12.04.21

Serie Tradición y Conservadurismo – Igualdad vs. Igualitarismo

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 Nos hacemos conservadores a medida que envejecemos, eso es cierto. Pero no nos volvemos conservadores porque hayamos descubierto tantas cosas nuevas que  eran espurias. Nos volvemos conservadores porque hemos descubierto tantas cosas viejas que eran genuinas.

G.K. Chesterton

Digamos, antes de empezar, que nosotros estamos en contra tanto de una como de otro. Y queremos decir que, como es lógico, la igualdad está mejor que el igualitarismo pero nosotros estamos, más bien y mejor, a favor de un orden natural de las cosas pues la primera está establecida para evitar ciertos abusos y el segundo para fomentar los mismos en nombre de no se sabe qué evolución de los tiempos. Y esperamos, por tanto, que se entienda lo que viene detrás de esto porque si hemos de estar a favor de una o de otro, sin duda alguna la primera es nuestra opción, dado cómo andan las cosas por el mundo que nos tocado vivir.

Por naturaleza, es decir, por el mismo nacimiento del ser humano, todos nacemos de la misma forma (queremos decir en general pues es cierto que, a la hora de venir al mundo podemos hacerlo, digamos, vía vaginal o vía cesárea) y, en tal sentido, en el hecho mismo de nacer, todos somos iguales.

Y hasta ahí.

Decimos que hasta ahí porque desde que nacemos empieza a revelarse nuestro material genético que, no por casualidad, es distinto en cada ser humano. Y podemos decir, sin temor a equivocarnos (lo cual abunda en la verdad de que la criatura que Dios creó a su semejanza fue creada de forma perfecta) que sólo al nacer lo hacemos de igual forma pero que, incluso, desde nuestra propia concepción, de igualdad no hay nada de nada. Y las cosas son, incluso, sobre todo, científicamente, así.

Pudiera parecer contra toda razón moderna decir que el ser humano no es igual uno a otro. Y, sin embargo, lo que se sale de toda razón es defender y sostener que lo es porque es evidente que no lo es: ni por color de la piel, ni por forma estructural del cuerpo, no por el habla, ni por la forma que tenemos de comportarnos, ni por nuestra forma de ser en sociedad. En fin, que la igualdad se puede predicar como idea política pero, ¡qué le vamos a hacer!, Dios ha querido que cada ser humano sea distinto a otro y, a fe, que lo ha conseguido, lo que es otra prueba más de que es Todopoderoso.

Esto, de todas formas, no son pretensiones religiosas cristianas ni nada por el estilo sino la simple apreciación de las cosas y de la realidad misma: todos somos distintos, nadie somos igual a otro y, ni siquiera, las personas que nacen siendo gemelos son iguales. Y es así: no lo son, cada cual es cada cual.

¿Queremos decir con esto que eso de la igualdad es un invento del hombre y ya está?

Sí y no.

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10.04.21

La Palabra para el Domingo - 11 de abril de 2021

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Como es obvio, hoy no es domingo 11 sino sábado, 10 de abril de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.  

 

 

 

Jn 20, 19-31

 19 Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar  donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.» 20   Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. 21   Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió,  también yo os envío.»  22 Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. 23 A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados;  a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»    24 Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» 25   Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.» 26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros.» 27  Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.» 28 Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío.» 29 Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído.» 30   Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. 31 Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.

  

COMENTARIO

 

Para que  todo lo que hizo tuviera sentido tuvo que aparecerse, Jesús, a sus discípulos que, con miedo, estaban escondidos. Sólo así comprendieron todos los, para ellos, extraños mensajes  que habían recibido de Él y que, en su tiempo, no entendieron. 

Y se presentó ante ellos con la paz por delante, como deseándoles lo mejor, la tranquilidad del alma, la mejor forma de manifestarse, la expresión pura y simple de su ser. 

Para que acabaran de creer, les enseñó las marcas de su Pasión. Así, todo se cumplía, la comprensión de sus seguidores fue total. 

Pero no bastó con esto. Era fundamental que, sobre ellos, exhalara el Espíritu Santo; que, como prometió, fuera conveniente, para ellos que Él se fuera, se marchara al Padre, porque enviaría otro paráclito, otro defensor, ese Espíritu que les iba a guiar, dirigir, marcar el camino hacia Dios.

Y también llevó a cabo el primer envío después de darles a aquel. Una misión: predicar el Evangelio, esa buena noticia que debían de llevar a todos,  con el poder de perdonar pecados, y de retener los que creyeran que debían ser retenidos. Todo un poder legítimo, significativo, creador de un nuevo mundo basado en su ejemplo, en su amor, en la Verdad que Él trajo, otros brazos para Dios. 

Y como era esencial llevar a cabo una definición, el establecimiento de un concepto claro y diáfano de Fe, lo hace en cuanto Tomás, llamémosle el incrédulo, duda de su presencia ocho días antes, ante sus apóstoles, allí, entre ellos, ante sus hermanos de fe. 

Y como este apóstol debía tocar para creer, ver para creer, mirar para creer, le conmina a lo que todos sabemos: trae tus dedos, mira mis manos, etc., ante lo cual no pudo salir otra cosa de su boca que la tan conocida expresión de Señor mío y Dios mío. 

Ante esta expresión de sumisión a Cristo, éste, define, de una manera radical (de raíz), básica, imperecedera, lo que es la Fe: creer sin haber visto; sin haber visto, dijo. Ahí reside el elemento fundamental de nuestra expresión como cristianos y como hijos de Dios: asentimos ante unos hechos, unas realidades que no somos capaces de comprender. Sin embargo, creemos, tenemos Fe. Y otra cosa que no sea eso, el cuestionar estos hechos y estas realidades con el pretexto de no ser demostrables es, ciertamente, la mejor manera de permanecer alejados del Mesías y, por tanto, de Dios, al que no vemos, pero oramos, seguros, como estamos, de que nos escucha pues, para esto resucitó Cristo. 

 

PRECES 

Pidamos a Dios por todos aquellos que dudan de Cristo. 

Roguemos al Señor. 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no aceptan la Paz de Cristo. 

Roguemos al Señor.

 

ORACIÓN 

Padre Dios; ayúdanos a no dudar nunca de tu presencia en nuestra vida.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

  

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

   

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos. 

Panecillo de hoy: 

Palabra de Dios; la Palabra 

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.  

8.04.21

J.R.R. Tolkien - Entre Bloemfontein y Bournemouth- Capítulo 11 y último– La jubilación de un genio

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Como es de imaginar, en determinado momento de la vida laboral de una persona llega aquel en el que, por prescripción de la ley, se pasa a la vida que se suele llamar tranquila por no tener que enfrentarse, día a día, con el ordinario bullir de la actividad de la que se formaba parte. Y eso también le pasó a J.R.R.Tolkien, pues una cosa es la eternidad a la que llegó su obra escrita y otra, muy distinta, el simple devenir de un ser humano en la existencia que le ha tocado vivir limitada en años, en cuanto a su propia vida y, más aún, en cuanto a su experiencia laboral. 

Podemos decir que no es que nuestro autor llevara poco tiempo desempeñando su trabajo. Y es que cuando llegó el año 1959, momento el que se jubila Tolkien padre había estado 40 años sometido a horarios académicos, exámenes (propios y de otros) y, en fin, a toda la presión que supone tener una dedicación, además, como él la tenía que no era, precisamente, menor ni de poca importancia sino, al contrario, lo más que podía y lo más atenta que le daba su especial carácter. 

Por tanto, ahí tenemos jubilado al profesor, con 67 años, y sometido a la totalidad de realidades que supone tal momento en la vida de una persona. 

Aunque el que esto escribe no ha llegado a tal momento, es bien cierto que son bien conocidas las circunstancias en las que se encuentra una persona que deja de trabajar y, más aún, si ha sido durante muchos años y en el mismo ámbito laboral. Es decir, que mucho iba a perder este buen hombre. 

Estamos más que seguros que, siendo Tolkien como era, no le fue fácil ver la nueva vida que ante sí se presentaba como algo agradable. Y es que debía adaptarse a lo que había sido su existencia en la gran mayoría de sus años de vida y eso, se diga lo que se diga, no puede ser fácil. 

Su esposa, Edith, por aquel entonces, se encuentra delicada de salud pues padece artritis y eso, como es de espera, hace difícil la simple movilidad de su Lúthien. Además, es lógico que un profesor como había sido J.R.R. Tolkien, con una obra escrita ya consolidada (¡por fin consolidada!) y conocido como una verdadero genio del género fantástico (en todos los sentidos esto) no iba a dejar de recibir de repente todo tipo de invitaciones a eventos, reuniones de aquello a lo que pertenecía y, en fin, todo tipo de reclamaciones que con gusto hubiera atendido pero, seguramente y con acierto, consideraba mejor estar al lado de Edith y atenderla lo mejor posible. Además, vivían a 3 kilómetros del centro de Oxford y eso, ahora, no facilitaba nada las cosas. 

Ahí tenemos a John, sin nada laboral que hacer y aislado, casi, del mundo. Y, por tanto, no nos extraña que por mucho empeño que pusiese en la cosa, El Silmarillion, aquel principio de todo, no podía ser acabado y eso debía dolerme mucho al subcreador de todo un mundo. Sin embargo, para él, la prioridad era su esposa y eso no se lo podemos echar en cara nada de nada… 

Como antes hemos dicho, todo se le junta al bueno de Tolkien: ser reclamado por muchos que lo requerían para que hablase, explicase, diese conferencias o, en fin, todo aquello de lo que aún era capaz; seguramente, seguir recibiendo muchas visitas en su domicilio de Oxford y la situación de Edith. Y deciden cambiar de residencia a un lugar más tranquilo donde ver pasar el tiempo que les quedase de vida a los dos.

Playa de Bournemouth – Bournemouth – atracciones turísticas, Tropter.com

Es Bournemouth el lugar escogido para eso. En la costa inglesa donde las personas que allí viven son, en una mayoría, de edad avanzada y que han pensado en tal lugar para vivir tranquilos después de una vida entregada al trabajo. Vamos, un lugar para descansar de verdad. 

Lo que aquí pasa no es que hayan escogido tal lugar, digamos, por casualidad ni nada por el estilo sino porque muchas otras veces han ido allí para pasar unas vacaciones en el mar y, además, su esposa Edith (siempre poco relacionada con el personal académico de Oxford) con el tiempo fue haciendo amigos en tal pueblo. La decisión, por tanto, era la lógica y normal. 

No resulta, por eso, nada extraño que tanto uno como otra estén de lo más contentos pues, por una parte, Edith puede hacer, por fin, vida social y Tolkien se aleja un poco del, sí, querido pero bullicioso y, al fin y al cabo, pesado mundo de Oxford. Y es que por entonces, 1968 nuestro autor está muy cerca de los 80 años que es una edad en la que se busca, mejor, la tranquilidad y el sosiego… Además, quizá sería entonces el momento perfecto para terminar El Silmarillion y darle un resultado final adecuado. 

Pero pasó lo que, por ley de vida, debía pasar y el 29 de noviembre de 1971 fallece su esposa Edith aquejada por una dolorosa enfermedad. Y Tolkien, incluso siendo más mayor que cuando llegó a la costa, regresa a Oxford donde, entonces sí, puede acudir a eventos y cenas en el ámbito universitario y, ahora sí también, siendo un hombre con “posibles” económicos y no cuando debía corregir exámenes ajenos para poder sacar a su familia adelante… 

No es poco decir que Tolkien se dedica a lo que más le gusta: visita a sus hijos y a su hermano, Hilary, y se encuentra, suponemos que muchas veces, con Christopher Wiseman, que era miembro de aquel T.C.B.S. que fue truncado por la Primera Guerra Mundial por la muerte de alguno de sus miembros. 

Viendo que ya no podía terminar El Silmarillion encomienda a su hijo Christopher que se encargue de hilvanar aquellas historias que podían parecer hijas, cada una, de un padre y una madre y que le diera forma definitiva. Y, como sabemos, acabó haciéndolo unos años después. 

Y ya, otro mes de noviembre como el mismo en el que el Creador se llevó a Edith, pero de 1973, menos de dos años después de que perdiera a su Lúthien, aquel hombre que había sido capaz de sobreponerse a todos los obstáculos que se le presentaron en su vida de escritor y aquel hombre que supo hacer aparecer un mundo donde no lo había y, en fin, aquel hombre que ha pasado a la historia de la literatura como un verdadero genio, se fue, en silencio. Era, entonces, un 2 de septiembre (1). Y se cerró, para él, la ventana desde la que podía ver la Tierra Media y, para nosotros, se abrió. Así son las cosas.

    

(1) Tengo que reconocer que a la hora de poner la fecha de fallecimiento de J.R.R. Tolkien tuve un terrible fallo y escribí que había fallecido el 2 de noviembre. Dos amables lectores me han hecho saber tal circunstancia y, raudo, he cambiado la fecha. Sin embargo, no queriendo que pase por verdad lo que no era (mi equivocación) reconozco que no sé la razón de tal error aunque me gusta creer que fue para darle dos meses más de vida a nuestro Maestro aunque también se podría decir que eso son, como dice el dicho, “excusas de mal pagador". En fin… ¡cosas que pasan!

Eleuterio Fernández Guzmán- Erkenbrand de Edhellond

6.04.21

Imagen de Lolo y Tíscar con Virgen al fondo

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

No sé qué cómo hablar de Tíscar

y lo qué decir para que se acerque

a lo que es y a lo que siento

“Dios habla todos los días”, p.118

 

Es cierto y verdad que Manuel Lozano Garrido, nació, creció y murió en Linares (Jaén, España) Y allí hecho sus raíces más comunes, aquellas que llevó al mundo desde su sillón de ruedas y el mundo acogió como las suyas propias.

Sin embargo, hay otro lugar que bien podríamos denominar el lugar donde reposaba su cuerpo y su alma sobrenadaba las dolorosas circunstancias de su vida. Y es que en Tíscar, aldea de Quesada, en la Provincia de Jaén, nuestro amigo cargó algo más que las pilas, como diríamos hoy día…

En realidad, esto mismo (pero mucho mejor dicho) lo pone negro sobre blanco Lolo en algunos de sus escritos donde vemos que reposa el Valle de Belerda, el propio Tíscar y el Santuario donde la Virgen que lleva el nombre de la aldea tantas veces Lolo visitó y gozó.

Así, por ejemplo, esta es la relación de artículos publicados por Lolo en los que Tíscar y su Virgen es testigo de su vida:

1. Crepúsculo de otoño en Tíscar, publicado en la Revista “Úbeda” el 3 de julio de 1953,

2. Cuatro mil cohetes estallan en la romería de Tíscar, publicado en la Revista “Úbeda”, en octubre de 1956,

3. El barro bíblico reza en Tíscar, publicado en la Revista “Linares”,  en enero de 1959; y, por fin,

4. Cazorla, una custodia natural con el viril de la Virgen de Tíscar, publicado en el Diario “Jaén”, el 9 de junio de 1963.

Esto, como vemos, encierra mucho pues en todos los títulos aparece el nombre de Tíscar cuando, a lo mejor, podría haber dicho, por ejemplo “Cuatro mil cohetes estallan en la romería de la Sierra” o “Crepúsculo de otoño en el monte”… Y es que estamos seguros de que Manuel Lozano Garrido tenía un amor muy especial por aquella tierra de montaña donde una Virgen lo esperaba siempre aunque él fuera de cuando en cuando…

Santuario de Tíscar. Manuel Asensi en "Dios habla todos los Días"

Pero es que, como no podía ser de otra forma, en sus libros aparece también Tíscar. Así, en su “Dios habla todos los días” Lolo habla de su amada tierra de Quesada (donde está Tíscar, como aldea) Lo hace entre las páginas 117 y 124 de la edición primera publicada en 1961 o entre las páginas 134 y 142 de la edición más reciente, la del año 2000. Y, en verdad, de las mismas, de tales palabras, se puede obtener un buen fruto para el alma.

¡Qué bien lo describe todo Lolo! Y es que,  según podemos ver en la imagen que aquí hemos traído (el dibujo de Manuel Asensi para, precisamente, ”Dios habla todos los días”) las palabras de Lolo están pues al dedillo de las cosas, tal que así (y rogamos encarecidamente seguir la descripción que hace Manuel del dibujo y el dibujo mismo):

“Los dedos que suben por detrás, son los picachos; en la yema del anular está el castillo, como una oración brava y palpitante; en el dedo corazón, que es el más largo, se encarama la Peña Negra, un cóndor pardo y solitario que toma fuerzas para seguir la altura.

El nido fue hecho, mitad desde arriba, mitad por los hombres, para que allí tenga cordialidad de hoguera una Virgen de órbitas como lagos, susurrantes, fluidas, soberanamente cándidas. Ahí, en el nido del Santuario, estamos ahora nosotros. Más abajo, a la altura de la muñeca del brazo en pie, mana, como un pulso, la vena de un río cascabelero y juguetón que se mete en la carne de la montaña, a nuestros pies, por una quebrada de rocas. Cuando vuelve luego al otro lado, se desmelena y canta por el valle su visión de estalactitas subterráneas.”

Luego dice Lolo que “Esta es una imagen instantánea, casi como un golpe de ‘flash’ que me nació el primer día al borde de la carretera, apenas con el obturador abierto en la revuelva de un camino.” Pero es que, y aquí radica mucho de lo que es aquella tierra para Lolo, escribe esto:

“Pero luego resulta que Tíscar, asimilado lentamente, a sorbitos, ensancha más aún la grandeza de un trozo de tierra aupada.”

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5.04.21

Sobre Tradición y Conservadurismo: Fe y Valores tradicionales

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 Nos hacemos conservadores a medida que envejecemos, eso es cierto. Pero no nos volvemos conservadores porque hayamos descubierto tantas cosas nuevas que  eran espurias. Nos volvemos conservadores porque hemos descubierto tantas cosas viejas que eran genuinas.

G.K. Chesterton

Muchas personas invocan, en defensa de su mayor o menor ateísmo o, incluso, a favor de su agnosticismo, la especie según la cual no son capaces de entender que sea necesaria la fe cristiana (aquí sólo se habla de esa al considerarla como la única verdadera de las que dicen haber en el mundo) y que, en verdad, ni les interesa ni tiene visos la cosa de que les interese en un futuro.

En realidad no han entendido o no quieren entender que el ser humano es uno que lo es eminentemente religioso en el sentido de que todos, se quiera reconocer o no, tenemos en nuestro corazón, escrita, la ley de Dios, estado que definió muy bien San Pablo en el capítulo 2 de su Epístola a los Romanos. Y los Padres de la Iglesia entendían que el hombre “tiene el deseo del infinito”.

Tal voluntad, aún sin reconocer que exista, no puede quedar encerrada en una que lo sea contraria a tal infinitud porque sería ir contra su propia naturaleza; es más, contra su propia sobrenaturalidad.

Cabe, sin embargo, empezar por el principio para que se pueda distinguir lo que es tener fe de no tenerla y si, así, es importante tenerla o, al contrario, es mejor olvidarse de ella.

Podemos decir que tener fe supone, más que nada, mostrar obediencia a la palabra que se ha escuchado de parte de Dios y es que, en sí misma, es la Verdad misma.

Por tanto, no es cuestión baladí darse cuenta de que la fe nos vincula, directamente, al Creador y que, al contrario, no tenerla, nos desvincula de Él y, si bien nos puede permitir llevar una existencia considerada por nosotros mismos como libre no es menos cierto que, según lo dicho arriba sobre el ansia de infinito que a todos nos llena por dentro, se trataría de una libertad que muere al ser, ella misma, así considerada.

¿Cómo, por tanto, ha de ser la fe que tengamos? Y, es más, ¿la fe que tengamos ha de tener relación con una serie de valores que, por decirlo pronto, podemos llamar “tradicionales”?

La importancia de tener una fe de niño, que ama, que siempre sabe que sus padres entregarán su propia vida por él…amor sin condiciones y a cambio de nada… sin egoísmos adultos, resulta fundamental.

Lo recoge Mateo, el que fuera publicano, en su evangelio (19,14): “Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis porque de los que son como éstos es el Reino de los Cielos

Nadie, pues, debe corromper a un niño de Dios, a un creyente, digamos, pequeño, que con su fe humilde confía en sus pastores. Por eso, no es de recibo (y es muestra de tener poca fe) la transmisión de una fe falseada y alejada de la fe del Creador y de su Iglesia.

Eso es no tener fe. ¿Y entonces?: también lo dice el mismo evangelista, un poco antes del texto anterior (Mt 18,6) “Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar”.

Cabe, entonces, que concurran en nosotros, cual niños en la fe, las siguientes características:

-Educabilidad o propensión a aceptar la educación en la fe.

-Confiabilidad o sometimiento a Dios porque se está seguro de su bondad.

-Humildad porque sabemos que somos limitados y, también, débiles.

Son tres realidades espirituales que podemos aceptar o no porque Dios nos da la libertad para hacer una cosa o la otra, pero la fe exige, como poco, el cumplimiento de tales comportamientos filiales.

Por otra parte, ¿Qué motiva la actuación humana cuando no se tiene fe?

A lo mejor supuestos buenos motivos pues el motivo no es más que expresión del querer personal e intransferible. Sin embargo, al estar vacíos de contenido espiritual no se tiene sustento superior a la propia humanidad. No son, pues, sobrenaturales sino, en todo caso, materiales y, por eso, limitados y no eternos.

Y ¿cuál es el camino que sigue quien no tiene fe?

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4.04.21

La Palabra para el Domingo - 4 de abril de 2021

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Jn 20, 1-9

 

“1 El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. 2 Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: ‘Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.’ 3 Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. 4 Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. 5       Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. 6 Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, 7 y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. 8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, 9 pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.”

      

COMENTARIO

 

¡Resucitó!

 

Es de imaginar cómo se encontrarían los discípulos más allegados de Jesús tras la muerte en la cruz del Mesías. Por mucha confianza que hubieran tenido en Aquel que les enseñaba, su huida en el momento crucial de la cruz nos hace suponer que tenían mucho miedo y, por eso, estaban escondidos. Y no es extraño que lo tuvieran porque sabían a la perfección que los poderosos que habían conseguido, de aquella manera, la muerte del Maestro, no dudarían en matar a sus discípulos más allegados porque podían continuar con la labor iniciada unos años antes por el carpintero de Nazaret. 

Sin embargo, alguien que amaba mucho a Cristo salió a visitar a su Señor. María Magdalena fue muy pronto, de madrugada, quiso visitar a quien tanto bien le había hecho. Sin embargo, no encontró, siquiera, el sepulcro cerrado y eso le extrañó sobremanera. No era normal, ni esperado, que nadie hubiera movido la piedra que tapaba el sepulcro y que se hubieran llevado al Maestro. No era lo que la Magdalena podía querer ver ni ser testigo. 

Los demás debieron tomarla por desequilibrada porque no iban a creer que Jesús iba a haber desaparecido sin más ni más. Por eso corrieron al encuentro de los restos del Hijo de Dios. Pedro era mayor que Juan  y eso le hizo llegar después que el discípulo amado que vio lo que vio que fue, más o menos, que Jesús no estaba donde debía estar y que, a lo mejor, alguien se lo había llevado. Pero no quiso entrar tal era la situación en la que se encontraba Juan. 

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3.04.21

Sábado Santo

Sábado Santo: Esperamos con María

Hay silencio en el mundo

porque ha muerto el Hijo

y nadie sabe que a los infiernos

ha descendido el Bendito.

 

¿Qué a los infiernos ha descendido

el santo de los santos

a liberar a los allí sumidos?

 

El mundo no sabe e ignora

que en unas pocas horas

saldrá del sepulcro ahuyentando

a la vencida muerte,

que sus manos y su costado

mostrará al incrédulo,

que habrá cumplido lo apuntado

tiempo atrás cuando enseñaba

lo importante de la Palabra.

 

Hay silencio en el mundo

porque dejaron en su tumba

a quien tanto habían amado

y sin comprender de sus palabras

lo que habían escuchado. 

 

Silencio que mata el amor,

la esperanza agazapada

por miedo a los que quieren

que su nombre no sea ni citado,

silencio, calla el mundo,

los discípulos atribulados.

 

Más María, la Madre del sepulcrado,

acompaña su tristeza con la oración

al Padre amado,

quisiera que todo aquello

no fuera más que un sueño

pero sabe que su hijo

que ya lo había anunciado

no iba a renunciar a lo que había

proclamado.

 

Hay silencio en el mundo

porque no sabe lo que viene,

duerme la vieja Pascua

y con ella los más fieles.

 

Los Apóstoles tienen miedo

de sus hasta ahora hermanos,

miedo de terminar

como Cristo había terminado.

 

Sábado de silencio,

en los corazones un tiempo

de meditar porque lo Luz

se apagó en muriendo.

 

Hay silencio en el mundo,

orar, quizá esperando

no sabían muy bien qué

pero orando y meditando.

 

Vigilia, pues, esperando;

Vigilia, entonces, orando,

esperamos que llegue mañana

para que Cristo, el resucitado,

vuelva a llenar los corazones

de todos los sus hermanos

que saben que la esperanza

ni muere ni iba a abandonarnos.

 

Hay silencio en el mundo,

silencio, mas silencio esperanzado

y es que mañana es Resurrección

y hoy Sábado Santo. 

Eleuterio Fernández Guzmán

   

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos. 

Panecillo de hoy: 

Silencio… que Cristo está llegando…

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.  

2.04.21

En este primer viernes de Nisán

Semana Santa 2019: ¿Qué se celebra en Viernes Santo?

Ciertamente, la noche anterior, la del jueves, no había ido demasiado bien. Y es que al Maestro lo habían prendido en el Huerto que llamamos de los Olivos porque uno de los nuestros, Judas, lo traicionó. Y es verdad que eso a todos nos pareció más que mal pero, de todas formas, aquel hombre, quien acabó entregándolo a los guardias del Templo, había dado muestras de no estar siempre de acuerdo con el hijo de María y de José. 

-¿Sabes, Maestro, que nosotros esperábamos un Mesías guerrero que terminara con la dominación romana y nos volviera a hacer grandes y fuertes?, fue lo que le dijo en una de aquellas ocasiones en las que el Maestro nos hablaba y nosotros preguntábamos. 

Nos quedamos todos mirando a Jesús porque estuvo un momento callado y parecía que no iba a contestarle pero no fue así. 

-Mira, Judas, es verdad que nuestro pueblo tenía puesta la esperanza en la llegada del Mesías que Dios iba a enviar cuando creyera que era el momento oportuno. Y hay muchos que querían que a la sangre se respondiera con sangre, a los saqueos con violencia y a los impuestos con robos… Sin embargo, amigo, y como os he dicho muchas veces, a eso sólo se puede responder con amor porque es lo que quiere mi Padre. 

-Pero Maestro – repuso Judas – lo único que has ganado con tu forma de hacer las cosas es enemigos entre los poderosos de los nuestros, de nuestro pueblo. Y, además, nos pones en peligro a nosotros mismos, los discípulos que más cerca de ti estamos. 

Volvió a guardar silencio el Maestro. 

-Es verdad, Judas, que os pongo en peligro porque como a mí me están persiguiendo, a vosotros también os van a perseguir porque sois mis discípulos más cercanos, los que habéis escuchado de mi boca lo que mi Padre quiere que diga y ellos saben que seguiréis el camino que he marcado y que, hasta ahora, habéis andado conmigo. 

La verdad es que aquellas palabras nos preocuparon a todos porque no era fácil aceptar que lo mismo que lo estaban persiguiendo a él, y anoche, después de la cena vimos lo que pasó cerca de Jerusalén con aquel beso de Judas, iba a pasar con nosotros. Y nos espantamos bastante pero nadie dijo nada. Y, luego, pasó lo que pasó con aquel que tantas veces se había quedado con la bolsa del dinero que decía era para los pobres… ¡y él lo era! 

Bueno, el caso es que estamos aquí escondidos porque sabemos que corremos un serio peligro. Y es que después del juicio falso al que han sometido al Maestro, a la manipulación en las pruebas (¡cuánto dinero habrá gastado el Sanedrín en sobornos!) y a la condena a muerte… en fin, como que nos han quedado pocas ganas de que se nos viera en la calle. Y sólo Juan, el más joven de entre nosotros y algunas mujeres entre las que se encontraba María, la madre del Maestro, han tenido arrestos para seguir toda la comitiva de muerte hasta el Gólgota y allí lo han visto morir después de ¡haber pedido a Dios que perdonara a los que lo mataban porque no sabían lo que hacían! ¿Cómo que no sabían lo que hacían? Pues bien que clavaron los clavos y quisieron darle vinagre en vez de agua… 

Nosotros, hoy que es viernes, debemos permanecer escondidos porque mañana es día grande de la Pascua. De todas formas, algunas mujeres han ido al sepulcro que ha dejado el de Arimatea para poner allí al Maestro con el fin de asearlo y dejarlo todo como debe ser dejado aunque es seguro que tendrán que volver el domingo pues es ya tiempo de volver a casa y no habrán podido terminar su especial y doloroso trabajo. 

Sea, de todas formas, lo que Adonai quiera que sea pues todo está en sus manos y nosotros así lo aceptamos.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

   

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos. 

Panecillo de hoy: 

¡Qué cosas tiene Dios!: un día triste y alegre, a la vez, este viernes…

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.  

31.03.21

Semana Santa: lo que ha de venir

Semana Santa 2019: ¿Qué se celebra en Viernes Santo?

Si contamos desde el Domingo de Ramos, el pasado 28 de marzo y el que lo es de Resurrección, este año el 4 de abril, resulta que hoy miércoles, 31 de marzo, no sólo es el último día del presente mes sino que, además, supone exactamente la mitad del recorrido de la Semana Santa. Es decir, cosas han pasado desde Ramos pero han de pasar muchas más hasta que el Hijo de Dios vuelva a la vida y, de paso, abra la puerta del Cielo a los que en Él creen. 

Como, como diría aquel, lo pasado, pasado está, seguramente es más conveniente, como titulamos esto, centrarnos en lo que ha de venir pues, además, supone en centro espiritual de estos ocho días en los que el ser humano pasó de estar condenado a estar salvado y eso, se diga lo que se diga, no es poca cosa sino mucha y más que mucha… 

El Triduo Pascual y el Domingo de Gloria, pues es lo que pasa el próximo 4 de abril, Nisán que tanto recuerda aquel primero de la historia de la salvación cuando el Hijo de Dios fue clavado en dos maderos que, ¡cosas de Dios!, fueron los que no salvaron; Triduo, pues, y Gloria, luego, es lo que viene de inmediato, ya, mañana mismo. 

A estos días, por lógica y por fe, llamamos “santos”. Es decir, Jueves “Santo”, Viernes “Santo” y Sábado “Santo” (del silencio y la espera de lo que ha de venir…) Y lo hacemos así no porque los días, en sí mismos, lo sean sino porque Quién aquí importa, Cristo, los santifica y dignifica de tal manera que ellos mismos pasan de ser unos días más, unos ordinarios días a ocupar un lugar muy importante en la historia de la salvación pues todo esto es propio, precisamente, de la salvación y no a otra cosa se refiere . 

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29.03.21

Una Semana que es Santa

Semana Santa 2019: ¿Qué se celebra en Viernes Santo?

Cuando ha pasado ya el tiempo en el que hemos traído a nuestra actualidad el recuerdo de la Pasión de Nuestro Señor tras haber entrado entre multitudes agradecidas en la Ciudad Santa de Jerusalén, deberíamos preguntarnos si tal tiempo, llamado fuerte en materia espiritual, tendrá buenos frutos para aquellos que nos consideramos discípulos de Quien murió, precisamente, por nosotros.

Sabiéndolo, murió,

murió y fue salvación nuestra.

 

Si entendemos que en el Domingo de Ramos, en el nuestro, en el de ahora mismo, hemos acudido jubilosos a adorar a Cristo que entra en nuestra vida para dejar una huella perenne y hemos gozado con su Palabra y con su llegada a nosotros… entonces el fruto de esta Semana Santa habrá sido provechoso y podremos decir, con verdad, que Cristo vive y lo hace para siempre y para volver cuando Dios quiera que vuelva.

 

En gloria entra, en alabanzas

se entrega.

 

Si creemos que con la Última Cena Cristo hizo algo más que comer la Pascua con sus más allegados Si estamos en la seguridad de que se mostró servicial para que todos lo seamos, que  instauró la Santa Misa para que, como Eucaristía o acción de gracias, lo recordáramos todo en memoria suya;  que, por eso mismo, se quedó para siempre con nosotros hasta que vuelva cuando sea el momento oportuno… entonces el fruto de esta Semana Santa será grande y, con el mismo, podremos caminar hacia el definitivo Reino de Dios con la seguridad de hacer su voluntad.

 

Entre sus amigos, con nosotros

y con ellos, conforma su recuerdo,

un servicio al universo.

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