9.01.21

La Palabra para el Domingo - 10 de enero de 2020

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Como es obvio, hoy no es domingo 10 sino sábado, 9 de enero de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.  

 

 

 

Mc 1, 7-11

 

“7 Y proclamaba: ‘Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. 8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.’

9 Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él. 11 Y se oyó una voz que venía de los cielos: ‘Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.’”

 

  

COMENTARIO

 

Presentación al mundo

 

Hacía muchos siglos que el pueblo judío esperaba la llegada del Mesías; mucho tiempo en el que, orando y pidiendo, reclamaban a Dios el cumplimiento de su promesa de enviar a un Salvador. Y Juan estaba allí. 

El Bautista ya había sido elegido por Dios para ser el último profeta de la Antigua Alianza y en eso se encontraba, bautizando, cuando los que asistían a esa sanación del alma en el agua del Jordán, río bendecido por el Creador, necesitaban conocer si él, Juan, el hijo de Isabel y Zacarías, era el que ellos esperaban. 

Pero Juan fija su atención en la especie de bautizo que él ofrece y el que ofrecerá, pues no es obligación para nadie, Jesús, el Mesías que, por otra parte, no es él, como trata de hacerles comprender a aquellos que están, quizá, cegados por los signos que hace pero, sobre todo, por lo que dice a quienes demandan auxilio espiritual. 

El bautizo de Juan, el que antecede al Cristo, es de agua. Con él se perdonan los pecados. No es que los perdone Juan sino que él es instrumento de ese perdón. Algo muy distinto de lo que hará Jesús, luego, en su vida pública. Esa inmersión, que proporciona a aquellos que la reciben un espíritu perdonado, les hace más fuertes ante las asechanzas del maligno, pero eso no les proporciona la vida eterna pues para eso tendrá que venir el Mesías, para cargar con los pecados de todos y él, Juan, no era esa persona, Dios, tan esperada. 

Por eso el que viene es más fuerte que Juan. Pero su fuerza no es una fuerza física (como muchos querían que fuera el Mesías) sino una fuerza espiritual. Por el bautismo con fuego, con el que quema, de verdad y para siempre el pecado del mundo lo ha de traer Aquel que todos esperan. Y ese no es él, Juan. 

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7.01.21

J.R.R. Tolkien – Ventana a la Tierra Media – Un buen regalo de Reyes: 2 años de Tolkien, padre.

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Parece mentira que el tiempo pase así de deprisa y que, sí, ya hayan pasado dos años desde que el que esto escribe diera comienzo la aventura inesperada de escribir sobre Tolkien, padre por decirlo en lenguaje propio de la cosa literaria de la que aquí se trata con mayor o menor acierto. 

Ciertamente, hace un año se hizo aquí otro tanto. Entonces, sin embargo, habían pasado sólo doce (¡doce!) meses desde que en enero del año 2019 (y muchos más desde que se fundara la Tierra Media) y también nos parecía extraño que se hubiera podido estirar tanto el hilo que une el corazón de quien esto escribe y el autor de nuestras obras favoritas (les ofrecemos el favor gozoso de que lo sean), preferidas (las tenemos por encima de otras) o, en fin, puestas ahí por aquel profesor de Oxford (aunque no sólo lo fuera de aquella afamada Universidad, claro está, pero ya nos entendemos…) que, no sabiendo ni cómo salió de su subconsciente aquello sobre un Hobbit que vivía, nada más y nada menos, que en un agujero aunque no fuera uno cualquiera sino, precisamente, ¡Un agujero Hobbit!, con todo lo que eso implica de buen vivir… 

Es verdad, tenemos entendido, que al propio J.R.R le gustaba considerarse un Hobbit. Y no sabemos si era por haber sido el personaje sobre el que escribió para que sus hijos se fueran a dormir con el corazón bien lleno de aventuras y por eso se le hizo más cercano aún que los demás personajes o, quizá, porque anhelaba (seguramente soñaba por ser algo inalcanzable) la forma de vivir, la existencia en sí, de aquellos medianos que habían vivido siglos sin darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor o mayor lejanía aún. 

Fantásticos mapas de la Tierra Media en alta resolución y en español – El  Anillo Único

Pero, para nosotros, en esta Tierra nuestra (que no es Media, seguro, por desgracia) han pasado ya 24 meses desde que dimos el pistoletazo de salida o, mejor, desde que tiramos la primera flecha en forma de letras que tenía como destino el corazón de los lectores que, con más paciencia que Gandalf ante las trapacerías de los primos de Frodo, han seguido semana a semana lo que aquí, humildemente, hemos dicho por escrito. 

Gracias a Dios, el carcaj no se nos ha vaciado sino que, incomprensiblemente para quien esto escribe (seguramente producto de su ignorancia) las flechas van apareciendo dentro de él como si cayeran del Cielo o, como poco, de las Tierras Imperecederas donde nos podemos imaginar a algún que otro Elfo hacendoso elaborándolas para que nunca se acaben las historias y los cuentos sean siempre contados en cualquier sala preparada a tal efecto donde los niños, y los no tan niños, sueñan con lo que pudieran haber sido si en otros tiempos hubieran vivido. 

Por cierto, hace bien poco alguien muy allegado a quien esto escribe, dada mi insistencia con los temas de Tolkien, con sus libros y todo lo que le rodea, díjome que le gustaría leerse El Señor de los Anillos, pues aún no lo había hecho… 

Y el que esto escribe pensó (y si no lo pensó entonces lo piensa ahora) que era una gran fortuna la de llevarse a los ojos y al corazón semejante obra magna por primera vez cuando aún no ha amanecido en Hobbiton y cuando aún los caminos están por andar, la escarcha por pisar, las montañas por subir y los destinos por cumplirse. Pues al resto de lectores ya avezados en tal lectura lo que nos provoca la misma, otra y otra vez, es el ansia de querer encontrar a los personajes y descubrirles facetas nuevas y, si eso es posible, levantar las copas para brindar con hidromiel por el resultado venturoso de alguna aventura cumplida o, también, pensando en lo que ha de venir con un por si acaso…

J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – La Comarca de Tolkien –  Gracias, J.R.R.

Y, dígase lo que se quiera decir a tal respecto, eso causa no poca emoción e, incluso, provoca alguna que otra lágrima pues si los Enanos, con su más brava rudeza, son capaces de mostrar un corazón tierno, no se nos va a quitar a nosotros un derecho tan legítimo… 

¡Gracias, pues, amigo Tolkien, por estos dos años, y que vengan muchos más!

Eleuterio Fernández Guzmán- Erkenbrand de Edhellond

6.01.21

Santa y gozosa Epifanía: algo así debió ser

P. Fornos: Epifanía es buscar quien nos conduce a la vida - Vatican News

Es cierto que Dios pudo haber hecho las cosas de otra forma pero, visto lo visto cómo fue la cosa, estuvo más que bien que las cosas pasaran como pasaron y, bueno, no de otra forma. Además, es lo que hay y no lo vamos a cambiar por mucho que pretendan tergiversar las cosas quien quiera hacer eso.

Nosotros, en todo caso, lo que sí podemos hacer es, sabiendo que pasó lo que pasó, sacarle la mayor punta espiritual al episodio aquel de los Magos venidos de lejos y de todo lo que pasó alrededor del Niño, Dios hecho hombre, Emmanuel a más señas.

Allí tenemos a la Sagrada Familia, en aquel habitáculo propio para pastores que van de paso y quieren dejar sus bestias en algún sitio, a resguardo, al menos, de la lluvia y del frío. Y sí, seguramente podría haber sido más grandilocuente la cosa y haber ido a nacer el Hijo de Dios, al menos, en alguna posada, casa particular o, en fin, en cualquier sitio que tuviera un techo construido por el hombre. Sin embargo, tuvo que venir al mundo el Mesías en un lugar hecho por Dios… en una cueva, portal o cómo queramos llamar al sitio aquel.

De todas formas, quería el Padre del Cielo (que para eso es Todopoderoso) que su Hijo viniera al mundo, de padres pobres, en lugar pobre para no ser más que ellos y es que, aunque en verdad lo fuera, se les iba a someter como bien dice la Escritura Santa después de aquello del Templo y de la pérdida del zagal durante tres, ¡tres!, días. Y así sería, desde entonces hasta que, por obediencia, se dejó matar en una Cruz perdonando.

El significativo papel de los pastores en el Portal de Belén durante la  Adoración al Niño Jesús - Religión - COPE

Para eso, de todas formas, aún quedaba mucho. Ahora podemos imaginar la escena: en primer plano, Jesús, María y José; detrás, las bestias que allí andaban ocupando aquel lugar o, al menos, el buey porque podemos pensar que la mula ya la llevaban ellos desde Nazaret; en frente, aquellos que fueron privilegiados por Dios con un aviso más que oportuno o, lo que es lo mismo, los pastores que dejaron a buen recaudo al ganado para ir donde el Ángel les había dicho… no fuera a pensar Dios que no hacían caso a un enviado Suyo. Allí estaban, seguro que llevando algún presente como, por ejemplo, leche para el recién nacido, algún que otro ropaje hecho de lana para proteger de frío a la criatura que, según había oído, era más que importante. En fin… dando lo mejor que tenían y, seguro, hasta entonando alguna que otra cancioncilla que viniera bien al acontecimiento y que bien podríamos tener como los primeros villancicos de la historia pues de todo, por muy bueno que sea ahora, siempre ha tenido su principio… para ser ha debido ser antes, podríamos decir.

Ciertamente, allí estaba aquel Niño, que era Dios mismo. Y se presentaba al mundo como iba a estar en el mundo y que no era de otra forma que pobremente, ante los pobres.

Pero, entonces, aunque no sabemos si fue de forma simultánea o poco después (por tradición creemos que sí), llegan allí unos señores montados en cabalgaduras propias de aquella y de otras más lejanas. Vienen ataviados con ricas ropas y portan presentes, digamos regalos. El caso es que, a pesar de aparentar ser poderosos se postran ante el Niño no sin el asombro de los pastores y de todos los allí presentes y dejan ante sus pequeños pies, como ofrenda, oro, incienso y mirra y entonces ya nadie de los allí presentes duda acerca de su poder en el mundo.

La Virgen María, San José y el Niño Jesús. | Christmas poems, Holy family,  Jesus

Ante aquellos Magos, y Reyes, a saber, se presenta el mundo el Hijo de Dios que es lo mismo que hacerlo ante los poderosos del orbe. Y lo hace, podemos imaginar, con las muchas sonrisas propias de alguien que acaba de venir al mundo.

Cuando Jesucristo se presenta, y recordamos que hoy es un día así, como para presentarse otra vez Cristo a nosotros y a nuestro corazón, lo hace porque quiere estar presente en el mismo y porque nos ama tanto que no quiere alejarse nunca de sus hermanos los hombres que Dios le entregó para que fueran suyos y no perdió, como luego diría a ninguno salvo al hijo de la perdición, de cuyo nombre no queremos acordarnos porque afearía mucho el momento.

Dios se presenta al mundo y, sí, es un Niño indefenso, como cualquiera lo es al nacer. Sin embargo, la semilla del poder del Todopoderoso y Creador también se presentó al mundo entonces. Y eso lo mostraría luego, más tarde, cuando llegó el momento pero ahora, en aquel ahora de entonces, los allí presentes no vieron a un niño que, por pudor (como se dice de la vida de algunos santos con ánimo, en exceso, laudatorio) no quería mamar para vivir sino que tendría hambre como cualquiera la tiene cuando sale del seno materno. Lo que pasa es que el alimento que le dio su Madre estaba lleno de gracia, como ella, y por eso salió el Niño como salió: así, como Dios manda, por decirlo pronto.

Eleuterio Fernández Guzmán

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Debía presentarse al mundo y se presentó en toda su majestad y humildad.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.   

2.01.21

La Palabra para el Domingo – Sábado, 2 de enero de 2020

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Como es obvio, hoy no es domingo 3 sino sábado, 2 de enero de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.  

 

 

Jn 1, 1-18

 

1 En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. 2 Ella estaba en el principio con Dios.  3 Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. 4 En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, 5 y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. 6 Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. 7 Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. 8 No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. 9 La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no  la conoció. 11 Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. 12 Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; 13 la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.

14 Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. 15 Juan da testimonio de él y clama: ‘Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.’ 16 Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. 17 Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. 18 A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

 

COMENTARIO

 

En el Principio

 

Este texto del evangelio de San Juan es crucial o, mejor, cardinal. Lo es porque nos llega al corazón donde siembra la Verdad. En ella podemos vernos y podemos crecer. A cambio nos pide que la recibamos y no hagamos como aquellos que, viniendo al mundo la Luz, la Palabra, miraron para otro lado e hicieron como sus padres hicieron con otros profetas: despreciaron el mensaje que Dios les llevaba y, de paso, acabaron con sus vidas.

San Juan, en este maravilloso texto, nos habla de la historia de la salvación en estado puro.

La Palabra, el Hijo, estaba frente a Dios en actitud de diálogo. Mientras, en aquel Principio, el Espíritu Santo sobrevolaba las aguas. Y es que el evangelista más  joven de los que fueron toma el relato del Génesis para completar aquello entonces escrito por el amanuense inspirado por la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Y lo hace de forma esplendorosa y, para nosotros, bien gozosa.

La Palabra, que era, que es, Luz, vino al mundo. Fue enviada por Dios para que iluminara la vida de aquellos que el Creador había puesto sobre la faz de la Tierra. Y lo hizo porque sabía que se estaban precipitando hacia el abismo sin darse cuenta y, lo que es peor, aprobando un comportamiento tan alejado de la voluntad del Todopoderoso (¡Alabado sea por siempre!) 

El evangelista nos habla de otro Juan al que bien que conocemos. El Precursor, enviado por Dios para que diera noticia de Quien tenía que venir al mundo.  Y, siendo cierto que muchos no lo recibieron otros sí aceptaron el mensaje que traía al mundo. E introdujo a Jesús bautizándolo.

Pero este texto es muy importante, además de por lo ya dicho, por algo en concreto. Nos dice que los que creen en el Enviado de Dios se convierten en hijos de Dios.

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31.12.20

Campanadas de Lolo

Campanadas (1)

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Casi ha terminado un año más de nuestras vidas de hijos de Dios. También nos debe acompañar nuestro Beato Lolo que en su libro “Las golondrinas nunca saben la hora” hace un ejercicio de esperanza en el inmediato futuro. En el momento o, mejor, para el momento, en el que, por tradición y gozo, se celebra la entrada del nuevo año (que va acompañada por el sonar de doce campanadas) escribe, para tal instante (que dura poco en el tiempo pero puede ser muy extenso en la realidad espiritual de lo por venir) un, a modo, de texto esperanzado que muy bien puede ser tomado como una serie de oraciones a razón de una por cada campanada.

“Primera campanada

Antes que nada te pido, Señor, que me ayudes a vivir siempre a mediodía. Si los sucesos se bañan de gris, yo a mediodía; si amanece y en el entrecejo se clava una preocupación, también a mediodía; el sol irradiando desde dentro, Tú hecho horno, purificando todas las dudas, iluminando con la luz de la fe mis pobres tinieblas la hombre.

Segunda campanada

En el preámbulo de 365 días, quiero colocar un ancho sentimiento de aceptación; mi mente y mi corazón como una página en blanco, con la firma muy bien estampada al pie de la cuartilla, para que Tú escribas renglones muy derechos con todos los detalles de tu voluntad. Los labios se morderán para que no entre  una gota de acíbar, pero Tú ya sabes que es que ‘sí’, que lo que quieres es siempre dulce, misericordioso y conveniente.

Tercera campanada

Un préstamo: déjame tu corazón por uno, tres, cinco años que pueda vivir todavía. Tu corazón, no para el egoísmo de realizarlo todo fácil, sin esfuerzo, sino para hacer bueno ese deber que es amarte a tu medida; que me da pena ver lo gigante que eres en eso del amor y el corazón de ratoncito que hemos de tener nosotros a la hora de corresponder.

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29.12.20

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro”- De la mano de Dios

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Mesa redonda con Dios”.

 

De la mano de Dios

 

“Todo te lo vengo a decir en eso: que nos defiendas y nos cuides como Padre; que nos lleves por el atajo de los sudores y la paciencia allí donde Tú ríes y no hacen falta ‘taleguillas’ ni ‘endobles’” (Mesa redonda con Dios, p. 59)

 

No podemos negar que el Beato Manuel Lozano Garrido confía en Dios y tiene fe perfecta y completa en Aquel que le ha creado y mantiene. Y es de otra forma, es difícil entender que diga lo dice y que se note que se lo cree, que no finge o hace como que sí pero sea no. No. Lolo dice con corazón abierto y, debemos decirlo, a nosotros nos viene la mar de bien que así sea.

Como no puede ser de otra forma, todo aquel que sabe que su padre lo ama, le pide y ansía su atención como hijo que se sabe reforzado y apoyado por él. Y eso es lo que hace el Beato de Linares (Jaén, España) cuando tiene necesidad de dirigirse a Dios como aquí lo hace.

De todas formas, no podemos decir que le esté pidiendo grandes cosas, así, digamos, de orden material. No. A Manuel le interesan otras cosas que tienen más de sobrenatural que de natural o, mejor, que tienen más que ver con las que son del alma porque, al fin y al cabo, del corazón salen las obras y si el mismo está regado con el Amor de Quien lo ha hecho… bueno, que mejor que mejor.

Podemos ver que nuestro hermano en la fe no le pide algo así como un descanso perpetuo o, ni siquiera, temporal. No hace como aquellos a los que San Pablo tuvo que reprender porque, creyendo que Cristo iba a volver pronto, vivían sin dar un palo al agua o, vamos, sin trabajar. Y es que aquellos eran unos verdaderos pillos y, claro, en la viña del Señor tenían poca cabida. No. Lo que hace Lolo, lo que pide, es otra cosa que es, justamente, la contraria.

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28.12.20

Santos e inocentes y bromas menos

Santos Inocentes Martires

Seguramente habrá a quien todo esto parezca un tema menor y a quien echar unas risas, a costa de lo que sea, le vendrá hasta bien en la vida tan achuchada que lleva la humanidad en este año que pronto termina. Sin embargo, al que esto escribe, le repatea y molesta que se hagan gracias a costa de un tema así.

¿Quién no se ha reído cuando le han gastado una broma o ha visto cómo se la han gastado a otro? Es más, incluso hay un programa de televisión que hacen mofa y escarnio de la cosa aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, el Manzanares por Madrid, el Sena por París o póngase el río que se quiera poner allí por dónde pase.

Que sí, que sí, que hacer un chascarrillo no siempre es mala cosa. Sin embargo, hay en el año más de trescientos sesenta días para hacer eso y tiene que ser el 28 de diciembre cuando esté establecido que el asesinato sea recordado como cosa graciosa porque, es que, además, no le cambian el nombre al susodicho día y las bromas se gastan a “inocentes”…

El caso es que esto sólo podíamos pensar que se hace por ignorancia (ya saben, tener un desconocimiento total de lo que se recuerda tal día) Pero es que, en verdad, nos resulta muy difícil que a esta altura del siglo en el que estamos (el XXI) haya quien ignore lo que pasó un día como aquel en el que un sátrapa y un malnacido decidió terminar, por su poder, miedo y egoísmo, con la vida de los niños que tuvieran algo así como dos años o menos.

Los santos inocentes | Reliquiosamente

Se suele decir que es el “Día de los inocentes” pero, al parecer, no se quiere comprender que los tales “inocentes” no eran tontos, bobos o personas a las que se podía tomar el pelo sino “inocentes” en el más puro de la expresión: los que no tienen, tenían, culpa de nada y, a pesar de eso, acabaron muriendo a manos de los esbirros del poder establecido en aquella tierra sagrada.

Nosotros preferimos recordar a los niños que murieron por “causa” del Hijo de Dios porque, sólo por eso, ya tenían ganado el Cielo de forma inmediata (y eso que aún no se había abierto para toda alma limpia) pues es lo que diría, algunos años después, cuando proclamó las Bienaventuranzas. ¿Y puede haber alguien que pueda morir más directamente por causa del Mesías cuando se pasa al otro mundo “en lugar” de Quien buscaba Herodes? Y es que creemos que aquellos niños fueron, en sentido estricto, Otros Cristos, el mismo Cristo, como suele decirse de lo que debemos ser cada uno de sus discípulos.

No lo podemos negar. Lo mismo que no nos gusta, para nada, celebraciones paganas como las que celebran el 1 de noviembre (y ya saben ustedes a qué nos referimos que es lo que aquí ni siquiera se va a nombrar) haciendo lo propio con el, digamos, cumpleaños de Satanás, tampoco nos gusta lo más mínimo que haya risas y no oraciones, algarabías y no llantos por aquellos niños, santos, que vieron a Dios antes de tiempo, por así decirlo.

Por tanto, nos gustaría mostrar, y mostramos, nuestro desagrado más absoluto con aquellas bromas, chanzas, risotadas o lo que se le pueda asemejar cuando se hace a costa de aquellos Santos Inocentes que dieron su sangre como verdaderos mártires, pues lo fueron.

Santos Inocentes, rogad por nosotros y perdonad tales afrentas.

Eleuterio Fernández Guzmán 

  

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

 

Debería dar vergüenza hacer según qué cosas.

 

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

26.12.20

La Palabra para el Domingo - 26 de diciembre de 2020

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Como es obvio, hoy no es domingo 27 sino sábado, 26 de diciembre de 2020. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.  

 

 

 

Lc 2, 22-40

 

“22 Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, 23 como está escrito en la Ley del Señor: = Todo varón primogénito será consagrado al Señor = 24 y para ofrecer en sacrificio = un par de tórtolas o dos pichones =, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor. 25 Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. 26 Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. 27 Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, 28 le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: 29 ‘Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; 30 porque han visto mis ojos tu salvación, 31 la que has preparado a la vista de todos los pueblos, 32 luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.’ 33 Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. 34 Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: ‘Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción - 35 ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.’ 36 Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, 37 y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. 38 Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. 39 Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. 40 El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él”,

 

 

COMENTARIO

 

Segunda Epifanía de Cristo

 

Ya se había presentado el Hijo de Dios ante el mundo cuando los Magos, venidos de allende de las fronteras de Israel, se postraron ante el Niño que hacía bien poco acababa de nacer. Aquella, claro está, fue la primera manifestación de Cristo al mundo pero, como bien sabemos, hubo otras ocasiones en las que manifestó, bien a través de sí mismo o de otros, que era Quien era. 

En este texto del Evangelio de San Lucas, siempre tan cercano a la Virgen María y, por eso, fuente de información directa, se nos dice que la Sagrada Familia cumplía con la ley y con las normas establecidas para el caso del nacimiento de un ser humano. Por eso acuden al Templo para llevar a cabo la purificación. 

Seguramente, aquellos dos ancianos, Simeón y Ana, habían tenido un soplo del Espíritu Santo: aquel sería un día especial y no debían faltar en el Templo. Y es seguro que no faltaron como, por cierto, hacían a diario. Y son premiados. 

Lo que ellos no esperaban es que aquel día, en aquel preciso momento, Dios cumpliese con su promesa de enviar al Mesías, a su mismo Hijo engendrado y no creado, y fueran ellos dos, ancianos, los que contemplasen la Luz del mundo mientras que, suponemos, otras muchas personas por allí pasaban sin darse cuenta de nada y yendo a lo suyo… 

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24.12.20

Ha nacido, nace y nacerá

Día de Navidad | 25 de diciembre - Calendarr

Ciertamente, a lo largo del año espiritual católico (y nos atrevemos a decir que, así dicho, cristiano, en general) hay días que son especiales y que destacan en nuestro Calendario Litúrgico por encima de otros. Y eso pasa con el de hoy, 24 de diciembre y su continuación, el 25.

Es cierto y verdad que es, hasta posible, que las cosas hayan quedado establecidas de tal forma que coincidan las fechas del 25 de marzo, la Anunciación que es el momento en el que una joven de Nazaret recibe la visita del Ángel Gabriel, el del Señor, y queda, así dicho y para que se entienda, embarazada en aquel momento, y la del 24-25 de diciembre. Y es que pasa el tiempo necesario para que un ser humano se desarrolle en el seno materno y venga al mundo (si le dejan venir, como podemos imaginar…) Es decir, que las cosas son como parece que son porque, en realidad, fueron, son y serán.

Es posible que alguien pueda deducir de esto que la Iglesia ha manipulado, digamos así, las fechas para que todo salga bien. Y miren ustedes, eso carece de importancia y nada tiene que ver con el meollo de la cosa, por decirlo así. Es decir, que lo que pasó es que… pasó y tenía que pasar. Y ya.

Este artículo lo hemos titulado, por eso mismo, “Ha nacido, nace y nacerá” porque, en realidad, aquí no se trata de que todo lo digamos para que la cosa vaya bien a nuestros intereses, siquiera espirituales. No. De lo que se trata es de algo mucho más importante y (nunca mejor dicho) crucial: es Voluntad de Dios.

Es evidente que el nacimiento del Hijo de Dios (¡recalquemos lo de “Hijo de Dios”) se verificó hace muchos años, siglos ya, hasta dos miles de años que, en la historia de la humanidad quizá sea poco tiempo pero que para el devenir de generaciones y generaciones de personas es algo más que un soplo porque lo es todo al haber dado comienzo, entonces, un nuevo Pacto de Dios con el hombre, criatura que es imagen y semejanza suya.

Nació un niño, indefenso, como todos y necesitado de todo, como todos. Es decir, no nació como podría haber nacido alguien que tiene tanto poder que lo manifiesta en el mismo momento de su venir al mundo algo así como se dice en algunas hagiografías de santos que, por virtud, no mamaban de pequeños… No. Aquel niño, al que llamarían Jesús porque era como debía llamarse según dijo Gabriel a María, nació siendo poca cosa, físicamente hablando y, por eso Herodes quería matarlo… porque hubiera podido, como hizo con otros inocentes. Y bien que lo intentó pero, como se dice en algunos pasajes del Nuevo Testamento refiriéndose a la anticipada muerte de Jesucristo, “aún no era su hora” porque, en efecto, Dios quería que aún no fuera su hora.

El caso es que este Niño tiene algo de especial porque consiguió, con dejarse prender, injuriar, escupir, maltratar y matar y, luego, resucitar, que cada año recordemos un momento como el que hoy empezamos a celebrar. Por eso decimos que esta noche es Nochebuena, así, calificando un espacio de tiempo como es el anochecer como un momento “Bueno” pues no es poca cosa traer al hoy mismo (como ha sido a lo largo de los siglos) el instante en el que Dios dijo “sea” y fue.

Digamos, a este respecto, que por mucho que se pretenda hacer ver que lo que importa, en este año 2020 en el que nos encontramos, de la celebración de la Navidad es que nos podamos reunir más o menos personas entorno a una mesa o que las tiendas estén más o menos abiertas y a qué horas se puede ir a comprar por esto del virus que nos invade, lo bien cierto es que eso es lo que menos importa de este tiempo tan especial. Y es que los creyentes (que creemos, quiere decir eso, en el fondo) tenemos muy a bien recordar y celebrar que nace el Hijo de Dios y que esta Noche es Nochebuena y, como dice el villancico, mañana es Navidad que es algo así como decir que quiso Dios venir al mundo, que pudo hacerlo y que vino y por eso lo del Emmanuel que un tal Isaías, de profesión Profeta, ya dejó dicho hace muchos siglos porque el Espíritu Santo le sopló, con algún gemido inefable, a su corazón y quiso escucharlo el buen hombre, no dejó escondida aquella Luz debajo de ningún celemín y fue y lo puso por escrito, para que a nadie se le olvidara.

Y, por último, decimos que nacerá porque, en efecto, por mucho que se intente (desde los poderes del mundo y, a veces, desde los que no son del mismo) esconder esto bajo el manto de la mercancía y la mercadería, tiene prometido Jesucristo que ha de volver (en lo que llamamos Parusía) para juzgar a vivos y a muertos y, mientras llega tal momento (que llegará, sin duda llegará) tiene a bien, tendrá, venir al mundo cada Nochebuena con su Navidad incluida (que es cuando nace, en verdad, cuando nació y cuando nacerá) porque, ¡vean ustedes qué cosa!, es tan especial este Niño que es capaz de llevar viniendo al mundo algunos años más de unos miles de años y quiere hacer eso cada uno de los que a este 2020 sigan por mucho que haya agoreros que promulguen su muerte civil y espiritual. Y es que, ¡qué le vamos a hacer!, es que Dios es como es…

¿Lo ven, ustedes? Cristo nació cuando Dios quiso que naciera, nace cada año cuando llega el momento de que nazca y volverá a nacer cada año hasta que, en toda su Gloria, tenga a bien volver a venir al mundo a terminar de salvarlo, por si entonces hay alguien con fe o por si quiere ser, si no lo hay, tan misericordioso como es su corazón.

Y como diría Cervantes para acabar El Quijote: Vale.

Eleuterio Fernández Guzmán

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Dos días para cambiar el rumbo de la humanidad perdida.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.   

22.12.20

Recensión: Salmos del siglo XXI. La sombra de tu luz me repara

 

                                     Salmos del siglo XXI: La sombra de tu luz me repara de [Eleuterio Fernández Guzmán]

Título: Salmos del siglo XXI – La sombra de tu luz me repara.

Autor: Eleuterio Fernández Guzmán.

Editoriales:  CreateSpace (Amazon)

Páginas: 201.

Precio aprox. Amazon:  6, 24€ en papel – 1€ formato electrónico (Kindle)

ISBN Amazon (papel):  979-8579918871.

ASIN (electrónico-Amazon): B08QCNR9S5.

Año edición: 2020. 

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Salmos del siglo XXI – La sombra de tu luz me repara, de Eleuterio Fernández Guzmán

 

Reconocemos que este libro es uno que lo es muy anhelado desde hace muchos años. Es decir, de la intención de escribir sobre los Salmos a la escritura, directamente, de unas obras espirituales tan decisivas en la historia de la salvación como son los mismos, ha habido un paso que no deja pocas cosas atrás.

El Salmo, como es bien sabido, es como una forma de dirigirse a Dios, digamos, “especializada”.

Es decir, trátase la cosa de un decir al Todopoderoso cómo se sabe un hijo suyo y, por extensión, el pueblo que ha escogido para que sea, precisamente, el Suyo, no de una forma, por decirlo así, general, sino concreta y refiriéndose a un determinado tema. Por eso hay salmos de acción de gracias, de alabanza, en los que se pide perdón, etc.

Es evidente que los Salmos que contiene la Biblia fueron escritos hace muchos siglos y que lo fueron por quien pertenecía al pueblo judío que fue el que el Creador escogió, de entre los que entonces poblaban la Tierra conocida. Ahora, tantos siglos después, es también más que sabido que eso ha cambiado.

Desde que Dios envió a su Hijo al mundo para que el mundo se salvase, se procuró un nuevo pueblo. Y no queremos decir que haya olvidado al que quiso muy especialmente durante tantos siglos. No.

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