El Prepósito General de los Jesuitas no tiene las cosas claras
Es muy sabido que existen técnicas de diluir la importancia de las cosas equiparándolas unas a otras. Así, por ejemplo, cuando se dice que algo es igual a otro algo es muy posible que, pretendiendo poner a los dos en el mismo plano, se disminuyan las bondades de uno de ellos porque es lógico pensar que cada cual tiene sus propias características. Igualar, pues, aquí, será, seguramente, algo injusto.
Cuando esto se hace en materia religiosa y, dentro de ella, en materia católica, lo que se consigue, sencillamente, es caer en un relativismo moral para el que todo es igual que es la forma más directa de que nada valga nada.
Pues eso es lo que ha hecho, nada más y nada menos, que el Prepósito General de los Jesuitas, don Adolfo Nicolás, en entrevista aparecida en Religión en Libertad en pasado 14 de noviembre.
Antes de seguir tengo que decir que parte de mi educación (no sólo instrucción) la recibí en los Jesuitas de Úbeda (Jaén). Digo esto para que no vaya a pensarse que mantengo algún tipo de animadversión de principio contra tan importante parte de la Iglesia católica. Es, francamente lo digo, al contrario. Por eso lo que voy a decir, por amor, tiene mayor sentido.
Está muy bien el ánimo reconciliador porque, además, es algo intrínseco a la vida de la Iglesia Católica. Es más, siempre conviene buscar el punto de encuentro entre dos posiciones contrapuestas y cuando una de ellas es la de Esposa de Cristo, mucho más.
Sin embargo, creo entender que Adolfo Nicolás se ha equivocado cuando ha pretendido equiparar, lo ha hecho, dos circunstancias no equiparables: la apertura de fosas de la Guerra Civil vía aplicación de la Ley de Memoria Histórica y la beatificación de mártires (del siglo XX) de la Iglesia católica.
No hay que ser excesivamente perspicaz como para entender que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.
Esto lo digo porque dice que “hubo atrocidades en ambos lados”. Y esto no es cierto porque aquí no hay dos lados.
Me explico.
Los mártires son personas que, por su especial actuación ante una difícil situación, perdonaron a las personas que les iban a matar y manifestaron, de tal forma, el sentido acendrado que tenían del amor de Dios y de la misericordia. Por tanto, los mártires que beatifica la Iglesia católica (en concreto, los españoles y tales españoles) no forman parte de ningún bando, ni de ningún lado. Sólo estaban al lado de Dios y, perdonando, al lado del prójimo porque, al fin y al cabo, llevaron a la práctica aquel “no saben lo que hacen” que Cristo pronunció colgado de un madero.
Por eso, aquí equiparar, igualar por el mismo rasero, hacer similares (siquiera) un caso y otro (fosas y mártires) creo yo que es un flaco favor hecho a la realidad de las cosas y al sentido básico que tiene una realidad y otra. Lo que se hace, al fin y al cabo, es, relativizar la muerte de los mártires en pro de un acercamiento de posturas cuando, en realidad, eso no es posible porque se trata de planos de realidad distintos y que Adolfo Nicolás debería entender.
Es más, muy al contrario de lo que se puede entender de lo dicho por Adolfo Nicolás, tanto una cosa como otra (fosas y mártires) tienen el mismo origen que no es otro que una guerra fratricida, el espíritu inicial de la cual está siendo reivindicado, directamente, por un Ejecutivo, el de Rodríguez Zapatero cuando apela al que lo era de la II República. Fue, éste, el mismo que causó tanto una guerra entre hermanos (origen de las fosas) como la muerte de hermanos en la fe que la Iglesia católica beatifica.
Y es que, claro, cuando, además, se dice que no se sabe si el Gobierno socialista español es hostil a la Iglesia católica (es una respuesta suya) y que, también, a la Teología de la Liberación habría que darle un voto de confianza… a lo mejor es más entendible lo que dice sobre los mártires y las fosas comunes.
Es entendible pero también es triste entenderlo.
Por eso digo que Adolfo Nicolás no tiene las cosas claras. Y no es por menospreciar sino, más bien, por definir.
17 comentarios
Por eso mismo, no puedo menos que apenarme profundamente, comprobando estos coqueteos con todo lo "modernoide", en que andan empeñados los actuales hijos de S. Ignacio.
Conozco religiosos de esta orden que sufren amargamente lo que ven en sus hermanos.
Triste es que últimamente tantos de ellos hayan tenido que ser llamados al orden
(A. De Mello, Dupuis, Sobrino). Habría que haberlo hecho con algún otro, ya fallecido, pero cuyas obras siguen desorientando tanto (J. L. Segundo). ¿Seguirán pronunciando el 4° voto de especial obediencia al Papa?
¿Puede ser que un jesuíta como Martini se permita publicar las críticas acerbas, que ha dirigido a tres papas?
Es estremadamente triste.
No sabía, yo, lo de la entrevista de El País pero, en verdad, tampoco me extraña nada. Seguramente, aquí no será por la intención, quizá de Adolfo Nicolás sino por la intención de El País que, seguramente, no será buena.
Sí que es triste que, en muchas ocasiones, se llegue a tener la sensación de que ser Jesuíta e ir, digamos, contra la mucha doctrina de la Iglesia católica ha de ser algo que va unido. No creo yo que todos los jesuítas piensen lo mismo que su Prepósito porque si así fuera podríamos decir, sin temor a aquivocarnos, que algo no anda bien en la Compañía.
Quizá, seguramente, su mismo funcionamiento y funciones les lleve a decir lo que dicen. Eso no lo sé yo pero l que sí llego a entender es que lo dicho por Adolfo Nicolás no es, digamos, adecuado ni proporcionado.
Es que, en realidad, no hay ninguna equiparación entre fosas comunes y mártires. El problema no es que no haya sino que se intente hacer ver que sí la hay.
Por tanto, si hay equiparación entre una cosa y la otra, el resto de la argumentación falla por su propia base (digamos, niega la mayor) y no se entiende el resto de lo dicho porque no coincide con la misma realidad que trata de definir.
Por otra parte ¿Qué mejor ejemplo que las personas que, en trance de muerte trágica perdonaron a quienes les iban a matar? Eso es, exactamente, ejemplo de reconciliación porque quien perdona no quiere, precisamente, enfrentarse al otro.
Por eso, sobre todo por eso, no puede equipararse una fosa común, ejemplo de odio, y un mártir, ejemplo de amor y misericordia.
Y ayudar a la reconciliación la figura del mártir, debería ayudar si no es que la parte que podría reconciliarse no siguiera pensando que los mártires era del "otro bando" cuando, en realidad, como he dicho en el artículo, no pertenecían a ningún bando. Otra cosa muy distinta es que quienes los mataron lo hicieran pensando que sí.
Les ruego lean completa la conferencia del P. Nicolás en ESADE de Barcelona. Creo que hay un programa basado en el Espíritu, el Reino, el Hombre, la Frontera y otros conceptos y aplicaciones prácticas... que podría ser el proyecto de una nueva religión, pero no de la Iglesia católica. No es extraño entonces lo del card. Martini, ni lo del P. Masiá. Una pena. Pero es el Prepósito general de la Compañía de Jesús.
Eleuterio, yo no sé poner los links bien, si no te parece, lo borras, gracias.
http://www.jesuites.net/nicolascatalunya/premsa/wp-content/uploads/2008/11/conf_nicolas_esade_081112_cast1.pdf
Ahora bien, estoy contigo en que en los medios solo aparece lo más chocante y es algo que no deberíamos pasar por alto. Fui, creo yo, de los muchos que felicitó al P. Nicolás por su elección -su email era público en la web de la universidad filipina donde enseñaba-, e incluso se tomó la molestia de responderme. Desde entonces pensé que el tiempo me diría quién era el P. Nicolás.
No olvidemos, tampoco, que se ha formado en una Compañía de Jesús en la que Arrupe, con sus grandezas y no-tan-grandezas, ha cambiado muchas cosas y mentalidades. Va a pasar MUCHO tiempo y varias Congregaciones generales hasta que los jesuitas abracen de nuevo la espiritualidad ignaciana primigenia. De momento, en los de Maldonado en Madrid, se ponen el 'Clergyman', que ya es algo.
El enlace está bien puesto.
Cuando me lea la conferencia, le digo algo.
Gracias.
También estoy de acuerdo con la laicidad y el Papa ha hablado de ello, no me parece tan mal que no quiera juzgar a este gobierno porque es algo que él no conoce mucho, también estoy de acuerdo en que los políticos están para solucionar los problemas de los ciudadanos .
Yo he dicho que en la Guerra Civil hubo dos bandos (como en toda guerra) pero que, en el caso de los mártires, ellos no pertenecían a ningún bando porque sabemos que las personas que han alcanzado tal definición tenían un espíritu altamente religioso y tal espíritu no se une, o no se ha de unir a ningún bando. Si se hubieran unido, por ejemplo, al bando azul, no hubieran perdonado porque hubieran actuado con odio por pertenecer a tal bando y tener al otro como enemigo.
Eso no fue así. Por tanto, yo niego la premisa mayor (hubo dos bandos) de lo dicho por Adolfo Nicolás.
Y sí, los políticos deberían estar para solucionar los problemas de los ciudadanos. Pero ciertos políticos (y aquí más de los que pueda parecer) están, sólo, para solucionarse los suyos propios.
La Iglesia no ha beatificado a nadie de ningún bando a nadie por ser de Ceda, falange o por militares, sólo a los que murieron por Cristo y eso lo tengo muy claro y en ningún momento he hablado de eso : digo:"no hablo de mártires, que esos murieron por Cristo, hablo de bandos y de que hubo atrocidades por parte de los dos".Tengo muy claro que los mártires son los mártires y los combatientes los combatientes.
Tanto que creo que voy a romper una lanza en su favor, en ningún momento Adolfo Nicolás SJ se opone a las beatificaciones simplemente da su parecer sobre un hecho de actualidad eclesial que no es dogma de Fe.
Por otra parte me gustaría subrayar que el P.Nicolás habla en nombre propio, no en nombre propio de la Compañía, de 18.800 jesuitas que hay por el mundo (según el último anuario) pues que uno muestre sus reservas a las beatificaciones pues no es tan grave, vamos que no hay que dramatizar.
En lo de la TL, aún criticando sus excesos sobre todo en lo relativo al marxismo y la desacralización. Es innegable que cuando Jesús nos habla de pecado se refiere entre otras cosas a una situación de mal institucionalizado representado por las estructuras de pecado. Estructuras que hemos de combatir mediante la Justicia Social dado que como cristianos nos debemos sentir impelidos a hacer de este mundo un lugar mejor. Este es el núcleo de la TL, otra cosa es en lo que acabo. Lo que me parecería grave es que un Préposito General me criticará esto.
Veo que alguien comentaba algo acerca de Martini, me he leído su última obra, es muy amena y sencilla igual no es una Summa Teologica, pero no carece de cierta profundidad y en absoluto se me ha quedado la imagen de un hombre a disgusto de la Iglesia. Lo que se me ha quedado es un llamamiento a los jóvenes posmodernos para que sean valientes y no tengan miedo para vivir el Evangelio en pleno siglo XXI. Asimismo también ha pedido coraje a la Iglesia para que no se quede anquilosada en sus muros y salga a la calle para anunciar sin relativismos y miedos a Jesús.
Por último también ha animado a la lectura de la Biblia, a conocer otras religiones, al diálogo...por otra parte los halagos hacia Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI han sido bastantes mayores que sus puntuales críticas.
Asimismo también he leído la conferencia de ESADE, en la que Adolfo Nicolás SJ ha hecho una defensa del apostolado intelectual de la Compañía. En todo momento ha dejado claro la inspiración cristiana del centro. De todas formas agradecería que a quien no le haya gustado algo que lo señalará.
Por último los jesuitas pues no es que hayan cambiado tanto al menos en el fondo siguen siendo lo que han sido siempre: profesores, misioneros, acompañantes espirituales, trabajadores sociales....igual en las formas han cambiado algo (sobre todo en relación al latín, la sótana....).
Pero vamos que los jesuitas actuales ya no son los que había en la década de los 70 del siglo XX.
Nadie puede negar (yo tampoco lo haré) que la labor que han hecho, y hacen, los Jesuitas, ha sido y es muy importante. Sería de necios no reconocer tal cosa.
Lo que yo he pretendido decir es que no es equiparable el tema de las fosas comunes con el de los mártires porque se trata de planos de realidad distintos. Aunque sucedieran las cosas en el mismo momento histórico debería estar claro que, mientras las fosas comunes se produjeron por odio, los mártires se produjeron (así se consideran) mediando el perdón de los martirizados.
Yo creo que hay una notable diferencia entre una cosa y la otra.
En realidad, lo pretendido es, sin duda, diluir el tema del mártir en el común suceso de una guerra civil. Y esto es algo extraño que lo diga un jesuita cuando fueron, precisamente, quizá, las personas más perjudicadas en la época de la II República. Quizá por eso mismo han perdonado más pero, también por eso, debería, el Sr. Nicolás, no confundir el odio con el perdón.
Pero, por otra parte, el respeto a la labor de la Compañía de Jesús lo tienen todo, como lo que es, de mi parte. Faltaría más.
Ha vuelto a pasar lo mismo en 2008, es una lástima porque de haber habido beatificaciones hace unos años la polémica nunca hubiera existido.
Obviamente la Iglesia no tiene que estar atenta a los tiempo que el mundo le marque, pero no se puede negar la mala pata de que hayan coincidido Memoria Histórica y beatificaciones.
Y pese a ser dos cosas no relacionadas, hay ciertos lobbies que no tienen ningún problema en utilizar el asunto demagógicamente.
Desde luego hemos servido en bandeja un motivo para el ataque. Ahora bien peor hubiera sido el retraso de las beatificaciones, hubiera sido como volverles a matar de nuevo.
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