Como es obvio, hoy no es domingo 8 sino sábado, 7 de noviembre de 2020. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.
Mt 25, 1-13. ¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!
1”Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. 2 Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. 3 Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite;4 las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. 5 Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron.6 Mas a media noche se oyó un grito: “¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!"7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. 8 Y las necias dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan.” 9 Pero las prudentes replicaron: “No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis.” 10 Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. 11Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: “¡Señor, señor, ábrenos!” 12 Pero él respondió: “En verdad os digo que no os conozco.” 13 Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.
COMENTARIO
Cuando quiera llega Dios
En realidad, aunque muchas veces lo diga Cristo y otras tantas veces se nos repita, no parece que entendamos lo que quiere decir que en cualquier momento podemos ser llamados a la Casa del Padre. En cualquier momento se nos puede requerir para comparecer ante el tribunal de Dios y rendir, digamos, cuentas, de nuestra existencia, ver en qué consiste nuestro debe y nuestro haber y, en fin, resultar de una forma u otra, juzgados.
Algo así les pasaba a aquellas doncellas que no parecían tener claro que cuando menos se lo esperaran podía llegar el novio y, así, entrar en la fiesta de bodas. Se confiaron más de la cuenta y fueron, como suele decirse, necias.
Es cierto que puede parecer que Dios tarda en llamarnos porque para todo el que anhela la vida eterna, el paso por esta vida le ha de parecer excesivamente extenso. Y la confianza en el no saber es, casi siempre, el peor enemigo que nos encontramos y quien nos provee de una especie de falta de razonabilidad que nos impele a no hacer lo que debemos.
Y, sin embargo, a pesar de nuestro actuar negligente (no prepararnos como deberíamos prepararnos) tendremos que comparecer exactamente igual ante el tribunal de Dios. En tal momento, seguramente, echaremos de menos no haber hecho lo que deberíamos haber hecho a su tiempo: perdonar cuando se nos ofendía, ofrecer ayuda a quien la necesitaba, acompañar a quien se encontraba en soledad y ser, en fin, fieles discípulos de Cristo como decíamos que lo éramos.
El aceite para las lámparas es como la fe para nuestro corazón de fieles cristianos. Si nos falta el mismo, difícilmente nos podrá iluminar a nosotros mismos y al prójimo y no servirá para lo que está preparado que sirva.
Por eso nos pide Cristo que velemos o, lo que es lo mismo, que estemos siempre preparados para la llamada de Dios. Y tal preparación sólo puede consistir en fortalecer nuestra fe y llevar a cabo un comportamiento adecuado y que se adecue a la misma. De otra forma, en primer lugar, no haremos lo que tenemos que hacer y, en segundo lugar, defraudaremos a Aquel que nos creó y que quiso, para nosotros, una vida acorde con su voluntad.
PRECES
Pidamos a Dios por todos aquellos que no se preparan para la llamada de Dios.
Roguemos al Señor.
Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren escuchar la llamada a la confesión de la fe.
Roguemos al Señor.
ORACIÓN
Padre Dios; ayúdanos a no olvidar que, en cualquier momento puedes llamarnos y lo que eso significa para nosotros y para nuestra vida.
Gracias, Señor, por poder transmitir esto
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.
Eleuterio Fernández Guzmán
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Palabra de Dios; la Palabra.
Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.