20.03.19

Un amigo de Lolo – "Lolo, libro a libro" – Escoger, sin duda, a Dios

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

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Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.

Escoger, sin duda, a Dios

 

“Mas el equilibrio de elección ¿no quedaría mediatizado con esa dictadura visible del mal que se extrema sobre la apariencia de un Dios oculto, impotente y vencido? No; en el escenario intelectual del hombre la memoria, el entendimiento y la voluntad conservan aún su instintiva clarividencia inicial y la fragante potencia de juicio. Más abajo, en el ámbito del corazón, una voz dulce, sincera, persuasiva, un eco armonioso que nos sube con un inconfundible matiz de ternura, con una avasalladora evidencia de verdad, susurra siempre, en el silencio de la noche, en el estruendo del trabajo, en la prisa, la soledad, la diversión y la compañía, el código cierto de la paz y el maravilloso destino de amor que espera a nuestra justa obra electiva.” (El sillón de ruedas, p. 94)

 

En realidad, si bien lo pensamos, en nuestra fe, desde que sabemos que la tenemos y somos conscientes de lo que eso significa, todo es elección. Es decir, debemos tomar decisiones que afectarán nuestra vida espiritual de una forma más o menos importante según hagamos.

El Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, sabe que sí, que debemos escoger porque, en según qué materias, no podemos actuar como si valiese para algo manifestarse neutral. No. Cuando se nos presenta, por ejemplo, la tesitura de escoger entre Dios y la tentación, siempre maligna, que nos presenta Satanás, es más conveniente que no equivoquemos en Quién reposar nuestro corazón…

Hay quien, a tal respecto, se vale de lo que cree es un Padre del Cielo que lo tiene en cuenta, tan sólo, para dañarlo. Algo así, por decirlo, como si se tratase de un Padre opresor.

Cuando alguien cree eso está a un paso muy pequeño, primero, de abandonar al Todopoderoso, de apartarlo de su vida y, acto seguido, a una distancia más que pequeña (seguramente nada o al paso de la próxima decisión) de aceptar la tentación del Maligno.

El Beato de Linares (Jaén, España) sabe, a este respecto también, a qué atenerse. Y es que ve las cosas con una perspectiva tan acertada que basta con seguir sus consejos para, en esto, no equivocarse.

Hay, de todas formas, ante las tentaciones del Mal, una especie de “memoria” espiritual que tiene nuestro corazón. Y, a partir de ella no hay tentación que nos haga sucumbir aunque, en principio, pudiera pasar eso y cayéramos en la fosa de la que tanto habla el salmista.

Memoria, sí; reposo de Dios en nuestro corazón y, por eso mismo y por ser templos del Espíritu Santo, es más que posible obviar determinadas acciones por parte de quien quiere perder a todo hijo de Dios y le acribilla el corazón con supuestos beneficios si sigue a quien se reveló contra su Creador siendo ángel como otros muchos.

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17.03.19

La Palabra del domingo - 17 de marzo de 2019

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II Domingo de Cuaresma

 

Lc 9, 28b-36

 

“Tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. 29 Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante, 30   y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías; 31 los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén.32 Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. 33 Y sucedió que, al separarse ellos de él, dijo Pedro a Jesús: ‘Maestro, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías’, sin saber lo que decía. 34 Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra; y al entrar en la nube, se llenaron de temor. 35 Y vino una voz desde la nube, que decía: ‘Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle.’ 36 Y cuando la voz hubo sonado, se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían visto”.

                              

 

COMENTARIO

 

Un claro mensaje de parte de Dios

 

En esta ocasión Jesús escoge a tres de sus más allegados discípulos. Sabemos que no será la única ocasión en la que muestre una preferencia tan clara. El caso es que Pedro, Santiago y Juan van con él al monte.

El monte es un lugar al que Jesús gusta de acercarse. Lo hace, casi siempre, para estar tranquilo y poder orar al Padre, a su Padre Dios Todopoderoso. Y ahora lo hace por algo muy especial que deberíamos tener muy en cuenta. Pero en aquel monte iba a suceder algo. Fue algo que impresionó mucho los discípulos. Incluso podríamos decir que manifestó, por ejemplo, cómo era Pedro, humanamente hablando.

El caso es que Jesús, en aquel momento, recibe la visita espiritual de dos personajes muy importantes de la historia de la salvación: Moisés y Elías. Ambos profetas y cruciales en la comprensión de lo que Dios quiere de sus hijos.

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15.03.19

Ventana a la Tierra Media – Beren y Lúthien

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Edith Mary Tolkien – Lúthien (1889-1971)

John Ronald Reuel Tolkien – Beren (1892-1973)

 

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Esto es para aquellos que no conozcan la historia, tan personal y particular que hubo entre el autor de El Señor de los Anillos y la que fuera su esposa, Edith Mary. De todas formas, es más que posible que pueda interesar a los que sí la conocen y tienen información más que suficiente sobre estos personajes porque, al fin y al cabo, los Tolkien han devenido, también, en personajes a través de los libros que, publicados, dan información de sus vidas. Y son personajes, también, de las nuestras: personas, pues, como seres humanos que han nacido, vivido y muerto y, luego, personajes como propios de una historia, la suya, de amor que es bien tierna. 

Decimos que los nombres de los aquí citados y sus fechas de nacimiento y de fallecimiento son los que constan en la tumba de ambos como puede verse en la imagen de arriba. 

En una carta (de la que no podemos poner texto porque no tengo, aún, el permiso para hacerlo…) que Tolkien envía a su hijo Christopher le dice, tras la muerte de la esposa del primero y madre del segundo, que para el primero Edith había sido siempre su Lúthien aunque, en verdad (como reconoce él) nunca la llamó así. 

Que J.R.R. Tolkien dejara escrito eso y dedicara un elogio tan grande hacia su esposa (muy a pesar de que, en sus vidas, todo no fueran rosas, como podemos imaginar y es lógico, también, esperar) es algo que debe movernos a reflexión y a meditación. 

Es más que cierto, a tal respecto, que no es poco común idealizar a la persona que vive a nuestro lado y tenerla, a lo mejor, por mucho mejor de lo que es. Es decir, que lo que pensamos sobre la misma nos lleva a atribuirle virtudes que sí, es posible que tenga, pero que es posible no sean como  nosotros creemos que son. 

El amor, de todas formas, es como es y a nadie se le va a negar la posibilidad de vivir en su mundo si su mundo entiende que es mejor que el que es real. 

De todas formas, no queremos decir con esto que Tolkien, esposo, viviera en Babia o, sencillamente, alejado de la realidad sino que tenía a su Esposa por alguien a quien no sólo admiraba sino que había subcreado hacía mucho, pero que muchos años: Lúthien, hija de Thingol (como se suele decir en los libros del profesor), llamada por Beren (el personaje) “Tinúviel” o, lo que es lo mismo, ruiseñor. 

Sabemos que Lúthien era elfa o, lo que es lo mismo, que formaba parte de los Primeros Nacidos; también que Beren (aunque creemos recordar en una versión anterior de la definitiva era, también, elfo) era de la raza de los hombres. Había, por tanto, una gran diferencia entre ella y él. Y es que en este caso, como pasa en otros de la obra de Tolkien, el tema de la elección libre juega un papel más que importante. Y lo decimos porque Tinúviel escogió ser, también, humana como Beren a sabiendas de lo que la mortalidad supondría para ella. Pero pudo el amor. 

En esto vemos que, como hizo en la narración Lúthien, también Edith tuvo que escoger entre quien había sido su novio (John) y aquel con quien, tras esperar mucho tiempo desde que nuestro autor siguiera las instrucciones del P. Morgan (quien había cuidado de él desde la muerte de su madre a modo de tutor legal) de no mantener ningún tipo de relación con Edith hasta la mayoría de edad (21 años), se comprometió. Y nos referimos a George Field, a la sazón hermano de Molly, compañera de escuela de Edith. 

Pero el profesor (aún no era, claro, aunque para nosotros siempre lo será) no se iba a rendir tan fácilmente. Y concertó un encuentro con Edith a quien convenció de que su relación iría y seguiría por buen camino. Y tal fue así que contrajeron matrimonio muy poco tiempo antes de que John marchara, nada más y nada menos, que a la sangrienta I Guerra Mundial o, seguramente, por lo que se veía venir… 

Por otra parte, el amor entre Beren y Lúthien pudo contra todos los contratiempos que les acaecieron e, incluso, fue capaz de sobreponerse a la muerte del primero de ellos por la elección personal, otra vez, de parte de Lúthien, de hacer intervenir al mismo Eru (Creador y Único) que dio posibilidad de escoger a Tinúviel la cual cambió radicalmente su mismo ser para ser, ahora, mortal y habitar junto a Beren hasta su muerte propia de los de la raza de los hombres. Y también, en un sentido similar, el amor entre Edith y John pudo contra todos los contratiempos que les salieron al camino el menor de los cuales no fue, precisamente, el de la misma Guerra en la que estaba inmerso el profesor. Y no es que Beren-John acudiera a las trincheras a quitar un silmaril a Morgoth (misión por la cual se ganó la mano de  Tinúviel el personaje literario) sino que, en cierto modo algo parecido era, haría todo lo posible (dentro de sus posibilidades) para que el Mal dejara de reinar en el mundo, en aquel mundo de muerte innecesaria y donde acabó desapareciendo, casi en su totalidad, toda una generación de jóvenes… en este caso de lo más granado de la juventud inglesa pues, por ejemplo, de los 3.000 miembros con que contaba la Universidad de Oxford antes del comienzo de la Guerra de 1914 apenas quedaron -entre lisiados y demasiado mayores- 350 cuando terminó la contienda en 1918… 

Beren y Lúthien es una historia que llena el corazón de quien se la lleva al mismo. Y lo hace porque muestra hasta dónde es posible llegar si se ama de verdad y qué obstáculos se pueden llegar a saltar en tal caso. Y algo parecido pasó a nuestros particulares personajes humanos, reales como la vida misma y como hemos tratado de decir aquí. 

Por cierto, ignoramos con qué melodía fue capaz Lúthien-Edith de enamorar el corazón de Beren-John. Pero nos gusta creer que fue una que contenía los más bellos cantos élficos creados por aquel a quien iban, precisamente, destinados. Eso sí, tocada al piano. 

Y es que, al fin y al cabo, y como dijo aquel, la vida es sueño y hay sueños, como éste, que vienen de más allá del mundo real y arraigan, ya para siempre, en el corazón de los que así sueñan.

 

¡Alabado sea Eru, que nos permite creer esto!

 

 

Eleuterio Fernández GuzmánErkenbrand de Edhellond

  

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

 

Hay mundos que, sin duda alguna, nos llevan más lejos del que vivimos, nos movemos y existimos.

 

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

13.03.19

Un amigo de Lolo – "Lolo, libro a libro" – La siembra de Satanás

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

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Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.

La siembra de Satanás

 

“Un Dios ‘duro’ abona el rencor y el imperio del hombre bestia. Y de lo que se trata en realidad es de que haya siempre quien perpetúe en el tiempo la soberbia de un ángel destronado.” (El sillón de ruedas, p. 93)

 

Hay siempre excusas. Es decir, el ser humano, y hablamos del creyente católica, puede poner sobre la mesa cualquier cosa, cualquier expresión de su pensamiento para llevar el agua a su molino, como se dice popularmente. El caso es que por “h” o por “b” las cosas, al parecer, han de ser como nosotros queremos que sean.

Haciendo uso de tal posibilidad (que, además, se apoya en la libertad donada por Dios a sus hijos) podemos valernos de nuestra falta de fe para justificar lo injustificable.

El Beato Manuel Lozano Garrido nos habla, en este corto de texto de su “Sillón de ruedas”, de algo muy importante y que, de no tomarlo por poca cosa, nos librará de según qué pensamientos que poco tienen que ver con la verdad.

Decimos que sí, que es posible creer lo que queremos creer. Pero no es posible hacer como si Dios fuera inflexible o, por decirlo pronto, un poco rencoroso con nosotros. Y no lo puede ser porque, en primer lugar, nos ha creado y no va a hacer algo así con quien no quiera y es que, en segundo lugar, sí nos quiere y nos ama. Por eso no puede ser como algunos hermanos creen que es.

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10.03.19

La Palabra del domingo - 10 de marzo de 2019

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Lc 4, 1-13                    

 

“1 Jesús, lleno de Espíritu Santo, se volvió del Jordán, y era conducido por el Espíritu en el desierto, 2 durante cuarenta días, tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días y, al cabo de ellos, sintió hambre. 3 Entonces el diablo le dijo: ‘Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.’    4 Jesús le respondió: ‘Esta escrito: = No sólo de pan vive el hombre.’ = 5 Llevándole a una altura le mostró en un instante todos los reinos de la tierra; 6 y le dijo el diablo: ‘Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque a mí me ha sido entregada, y se la doy a quien quiero. 7 Si, pues, me adoras, toda será tuya.’ 8 Jesús le respondió: ‘Esta escrito: = Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto.’ = 9 Le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el alero del Templo, y le dijo: ‘Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo; 10 porque está escrito: = A sus ángeles te encomendará  para que te guarden. = 11 Y: = En sus manos te llevarán para que no tropiece tu pie en piedra alguna.’ = 12 Jesús le respondió: ‘Está dicho: = No tentarás al Señor tu Dios.’ = 13 Acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno.”

                                      

COMENTARIO 

Ser  tentado y (no) dejarse tentar

 

El Ángel caído por antonomasia, aquel que odia a Dios más que nadie y que busca hacer daño a su descendencia, no podía hacer otra cosa que tratar de que el Hijo del Todopoderoso cayera en sus tentaciones. Era, además, una forma de manifestar un poder que, si bien se le había dado para ser Príncipe del mundo no así, como aquí se ve, parar poder ejercerlo sobre Quien, precisamente, era Enviado del Creador y no iba a consentir según qué cosas. 

Jesús, desde que fue bautizado, se deja conducir por el Espíritu Santo lo cual, por otra parte, no es nada extraño por ser Dios quien eso hacía. Sin embargo, es de notar que en cuanto sale del Jordán sabe que debe ir, nada más y nada menos, que al inhóspito desierto. 

El desierto, por mucho que se diga, es un lugar no demasiado apto para llevar una vida, siquiera, medianamente admisible. Y es que debe ser duro encontrarse donde no hay, siquiera, agua que lo mantenga vivo a uno. Pero Jesús iba allí, primero, porque así lo determinaba Dios mismo y, luego, porque era un momento muy oportuno para enfrentarse a quien quería hacerle mucho daño. 

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8.03.19

Ventana a la Tierra Media – "La caída de Gondolin": un comentario

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Nota previa: como es bien conocido por muchos, las personas que se adhieren, de forma especial, a la obra de J.R.R. Tolkien suelen adoptar un pseudónimo que los identifica. Y el que esto escribe, una vez meditada la cosa  (pues no es tan fácil como pudiera pensarse) ha escogido el de Erkenbrand de Edhellond. Ha escogido el primero de ellos por ser de la raza de los hombres que se enfrentó  a Saruman (el Mal mismo corrompido por el Mal) en la Batalla de los Vados del Isen. A eso se ha añadido “de Edhellond” por haber estado ya escogido el nombre de Erkenbrand y pertenecer, el que esto escribe, al Smial de Edhlellond (a la sazón, Valencia, España). Es, digamos, una forma de diferenciar pseudónimos que permite hacer uso vario de los nombres que se quieran escoger.

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 Y, sin nada más que decir (que no es poco) ahí va el artículo de hoy referido a una narración muy antigua de J.R.R. Tolkien (seguramente, la más antigua de todas y la que dio origen al El Silmarillion) y a una ciudad que fue, antes de su destrucción, algo más que maravillosa: Gondolin. 

Recientemente, la editorial Minotauro ha publicado la traducción de la obra preparada por el hijo de J.R.R. Tolkien, Christopher, de título “La caída de Gondolin”. Y nosotros, a modo de comentario, ofrecemos lo que sigue. Esto, sin embargo, no es una recensión (aún no hemos leído el libro como es fácil suponer) sino, más bien, expresión de gozo particular pero, seguramente, universal. 

No podemos negar que este libro requiere el conocimiento de algo más que el simple texto. Es decir, que es recomendable tener ciertas lecturas propias, por ejemplo, del Silmarillion, pero no podemos dejar de reconocer que también se puede leer este nuevo libro del profesor de Oxford, al menos, para conocer lo que paso en aquella maravillosa ciudad.

 

En primer lugar, Turgon, el Rey de Gondolin (digamos, escondido) quiere mantener un estado de gozo en la vida que se puede ver interrumpido. Ya le avisa Tuor, otro personaje a tener muy en cuenta en aquellas circunstancias, en el momento oportuno. Pero no lo acaba de aceptar hasta que le llegan noticias de que sí, de que el Oscuro, el Enemigo, se acerca. Pero entonces la suerte ya estaba echada sobre Gondolin. Y es que la traición anidaba en su propio seno a manos de un envidioso (de poder y por amor a Idril, hija del Rey) llamado Meglin (de cuyos orígenes no vamos a hablar aquí ahora y porque no queremos dar, siquiera, noticia grande de tan miserable y traidor ser), a la sazón príncipe de Gondobar por gozar de la confianza del Rey al ser sobrino suyo. 

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7.03.19

¿El feminismo radical en el poder?

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Resulta curioso, pero cuando uno va a guardar el título de este artículo en la memoria, por ejemplo, del ordenador, no le deja, el sistema, ponerle los signos de interrogación. Y resulta curioso porque de algo que se quiere preguntar resulta una afirmación. Así, pasamos de querer saber si el feminismo radical tiene el poder a afirmar, que sí, que lo tiene. 

En realidad, esto deber una, digamos, manifestación del subconsciente que acaba diciendo lo que, en verdad se cree aunque, para eso, colabore una máquina… 

Esto dicho arriba no es una ocurrencia y, ni siquiera, una broma es.  Y es que, en verdad, pareciera que el feminismo más radical tiene el poder cogido por donde se puede coger el poder: por lo políticamente correcto y por la cobardía de muchos y la conveniencia de otros muchos… 

Al parecer, el ser humano de sexo masculino (nada de género, que es una manipulación propia de la ignorancia con intenciones torcidas, antinaturales y malsanas. Y aplíquese esto todo aquel que eso crea, sea quien sea quien lo crea…) ni vale nada ni nada puede esperar de un mundo donde, al parecer, la mujer (cierto tipo de mujer, digamos, roja) cree que ha llegado su momento de no sabemos qué. 

El caso es que últimamente parece que cierto feminismo se ha subido a la parra y ha dado, desde ella, todos los mandobles que se  le han dejado dar. Y, curiosamente, todos van destinados a lo mismo como si se tratase de una obsesión enfermiza (y, esto, que lo sea, a lo mejor, las disculpa…): el hombre es el enemigo número uno de la mujer. O eso quieren dar a entender. 

Al parecer, el hombre sólo ha hecho daño a la mujer a lo largo de la historia: se ha servido de ella,

la ha manipulado,

la ha aislado del mundo para que no saliera al mismo y demostrara de lo que es capaz,

la ha insultado,

la ha vejado (dicen que todas las mujeres han sufrido, alguna vez, machismo, lo cual es, en sí mismo, una exageración y una generalización propia de mentes estrechas) y, en  fin, que no hay hombre al que no se le pueda zaherir por el mero y simple hecho de serlo. 

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6.03.19

Revista “Fe y Obras” - Número 2 – Cuaresma

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Así también la fe, si no tiene obras,

está realmente muerta” (St 2, 17)

Dando gracias a Dios por la inspiración y por la posibilidad de poder llevar a cabo un proyecto largamente acariciado por este que escribe, traemos hoy a esta casa el segundo número de una Revista católica de título “Fe y Obras”. Y, aunque sea adelantar algo del contenido de la misma, decimos que esperamos que tenga (en principio) carácter cuatrimestral aunque, claro, debido a la peculiaridad de nuestro calendario litúrgico, es posible que algún número salga antes de los citados meses, como pasará, por ejemplo, con el próximo, el número 3.

 

 

ÍNDICE

  

Carta del Director 

Magisterio 

Desde la fe 

Nuestros mayores en la fe dicen 

Camino, Verdad y Vida 

El libro del cuatrimestre 

Oremos 

Hasta que Dios quiera

  

*******

 

Carta del Director

 

Estimados lectores: 

Damos comienzo un tiempo litúrgico muy, más que, especial. Y es que, como bien sabemos por nuestra fe católica, la Cuaresma precede al tiempo en el que recordamos la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y eso nos debe hacer pensar que ahora, ahora mismo, mucho está en juego. 

Sí. Cuando hablamos de la Cuaresma a muchos se les presenta, algo así, como un tiempo de sacrificios cuando, en realidad, no se trata más que de justa correspondencia al Amor que Dios ha tenido con nosotros, sus hijos. 

En Cuaresma, es cierto, en recuerdo de un sacrificio mucho mayor, hay determinado tipo de alimentos y en unos días muy concretos (apenas nada, podemos decir) que no ingerimos. Y eso, a mentalidades hedonistas y mundanas como las que suelen abundar hoy día, les debe parecer algo así como una autoflagelación. Sin embargo, es bien cierto que lo contrario es la verdad: sacrificar determinadas cosas y hacerlo por fe sólo puede ir en beneficio nuestro. 

Sabemos también que hay muchos creyentes católicos que no tienen muy claro el sentido de la Cuaresma. Y es que, como suele decirse, se repite año tras año y parece eso que le quite importancia y vitalidad espiritual a lo que tiene mucha, de lo primero y más, aún, de lo segundo. 

En efecto, es más que importante, para los hijos de Dios que somos conscientes de serlo, que sepamos que en un tiempo como el de Cuaresma nuestro Creador nos mira de una forma, digamos, especial. Y es que estamos preparando nuestro corazón para los momentos finales d ella vida de su Hijo y eso no lo puede tener por algo sin importancia. No. En este tiempo de Cuaresma, Dios, que nos ama sobremanera, no deja de admirar que seamos capaces de hacer ciertos sacrificios porque, sobre todo, lo hacemos, por nuestro bien espiritual. 

Preparemos, pues, más que bien la llegada de un final tan trágico pero tan gozoso de nuestro hermano Jesucristo. Y hagamos, de esta Cuaresma, un tiempo espiritual en el que recordemos, continuamente, qué somos y gracias a Quien lo somos.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

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3.03.19

La Palabra del domingo - 3 de marzo de 2019

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Lc 6, 39-45

 

“29 Les añadió una parábola: ‘¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? 40 No está el discípulo por encima del maestro. Todo el que esté bien formado, será como su maestro. 41 ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? 42 ¿Cómo puedes decir a tu hermano: ‘Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo’", no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano. 43 «Porque no hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno. 44 Cada árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas. 45 El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca.”

 

COMENTARIO

 

Del corazón salen las obras

 

Todo el texto del Evangelio de San Lucas que nos reserva hoy el Calendario Litúrgico tiene que ver con ciertas actitudes que los discípulos de Cristo tenemos a veces. Y, sobre todo, con lo que aconseja el Hijo de Dios que debemos hacer a tal respecto. 

Como suele ser normal, en nuestro caso pecadores somos, no es fácil cumplir siempre con lo que debemos cumplir. Por eso caemos tantas veces en las tentaciones que el Maligno siempre a nuestro corazón. 

Así, por ejemplo, si no somos capaces de darnos cuenta de qué es lo que, espiritualmente, nos conviene, no podemos hacer como si sí lo fuéramos. En tal caso, no podemos ser guías espirituales de nadie porque es más que posible que los hagamos caer en muchos errores. Debemos, primero y pues, conocer mejor la fe que tenemos y, sobre todo, no caer en la trampa según la cual lo que creemos es lo bueno y mejor. 

Pero también suele pasar que miramos al otro por encima del hombro en este sentido. Como vemos, a lo mejor con facilidad, los pecados ajenos, hasta podemos creer que debemos llamar la atención sobre los mismos. Sin embargo, como dice el Hijo de Dios, antes deberíamos mirar en qué nos equivocamos nosotros. Y sólo entonces, a lo mejor, podemos decir a otro en qué falla.. 

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1.03.19

Ventana a la Tierra Media – De Enanos, Medianos y Hombres

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Cualquiera que haya leído al autor al que dedicamos esta parte del Blog sabe que son muchos seres y que son de muy distinto pelaje los creados por el profesor de Oxford. Y bien sabemos que es elevado el grado de imaginación que le puso J.R.R. Tolkien a la hora de elaborar esta parte de su subcreación. 

Ciertamente, no podemos dedicarnos a escribir de cada una de las razas creadas ni de sus lenguas. Seguramente, primero, por desconocimiento grande de las primeras o absoluto de las segundas. Sin embargo, sí podemos, al menos, referirnos, digamos, a lo “básico” de la cosa que tiene que ver con una serie de personajes muy queridos por ser, en mucho, parecidos a nosotros mismos o, al menos, por querer tener sus muchas cualidades y valores. 

Con esto queremos decir que Enanos, Medianos y Hombres no son, sólo, una, digamos, escala física (que también) sino la manifestación de una forma de ser, muchas veces, envidiable. 

Está claro que aquí no vamos a traer a todos los enanos ni a todos los medianos y, ni siquiera, a una parte pequeña de los hombres que aparecen en las páginas, por ejemplo, de El Hobbit o de El Señor de los Anillos y no digamos ya de El Silmarillion. Baste, por tanto, con poner tres ejemplos que, quizá, muestren al resto como puedan ser o, de hecho sean. Y nos referimos a Gimli, de la raza de los enanos; a Frodo, de la de los medianos y, por fin, a Aragorn, de la raza de los hombres. Y no dirán ustedes que hemos escogido a cualquier representante de cada un de tales razas sino, a lo mejor, a lo más característico de ellas. Y creemos que bien las pueden representar. 

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