La Palabra del Domingo - 17 de enero de 2009- Una señal de vida nueva
Juan 2, 1-11: En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos
1 Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. 2 Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. 3 Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino.»
4 Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.» 5 Dice su madre a los sirvientes: = «Haced lo que él os diga.» 6 Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. 7 Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba. 8 «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala.» Ellos lo llevaron. 9 Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio 10 y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora.»
11 Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos.
COMENTARIO
Una señal de vida nueva
1.-Cuando Jesús acude, como invitado, a la boda de Caná, seguramente no tenía intención de manifestarse, digamos, al mundo, mediante ningún hecho extraordinario. Iba, eso, a pasar un buen día con sus amigos, discípulos (aún pocos) y, sobre todo, con su Madre, María.
2.-Cuando María se da cuenta de que los anfitriones de la boda pueden verse en un apuro al faltar el vino no duda lo más mínimo, sabiendo Quién era su Hijo Jesús, en pedirle que hiciera algo.
3.-Jesús, sin embargo, no quiere. Seguramente creía que aún no era el momento para decir, con hechos, Quien era.
También, sin embargo, como tantas veces luego haría, estaba esperando la perseverancia en el pedir que es algo que a Jesús estimulaba mucho.