El miedo, según Pagola y los progres (valga la redundancia)
Ayer se me adelantó Luis Fernando Pérez Bustamante en el tema del artículo que tenía pensado escribir hoy.
Es el mismo: el del miedo en la Iglesia católica.
Lo que en su artículo dice, lo suscribo en su integridad.
Sin embargo, como creo que yo también tengo algo que decir, pues voy a decir lo que pienso, no sólo del supuesto miedo que en la Iglesia católica hay, así descrito por José Antonio Pagola y en el sentido de lo dicho por él, sino, más en general, en el de los cambios que deberían, según la progresía que dentro de la Iglesia católica hay, de producirse, porque el miedo ha de generar tales cambios.
El texto venía contenido en un artículo publicado en Religión Digital aunque reproducido por otras muchas páginas de internet (o publicado, originalmente, en otro sitio y reproducido por RD) pues tal es la intención en tal tipo de interpretaciones que se hacen sobre las Sagradas Escrituras: esparcir lo que pueda parecer buena simiente cuando, en realidad, lo que se hace es sembrar cizaña en el corazón de las buenas gentes.
En el citado texto José Antonio Pagola decía lo que piensa sobre el miedo que, al parecer, ahora atenaza a la Iglesia de Cristo.
Lo que parece, según lo leído en el artículo del teólogo que fuera Vicario General de la diócesis de San Sebastián, es que la Iglesia católica más que una digna transmisora de la doctrina de Cristo parece, más bien, una institución en la que el miedo a la propia existencia ha trabado su paso y, en realidad, no la deja caminar, sobre todo, con los tiempos que corren. Tiene, pues, mucho miedo la Iglesia católica.
Pero lo que más impresiona de tal miedo es que, en realidad, no es miedo a todo lo que José Antonio Pagola dice (desprestigio, pérdida de poder y rechazo a la sociedad) sino que, “en el fondo” se tiene miedo a Jesús que, ya se sabe, pasó su vida pública amedrentando a las personas que lo seguían porque la doctrina que transmitía no era muy bien acogida por el comportamiento de muchos de sus contemporáneos (más o menos, casi todos) En tal sentido, Jesús sí que metía miedo en el cuerpo a los que pretendían seguirle (”Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza” puede leerse en Lc 9:58, que era una forma, buena, de probar la fe de los que le querían seguir y, al fin y al cabo, de ponerlos ante su futura vida si iban con Él), aunque aquel miedo era, más que nada, puramente probatorio y el que, según José Antonio Pagola identifica como tal es, más que nada, de supervivencia de una Iglesia católica con la que no está de acuerdo.
En el Evangelio de San Mateo, en su capítulo 10, versículo 28, se recoge el verdadero origen del miedo (que no es, precisamente, el que dice José Antonio Pagola): “No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena”.
Por eso, a lo que, en realidad, tiene que tener miedo la Iglesia católica y, por tanto, sus fieles, es a otras cosas que son, precisamente, las que promueven los sectores progresistas que en la Iglesia católica existen y que matarían el alma por verla sometida a los gustos temporales y cambiables que rompen con la Ley de Dios (siendo, ésta, la natural) y que pretenden, únicamente, que la Iglesia católica no parezca “anticuada” ni “carca” ni “retrógrada” cuando, en realidad, no es ni “anticuada”, ni “carca”, ni “retrógrada”.
Ya sabemos de qué se trata: el imposible “matrimonio” entre homosexuales, la ordenación de mujeres, la venta de bienes de la Iglesia, sobre todo del Vaticano en “beneficio” de los pobres (algo, puramente, demagógico), la aceptación del divorcio, el uso de preservativos, la manipulación genética de células madres embrionarias que va en contra, directamente, de la vida de los seres humanos y de su dignidad, el aborto, la eutanasia, etc.
Todo esto puede hacer perder el alma a los católicos porque incide, directamente, en aspectos de la doctrina cristiana que no podemos, ni debemos, pasar por alto.
Pero no se queda aquí la cosa porque lo que, en realidad, se quiere es que, al fin y al cabo, la Iglesia católica cambie y sea otra Iglesia.
Por ejemplo, en el texto escrito por Juan Fernández de la Gala publicado en Religión Digital se dice que la Iglesia debería ser otra porque, a su creer (que no debe ser muy distinto del de José Antonio Pagola et alii) se necesitan los siguientes cambios:
1.-Por una Iglesia que inculture las celebraciones allí donde esté.
2.-Por una Iglesia que dé pasos “decididos” en el ecumenismo.
3.-Por una Iglesia “más respetuosa con el trabajo científico”.
4.-Por una Iglesia “más respetuosa con el medio ambiente”.
5.-Por una Iglesia “más comprometida con los pobres”.
6.-Por una Iglesia “más respetuosa con la mujer”.
7.-Por una Iglesia “más respetuosa con la sexualidad”.
8.-Por una Iglesia “más respetuosa con la propia pluralidad eclesial”.
9.-Por una Iglesia “alejada de la cerrazón y de actitudes integristas”.
10.-Por una Iglesia “capaz de aportar al mundo desesperanzado de hoy un mensaje de esperanza”.
Seguramente, esto que aquí propone Juan Fernández de la Gala podría ser suscrito por los sectores más progresistas que hay en la Iglesia católica.
El problema es, para ellos, que, en realidad, estos puntos ya los cumple la Iglesia católica. Por tanto, aquí no hay caso posible para dudar ni para reclamar, a no ser que estos puntos sean considerados como algo mínimo y siempre quieran ir un poco más allá… hasta desdibujar a la misma Iglesia católica que dicen defender cuando, en realidad, lo que quieren es otra muy otra.
Y, aunque, esto pueda parecer algo, digamos, muy alejado de la misma realidad de la Iglesia católica, aún queda algo que, bien mirado, pone muchas cosas y a muchas personas en su sitio o, al menos, en el lugar que les corresponde.
Y es que lo más gracioso, por decir algo, es que José Antonio Pagola diga, en el artículo citado arriba que “El mismo” (refiriéndose a Jesús) “nos ayuda a descubrirlo: ¡Qué poca fe! ¿Por qué dudáis tanto?”
Y digo que resulta gracioso, por decir algo suave, que diga tales cosas quien, con muchas otras personas, se pasa la vida dudando de la Iglesia católica y manifestando sus dudas por medio de textos, actos y proclamaciones y haciendo manifestación, exactamente, de poca fe pero de una gran tendencia a darle la vuelta a las cosas para que parezcan, a los oídos y ojos de las personas de bien, que la razón está de su lado.
El problema, para José Antonio Pagola y muchas personas que, como él, publican textos de carácter religioso en el sentido como lo hacen, es que en demasiadas ocasiones les tienen que llamar la atención, sobre el contenido de lo que escriben, los organismos que están para tal menester; una sola, en personas tan formadas como él, debería ser más que suficiente para rectificar que, como se dice, es de sabios.
Ahora bien, ya sabemos lo que dijo Jesús al respecto: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños” (Mt 11:25)
Entonces… podemos pensar que José Antonio Pagola (y los otros muchos que, como él, perseveran en sus ideas) como no quiere rectificar, lo que no quiere es ser sabio para permanecer en el grupo de los pequeños a los que, según Cristo, se les había revelado lo que es, verdaderamente, importante.
Pues para querer ser del grupo de los pequeños (entendamos humildes y con mucho sentido de fidelidad a Dios y a la Iglesia que fundó el Hijo de Dios) tendrían, ahora sí, que rectificar muchas cosas de las que escriben y proclaman porque tal rectificación no llevaría aparejado el ascenso al grupo de “sabios” (en el sentido dicho por Cristo) sino, más bien, en el de afianzamiento de su estancia en el grupo de los pequeños a los que, tantas veces, dirige (y dirigen) afirmaciones contrarias a lo que debería defender.
Por cierto, sobre esto del miedo, Benedicto XVI dijo, en una Santa Misa celebrada ante unas 300 mil personas reunidas en el llamado “Prado del Papa”, en Ratisbona (el 16 de septiembre de 2006) que “la fe no está para dar miedo; en cambio –con certeza- nos llama a la responsabilidad. No debemos desperdiciar nuestra vida, ni abusar de ella; tampoco debemos guardarla para nosotros mismos; frente a la injusticia no debemos permanecer indiferentes, haciéndonos colaboradores silenciosos o incluso cómplices. Debemos percibir nuestra misión en la historia y buscar corresponder. Lo que se necesita no es miedo sino responsabilidad –responsabilidad y preocupación por nuestra salvación, y por la salvación de todo el mundo”.
Pero, claro, ya se sabe que Benedicto XVI no es muy del gusto de muchos de los que disienten dentro de la Iglesia porque creen que representa a una Esposa de Cristo que está muy alejada de la realidad y que, por tanto, no atiende a los verdaderos problemas que la sociedad le presenta y que, por eso, debería cambiar al gusto de los críticos que tanto daño hacen por su afán de discutir todo lo que sale de la Iglesia católica, sus órganos e instituciones.
Será por eso todo lo dicho.
21 comentarios
MUCHAS GRACIAS POR EL LINK: un comentario precioso.
Me quedo con este fragmento en el que nos recuerda que el miedo es el mayor obstáculo para que nos atrevamos a seguir a JEsús Hijo de Dios:
«se les acerca Jesús andando sobre el agua», pero los discípulos son incapaces de reconocerlo. El miedo les hace ver en él «un fantasma». Los miedos son el mayor obstáculo para conocer, amar y seguir a Jesús como «Hijo de Dios» que nos acompaña y salva en la crisis.
Jesús les dice las tres palabras que necesitan escuchar: «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo».
Que sigamos escuchándolas siempre.
Paz y bien.
No creo yo que tenga ningún fantasma que me dé miedo. Al contrario, al ver a Jesucristo en tantas realidades (el amor, la entrega, la lucha por el bien, el saber reconocerse hijo de Dios...) hace que sea real, cierto. Por eso no me puede faltar el ánimo porque sé que Cristo es Cristo y es Dios.
El miedo, por otra parte, no puede ser a los cambios porque, en realidad, aquí están fuera de lugar en el sentido que quieren producirlos aquellos que tanto insisten en que la Iglesia está perdida, que tiene miedo y que, al fin y al cabo, no les gusta.
Pues a mí sí me gusta o, mejor, sí me produce gozo saberme hijo de Dios y miembro de la Iglesia católica que peregrina por el mundo.
Yo siento que a muchos católicos no les pase lo mismo.
Todo el día diciendo que otros no reconocen en Jesús al Hijo de Dios, no es más que el fantasma de vuestro miedo a reconocer a Jesús como hombre verdadero no sea que os deje de parecer Dios verdadero.
A nosotros nos parece las dos cosas: Dios y hombre verdadero.
Esa negativa a reconocer las múltiples crisis que sacuden al mundo y a la Iglesia son propias de un FANTASMA.
Hasta el punto de negar la eclesialidad de otros, como los falsos hermanos de Jerusalén respecto a Pablo: otros FANTASMONES
La Iglesia somos todos.
¿No estás de acuerdo en esto?
"Queremos conocer, amar y seguir a Jesús como «Hijo de Dios» que nos acompaña y salva en la crisis"
¿O te da miedo la humanidad de Jesús como si fuera una merma de su divinidad?
Algunos os pasáis la vida haciendo el fantasma persiguiendo fantasmas.
El miedo a la verdad os hace distorsionar la realidad, pero ese Jesús humano sigue siendo divino y es la roca en la que nos tenemos que apoyar. No lo confundas con el fantasma de tu poca fe que necesita la confirmación permanente de tu modo exacto de ver el mundo. Te guste o no, somos Iglesia. Y te debería gustar, pero ya sabemos el miedo que tenían los judaizantes a la forma de vivir la fe de Pablo.
No calumniéis al menos.
Paz y bien.
Yo sé, y creo, que Jesús es Dios y que se hizo hombre. Se hizo hombre y trajo un mensaje y una doctrina.
También sé que entregó a Pedro las llaves del Reino de Dios y que fundó la Iglesia que, desde entonces, ha ido transmitiendo la Palabra de Dios y que Benedicto XVI es, digamos, al hermano en la fe que le ha correspondido llevar, como pastor, a la Iglesia de Cristo.
Eso no da miedo porque es verdad.
Por tanto, nada de reconocer la humanidad de Cristo. Sería de necios, además, no apoyarse en ella, simplemente, para vivir, por lo que hizo y por lo que dijo.
Por otra parte, no creo que decir lo que hay dentro (dentro, digo) de la Iglesia con las personas que se oponen a tantas cosas que son hermosas y dignas de tener en cuenta, sea buscar ningún fantasma. Es decir, simplemente, lo que hay.
El problema es que, a lo mejor, aún no se ha dicho bastante ni se ha hecho suficiente incapié en los grupos que disienten, en la Iglesia católica, ni de lo que dicen ni, sobre todo, lo que supone, para la Iglesia, lo que dicen.
Y claro que creo que todos somos parte de la Iglesia. Ahora bien, lo que no me gusta, a mí particularmente, es la referencia que haces a San Pablo. Por supuesto que es posible que muchas personas de su época no estuvieran de acuerdo con lo que hacía san Pablo, con la "forma de vivir la fe" como tú dices. El problema es que luego fue aceptado, en general, por todos mientras que, precisamente, el protestantismo se apoya, mucho, en un concepto de san Pablo con el que no puedo estar de acuerdo.
Y no digo que tú seas protestante sino que, como sabemos, mucho de lo que se propone desde sectores "progres" sí parece que tenga tal aire. Al menos, en esencia.
Y digo esto sabiendo que, a lo mejor, me trae problemas. Pero no quiero que quede tal fantasma por descubrir.
Entonces no tienes que preocuparte para nada porque, en verdad, los citados (al menos hablo por mí) no creo yo que decidamos nada dentro de la Iglesia católica española. Sólo somos unos creyentes que lo decimos y que no nos callamos ante lo que consideramos un error. Eso es lo que, esencialmente, nos diferencia del resto de personas que no dicen nada o que se callan.
Y no. Yo no creo que mi Dios, que es Dios, sea ni mago ni pequeñito ni mezquino ni ruinejo. Al contrario, es grande, universal, único... Dios, al fin y al cabo. Y por supuesto que no lo hacemos a nuestra imagen y semejanza porque es, precisamente, al revés: Él nos hace a su imagen y semejanza y los demás, escogemos los caminos que seguir porque somos libres (también la libertad es un don de Dios)
Lo que sí que define, a veces, ciertas actitudes, son los adjetivos utilizados por tí.
Pero, por otra parte, me alegro de que, otra vez, me hayan llamado fanático. Eso quiere decir que voy por buen camino.
En primer lugar no deberías ir repartiendo etiquetas sin venir a cuento.
Yo no soy "progre"
Tampoco he defendido ninguna tesis protestante.
He dicho una verdad que viene al caso:
Los que Pablo llama "falsos hermanos" de Jerusalén ponían a Pablo de hereje. Naturalmente que después se le escuchó y se sacaron conclusiones sobre las leyes judías. Conclusiones que fueron provisionales, pues después se siguió el camino más lejos, si no tú no podrías comer embutidos hoy día.
A lo que voy: Un católico proclama que Jesús es Hijo de Dios y le acusáis de que no lo cree sólo porque no estáis de acuerdo con otras ideas suyas, con las que a lo mejor yo tampoco estoy de acuerdo en parte, pero que considero que entran perfectamente dentro del catolicismo y que le estáis calumniando.
Como los falsos hermanos a Pablo.
He leido el link y resulta increíble las conclusiones que sacáis algunos.
Me quedo con el párrafo que he dicho al principio. Más evangelio de Jesucristo y menos excomulgar por trivialidades.
Un poco de buena fe no vendría mal en general.
Paz y bien y adiós.
Pues bien, sea traída, aquí, la bona fides que siempre viene bien para el entendimiento.
Si tú vuelves a las etiquetas, a las clasificaciones de falso ilema, a las caracterizaciones de trazo grueso... mira lo que ocurre, que si todos hacemos lo mismo, yo te meto en el mismo saco de los peores fanáticos, os llamo tal y cual, etc.
Venga, hombre.
Se lee uno el texto de Pagola, por cierto, dulce, suave y hasta diría que tierno y empezáis a encender la pira.
Fíjate que yo creo en tu buena fe, en que no eres consciente de a qué carro te has subido y a qué empresa indigna te has sumado. Y hasta me creo que si fueras consciente de ello, y aun estando conforme con los fines, abandonarías por no sumarte al uso de medios tan inmorales.
La buena fe de algunos es discutible; la de algunos otros no es dicutible, sencillamente carecen de ella, son todo malicia y estrategia; pero a ti te creo entre los arrastrardos por un fin que crees justo, aun a costa de medios "dudosos". Si fueras consciente de que no son sólo dudosos sino que son perversos, estoy convencida de que tú sí serías de los que se retirarían a orar en silencio.
Por favor te pido que me digas cuál es el carro al que me he subido, al parecer, sin saberlo; también que me digas qué tipo de indigna empresa es en la que, ahora, estoy.
Te digo esto porque yo tengo 44 años, soy Licenciado en Derecho por la UNED y no es fácil arrastrarme a nada en lo que yo no crea.
Pero, insisto, si me demuestras lo que dices, quizá cambien las cosas.
Tómate el tiempo que quieras para responder porque lo que te pregunto lo hago absolutamente en serio.
Y te pido, por favor, que no corras en responder pensando que lo tienes todo claro. Piénsalo bien, por favor porque igual que cambiarían las cosas en un sentido también podían cambiar en el contrario.
Es curioso todo esto, porque mi decisión de escuchar y obedecer a mis obispos y al Papa, libre y conscientemente tomada (igual que la de casarme, trabajar para quien trabajo, y tantas otras), no está basada en el miedo, sino en mi amor a Dios y a su Iglesia.
Voy a tener que pedir hora con el psicoanalista, a ver si en realidad mis actos responden a mi cobardía, o a la leyes necesarias que rigen el desenvolvimiento de la materia, o al IPC.
(En ocasiones, veo Pagolas ... )
Es exactamente lo que yo digo: que tal miedo no existe sino, al contrario, una decisión libremente tomada y, así, aceptada como buena.
Yo no es que vea Pagolas a veces sino que, a veces, veo cierto mal que se pretende hacer contra la Iglesia católica.
Y, claro, es que no me puedo callar, aunque sea para compensar lo que otros no hacen, simplemente, por falta, quizá de medios o de arrojo.
Todo eso sabiendo que, a lo mejor, puedo estar equivocado... aunque creo que no es así.
Y no, "no correré en responder pensando que lo tengo todo claro". .
Pero lo que no pillo es lo de que "igual que cambiarían las cosas en un sentido también podían cambiar en el contrario"
Pues lo que quiero decir con lo último es que podría cambiar de ideas o reafirmarme en las que tengo.
No creas, sin embargo, que por decirte eso es que me va a dar igual lo que digas. Eso no.
Ya sé que José Antonio Pagola ha de tener grandes conocimientos por lo que ha estudiado y trabajado. No seré yo quien diga lo contrario ni que le afee la conducta por lo que no pueda saber.
Además, el respeto que yo tengo por los sacerdotes, por todos, es grande porque creo que son unas personas entregadas a los demás y eso, en el campo de la religión, es, para mí, muy importante.
Sin embargo, no puedo ser moderado (si se entiende que no lo soy) cuando de lo dicho por José Antonio Pagola se puede deducir algo que es, o que sea, contrario, a lo dicho por la Iglesia católica. Además, ya lo dicen, por otra parte, los organismos correspondientes (no en lo referido al artículo de hoy pero sí a otras cosas, como sabemos)
Pero yo creo que tengo derecho, como hermano en la fe que soy de José Antonio Pagola, de decir lo que pienso que no me gusta de lo que él diga. Seguramente no tendrá ninguna importancia que yo lo diga pero, como católico tengo el perfecto derecho de hacer tal cosa (aunque sea, sólo, por aplicación de la corrección fraterna que, estoy seguro, también se podría aplicar a mí mismo) Pero no puede ser que si alguien nota que algo no es correcto tenga que callarse porque no tenga los mismos estudios eclesiásticos que José Antonio Pagola.
Las discusiones teológicas pueden tenerse, por supuesto, entre teólogos, pero las obviedades como, por ejemplo, la del miedo de la Iglesia católica, no pueden quedar restringidas a tales extremos porque, de otra manera, estaríamos, verdaderamente, encorsetados (y es una cosa de la que se acusa, también, a la Iglesia católica)
Por tanto, no creo que porque yo critique algo dicho por José Antonio Pagola el mismo tenga que pensar que va por buen camino porque lo que yo critico es que se sale, él, del buen camino que no es el que digo yo sino el que sostiene la Iglesia y sus muchos siglos de vigencia.
José Antonio Pagola y otras muchas personas podrán decir las cosas de religión con buenas palabras y con expresiones a las que yo mismo tendría que dedicar tiempo para comprenderlas, pero con evidencias como la que ahora tratamos no hace falta más que tener un poco de sentido común y de fe.
Tan sólo eso y, para eso, basta lo que basta, sin florituras.
Aunque le digo, con franqueza, que a mí también me gustaría defender mis ideas con doctrinas teológicas pero como aún no puedo hacer eso me limito a decir lo que un simple católico (quizá con alguna que otra lectura a cuestas) puede ver.
Me temo que con sus floridas expresiones no me va a convencer.
Una predicación del Evangelio, plenamente eclesial y católica, como la del padre Pagola, aunque contenga afirmaciones que a usted particularmente le repulsen, nunca, jamás de los jamases, justifican que zahiera y maltrate, empleando el sanbenito de "progre" como arma arrojadiza.
Si usted quiere reconvenir, al parecer en defensa de la doctrina católica, podría hacerlo con caridad, incluso con "santa ira", si le parece. Pero nunca insultar y deshonrar, y menos a un sacerdote de la Iglesia.
Además, le sugiero prudencia, porque eso de que es "obvio" y "evidente" que lo afirmado por Pagola va contra la doctrina católica, lo dice usted. Creo que entre un sacerdote instruido, y un laico, digamos, lanzado con "santa ira", sin duda siempre me quedaré con el primero.
Además, es gravísimo que se impute a un sacerdote que predique contra la doctrina de la Iglesia. ¿Realmente no se da cuenta? Hay que estar muy seguro para hacer afirmaciones tan zahirientes como las que usted hace.
Por último, no creo que los hermanos en la fe tengamos derecho, en modo alguno, a reconvenirnos o corregirnos insultando y descalificando. Si quiere, diríjase al padre Pagola en privado, y pídale las aclaraciones que estime oportunas, pero no ofenda. Creo que ese es el modo que nos manda nuestro Señor que sigamos para corregirnos "fraternalmente".
Seguro que no puede haber tatos de ese último tipo y qyue tú no querrás ser uno de ellos.
Pero no voy a intentar convencerte de nada. Sólo te voy a explicar qué es realmente un "progre", cómo se llega a ser "progre" y cómo no somos unos miserables, malvados y depravados. Con que enendieras eso, daría por bien empleado el trabajo que me tomaré en cuestión de unos días.
Resulta que, por mucho que me pueda doler, a mí, como católico, tener que decir lo que digo (como laico) de José Antonio Pagola.
Que diga algo en contra de la doctrina de la Iglesia no lo digo yo porque ya que no se ciñe, Ud. a lo que escrito en el artículo de hoy, también puedo decirle, por hacer la cosa extensiva a otras cosas, que en el libro escrito por José Antonio Pagola sobre Jesús creo que ha sido reconvenido por el órgano correspondiente de la Conferencia Episcopal Española y que, por eso, también creo que va a rectificar algunas partes del mismo en una próxima edición.
Pero, por otra parte, siento que pueda pensarse que, por lo dicho, tengo poca consideración por José Antonio Pagola como sacerdote. Como sacerdote no; por lo que dice y escribe (a veces), sí.
Y no crea que no siento lo que digo.
Lo siento, pero en el primer párrafo me he dejado algo que decir.
Resulta que, por mucho que me pueda doler, a mí, como católico, tener que decir lo que digo (como laico) de José Antonio Pagola, pues a veces me veo en la obligación de hacerlo.
(el resto sigue igual)
Gracias por tomarte la molestia de hacer tal trabajo porque creo, francamente, que puede servirle a muchas personas determinar si, con lo que nos digas, es posible saber si alguien es, o no, "progre".
No vaya a ser que esté yo equivocado...
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