Aborto: unos pies llenos de vida frente a tanta muerte...

Con el número 206 del semanario Alba se entregaba un pin que es, como poco, sintomático de lo que pasa y está pasando, en España (y en otras partes del mundo, claro) en un tema tan grave como el del aborto pero, sobre todo, en lo referido al ser humano que deja de nacer.

El citado pin es, exactamente, la forma de lo que corresponde a unos pies de un niño no nacido de 10 diez semanas de gestación.

Tenía previsto escribir, pues, un artículo referido al Semanario Alba y a tal pin porque la importancia del mismo es, verdaderamente, destacable.

Sin embargo, una noticia en Religión en Libertad ha agravado, más, la situación del aborto.

Lo que se dice sobre el famoso doctor Morín es de una gravedad tan grande que cualquier definición de actuación maliciosa y malvada se quedaría, seguramente, corta.

“La clínica que tenía en Madrid el más que controvertido doctor Carlos Morín no sólo practicaba, presuntamente, abortos sin informes psiquiátricos…”

Muchas veces se utiliza la posibilidad de daño psíquico que puede recaer sobre la madre para favorecer el aborto. Sin embargo, cuando ni siquiera se posibilita que la futura madre llegue a entrevistarse con una persona profesional en la materia y que ésta le pueda informar sobre los más que posibles daños psicológicos que puede sufrir en caso de seguir adelante con el aborto, es que, en verdad, se está manipulando a la futura madre que, conocedora de las consecuencias de sus actos no actuaría como Morín quieren que actúen.

“o los realizaban facultativos que ni siquiera eran ginecólogos…”

El burdo interés económico que mueve a personas (a las que sólo por la apariencia se les puede clasificar dentro de la especie humana) como Morín es lo que mueve a actuar de una forma tan ruin, tan nefasta y tan alejada de una buena praxis médica. Muy lejos dejado Hipócrates del pensamiento de estos individuos, el negocio puede más que la naturaleza humana con la que, con gusto, acaban, estos matarifes presuntamente ilustrados.

“Además, realizaron interrupciones de embarazos a menores de edad…”

Es más que sabido que la persona, el ser humano, resulta muy manejable cuanto menor es su edad porque, sobre todo, no tiene conocimiento de muchos aspectos de la vida ni, más que nada, de las posibilidades que le ofrece la misma. Por eso, cuando se ejerce, sobre una menor, una presión (reconocida por mujeres adultas que se han enfrentado al aborto) de tal calibre que no es posible huir de ella, se procede de una forma miserable y monstruosa.

Eso es lo que, al parecer, se ha hecho porque, además, aún hay algo peor.

“sin la presencia, ni siquiera el conocimiento, de sus representantes legales, que, en la mayoría de los casos, son sus padres…”

Es fácil preguntarse quién diantre se cree que es el tal Morín para actuar de la forma que lo ha hecho sin el conocimiento de los padres o representantes legales de las menores. A lo mejor se cree una especie de dios moderno porque hay que estar muy escaso de vergüenza para actuar a su antojo sobre la vida de seres humanos (los nasciturus) y, además, hacerlo a espaldas de las personas que, a lo mejor, le impedían seguir con su sanguinario negocio.

Por todo lo dicho, cuando entre las manos se pueden acariciar los pies regalados por el Semanario Alba y, a la vez, se sopesa la noticia sobre Morín, es cuando más necesitamos el Amor de Dios para evitar, en lo posible, decir lo que pensamos de ciertas personas que hacen, de la muerte ajena, un negocio de sangre y falta de alma.

Ahora bien, todo esto dicho aquí se ha dicho a título de presunción que es, exactamente, la que concurre al decir que Morín es una persona.

Sólo se presume y no se podrá decir que lo es hasta que lo demuestre.