo lo vence—, y añade: “et nos cedamus amori”, rindámonos también nosotros al amor”. Esto lo dice Benedicto XVI en la Carta Encíclica, Deus caritas est (4) citada arriba, y nos ofrece la posibilidad, única, de saber a qué es posible y razonable amoldarse: al Amor que, en realidad, puede romper todas las barreras y acabar con todas las separaciones tendiendo puentes de entendimiento válidos y adecuados (y esto no es nada cursi sino una necesidad absoluta que debemos reclamar por el bien, aunque sea egoísta, de todas las personas que conformamos nuestra patria española)
Y, además, sólo al Amor vale la pena rendirse.
El Génesis, inmediatamente después del texto citado supra, dice algo que es verdaderamente terrible si contemplamos el caso actual de De Juana: “En adelante serás maldito, y vivirás lejos de este suelo fértil que se ha abierto para recibir la sangre de tu hermano, que tu mano ha derramado” (Gén 4:11)
Pero los nuestros, los que se suponen que son buenos, han permitido que eso no pase: De Juana no vivirá lejos del suelo que pisan las víctimas de asesinos como él porque vivirá en el mismo suelo para vergüenza de todos nosotros, de nuestra capacidad de entendimiento del ser humano y, sobre todo, de nuestra voluntad de que los encargados de impartir justicia no actúen, como ahora, de forma tan inapropiada, impresentable e inhumana.
7 comentarios
Cuando falta el amor es que, en realidad, es muy probable que lo hubiera en poca medida.
Efectivamente, es un problema que lleva a otros muchos problemas y que, por eso mismo, hemos de trata de mimar, acrecentar y hacerlo, por decirlo así, de mejor calidad.
Sólo una sociedad en la que el Amor sea el elemento que una puede, de verdad, sobrevivir. Lo otro es pura mentira, vaciedad, nada.
Aunque estoy de acuerdo con Alejandro que no sólo son ellos los que no tienen amor. Tampoco lo tiene los que traen personas engañadas para explotarlas, los traficantes de droga,las pandillas de delincuentes, de la nacionalidad que sea y por supuesto los casos que apunta él
Lo bien cierto es que si extendemos la falta de amor a las partes de la sociedad que, seguramente, andan algo escasas de él tendríamos que estar, durante muchos artículos, escribiendo (cosa que, en realidad, no éstaría nada mal y me lo apunto para un próximo artículo)
Pero lo que aquí, ahora, referimos, es la falta de Amor de una organización terrorista y asesina que no tiene respeto por la vida ajena. Aquí la falta de amor es tan grande que, en verdad, no creo que entiendan lo que esto quiere decir. Y eso, creo yo, es una gran falta social.
¿Desde cuándo la jerarquía católica es "ejemplo" de conducta amorosa?.
¿Y la sangre derramada por la iglesia católica a lo largo de la historia?
¿Y la bendición de las armas?
¿Qué clase de Dios histérico defienden? ¿Será el Dios de Franco, Hitler, Pinochet, Videla, Bush, Blair y Bin Laden?
Hay una extraña costumbre de hacer daño a la Iglesia católica por hechos del pasado.
Creo yo que Juan Pablo II Magno pidió muchas veces perdón por los errores que la Iglesia hubiese cometido en tiempos anteriores.
Ya sabemos que la Iglesia está compuesta por seres humanos que están sometidos, muchas veces, a sus propias pasiones de seres humanos. Por tanto, pueden odiar (aunque no deberían), pueden querer el daño para los demás (aunque no deberían) y coss por el estilo.
Lo que se habla en este artículo es del hecho que en la banda terrorista ETA el Amor no cuenta, no cuenta y no cuentan, porque odian al otro que no es de su ideología, porque matan por ideología, porque llevan muchos decenios amargando la vida a una nación entera.
Y no defienden, ni la jerarquía ni, digamos, la base de fieles, defienden a ningún Dios histérico sino a un Dios que es Amor. Justo al contrario de lo que hace la banda de asesinos y delicuentes comunes ETA que no aman a nadie porque ni conocen a Dios ni le interesa conocerlo porque les cuestionaria su sanguinario actuar.
1. Otra vez el "daño" a la iglesia, la manía persecutoria. Hacer referencia a un hecho histórico (la guerra de Irak lo es), y opinar cómo se comportó la iglesia en relación al mismo no significa hacer "daño". No es una "extraña costumbre", sigue siendo una manía persecutoria del integrismo católico que tiene pánico de criticar la conducta de sus jerarcas.
2. Los pedidos de perdón son lágrimas de cocodrilo. Pura hipocresía. No alcanzan, no dicen nada. Antes eran cada 500 años. Ahora, y por los medios de comunicación, los pedidos de perdón se hacen más seguidos porque se conocen más rápido las aberraciones que se cometen a nivel eclesial. Ejemplo: la pedofilia, los escándalos económicos. En el caso que nos ocupa, el derramamiento de sangre que tuvo a católicos (avalados por la institución), como protagonistas, la consecuente falta de amor.
3. El eterno latiguillo de que la iglesia está compuesta por hombres "pecadores", tampoco dice nada y refuerza la hipocresía clerical que a Ud. le da temor criticar. Se olvidó de decir que la prueba de que la iglesia es la única verdadera es que el E. Santo la asiste. Se olvidó de ese latiguillo. Ponen al E. Santo de garante de cuanta tropelía cometen, total ... el E. Santo mira para otro lado. Son poco adultos esos latiguillos, por no decir infantiles.
La propia institución avaló las conductas de sus miembros mientras "pecaban" ¿qué fue sino el aval ideológico y espiritual a las dictaduras militares de A. Latina? Mientras el genocida Videla en Argentina robaba bebés de sus madres "terroristas" y los entregaba a otras familias, la jerarquía católica con conocimeinto del tema miraba para otro lado, haciendo oídos sordos al reclamo de los propios familiares católicos de aquellos "terroristas" que acudían a la "Santa Madre". Y ese señor comulgaba frente a las cámaras de televisión. Y ni hablemos del "garn católico" Pinochet, íntimo amigo del oligarca Sodano.
4. No hace falta cometer un homicidio para llamarse asesino. Los cómplices y los que guardan silencio merecen también ese nombre.
¿Cuántos papas asesinos hubo? ¿O no mandaron cometer asesinatos? Ah cierto! pero sumar esos temas al debate significa "dañar" a la iglesia.
¿quiere ejemplos más modernos de "falta de amor"? La expulsión de la iglesia de los divorciados vueltos a casar (que son millones), y que "su antigüedad" Benedicto llamó "plaga" ¿y el amor hacia esas personas, muchas de las cuales no han sido culpables de la ruptura de su matrimonio? Es sólo un ejemplo de falta de amor. No hace falta asesinar a una persona para demostrar falta de amor.
5. Finalmente ¿qué certeza tiene Ud. que los terroristas no creen en Dios? ¿La mafia italiana no es católica, acaso? ¿No son tan asesinos como los de la ETA?
6. Le sugiero, desde mi rol de lector, menos fanatismo y más rigor intelectual.
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