Presentación
Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.
Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.
Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.
Gracias a Dios; Gracias, Dios
“La perpetuidad de la Encarnación nos permite el favoritismo de la doble personalidad redentora, un Cristo-Hombre que agiganta los méritos en su doble papel de Dios”. (El sillón de ruedas, p. 106)
Todo lo que nuestro Creador, Dios Todopoderoso y Único, hace lo lleva a cabo, digamos, en beneficio de su Creación. Y, como sabemos, dentro de la misma hay sobre quien (y no es presunción sino pura expresión de Amor), por ser su imagen y semejanza, pone sus ojos y su corazón de una forma más que especial.
Con esto queremos decir que sobre el ser humano, creación perfecta (aunque el mismo ser humano sea, muchas veces, imperfecto según sus acciones…) de Dios, pone nuestro Padre del Cielo toda su atención.
No vamos, ahora y aquí, a mostrar que esto ha sido cierto desde que creó al hombre. Y es que, en realidad, no hace falta porque con las caídas en el abismo que ha tenido el ser humano desde entonces (Ya empezaron con tal práctica Adán y Eva) y que el mismo haya llegado a hoy mismo… en fin… que es prueba más que suficiente como para saber que sí, que Dios nos ha creado y nunca, pero nunca de jamás, nos ha abandonado ni nos abandona a cada uno de nosotros, particularmente a mí y a ti y al otro…
Pues bien, el Beato Manuel Lozano Garrido, muy consciente de esto, sabe, por así decirlo, donde se perfeccionó una tal entrega de parte de Dios hacia su creatura, como se decía hace tiempo.
Lo que nos dice Lolo es que es en el momento de la Encarnación donde se certificó que las promesas del Todopoderoso estaban a punto de cumplirse y que, es esto cierto y verdad, lo dicho iba a ser hecho.
Hay algo, por cierto, que nos dice nuestro hermano en la fe, que debería hacer pensar a más de uno que lo que Dios hace no es algo que haga y, ¡hala!, ahí se queda. Algo así como si no tuviera más importancia y fuera algo puntual.
Pues no. Las cosas, en materia de espiritualidad divina, no son tan simples como podamos llegar a creer las personas.
Esto lo decimos porque, como apunta el Beato de Linares (Jaén, España) la Encarnación es “perpetua”.
No podemos negar que no resulta fácil comprender cómo algo que se produjo hace tantos siglos pueda perpetuarse cuando nosotros, los seres humanos, lo miramos todo según nuestros escasos años de vida y nuestra limitación temporal.
Sobre esto podemos decir que Dios nunca hace las cosas para que dejen de ser sino, al contrario, para que se cumplan siempre. Y eso es lo que pasa con la Encarnación de donde, decimos, nace la definitiva salvación del hombre y, así, llega el final de los tiempos al ser enviado el Mesías al mundo.
Sí. Decimos que la Encarnación está dotada de perpetuidad porque, desde entonces, Cristo se encarna en cada instante del mundo para, luego, nacer también cada instante y, ¡Ay!, morir cada instante.
Es verdad que esto es muy difícil de entender. Pero si miramos las cosas desde el punto de vista de Dios acabaremos por comprender que para Él, para nuestro Señor, no hay tiempo en el sentido humano y todo, todo, se produce, se ha producido y se producirá en “su” tiempo.
Bueno. A lo mejor lo hemos liado aún más. Digamos, sin embargo, que entendemos que se nos quiere decir con esto que Dios siempre está presente, que no nos abandona y que nace en nuestros corazones cada día y, es más en cada instante y que, por eso, la Encarnación, a partir de la cual todo se entiende, siempre está ahí.
Vayamos, de todas formas, al grano de la cosa.
El Beato Manuel Lozano Garrido, con estas palabras, favorece en nuestro corazón la confianza que debe ser tenida por parte de los hijos de Dios. Y es que Dios, al hacerse Hombre nos ha favorecido de forma doble aunque, francamente, nos hubiera valido tan sólo el favor de Dios-Dios. Sin embargo, quiso el Todopoderoso que el ser humano lo conociese en tal Persona, la Segunda de la Santísima Trinidad. Y gracias a eso, gracias a esas “doble personalidad redentora” nos ganó Cristo el Cielo luego, claro, de sufrir lo que sufrió.
Eleuterio Fernández Guzmán
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.
Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.