Ventana a la Tierra Media – Y de la música surgió todo – 1- La batalla del Principio
Existía donde Ilúvatar y el Vacío exterior. Y Melkor tomó del Vacío la negritud y lo oscuro y lo trasladó junto a los demás Ainur. Y surgió una discordancia que fue el inicio de la existencia del Bien y del Mal, de la Creación y de la destrucción.
La batalla del Principio
Nada ni nadie había antes que Eru, llamado también Ilúvatar, pues todo fue creado por Él. Y empezó por el principio en aquel Principio de todo.
Y Eru creó a los Ainur, espíritus superiores de entre los que vendrían a ser creados por el corazón y la mano de Ilúvatar.
Quiso Eru que aquellos que había creado tomasen parte en la aparición de todo. Y les propuso que elaborasen una música especial con la que todo aparecía porque todo surgió la música. Y por muy extraño que nos parezca a nosotros, los hombres, única raza que queda de las que hubo entonces, ciertamente eso fue lo que pasó según cuentan antiguas historias que incluso podríamos llamar viejas.
Y aquel contador de historias continuó pues todos lo miraban con ansia de conocer, de saber cómo habían sido aquellos primeros tiempos de los que todo vino a ser lo que hoy es, Edades de por medio, por supuesto.
El fuego, reavivado varias y muchas veces, hacía que el ambiente fuera agradable, acogedor, y no había allí nadie dispuesto a marcharse.
- ¿Y qué pasó entonces?, preguntó el hijo pequeño de Hirum.
- Paciencia, paciencia pequeño. Pues fue esto.
Como he dicho antes, Ilúvatar quiso que fuese lo que no había sido hasta entonces y creó a los Ainur. Eran poderosos y obedecían en todo a su Creador. Bueno, pero no todos, no todos, pues había uno, al que llamamos Melkor y luego llamaríamos Morgoth, que no estaba de acuerdo ni con la música propuesta por Eru ni con los acordes que los demás Ainur habían sometido al apreció de Ilúvatar ni con nada de aquello. Él quería improvisar según su gusto que, como sabemos, no era nada diáfano sino todo lo contrario.
Quería ir por libre e hizo su música. La verdad es que a nadie le gusto aquella forma de interpretar la melodía que les había dado Eru para que, con ella, hiciesen su música. Y era discordante porque había tomado del Vacío Exterior lo negro y eso no era buena cosa para lo que debía crearse.
Ciertamente, podemos decir que Melkor era, al fin y al cabo, un pobre Valar porque su ansia de poder lo desgajó de aquel mundo perfecto que estaba naciendo y luego, como todos sabéis, pasó lo que pasó a lo largo de las Edades que han pasado desde aquel primer entonces y ahora, cuando os cuento esto para que nunca olvidéis que es buena cosa mirar para otro lado cuando Erú sostiene una cosa y que no es nada perfecto hacer, justamente, lo contrario…
Sabéis muy bien que Melkor no era un Ainur cualquiera sino que Eru le había dado los dones mejores de los que podía dar Ilúvatar. Y también el mejor conocimiento además de contar, para sí, con algunos de los dones que le habían sido otorgados a sus hermanos. Por eso era a quien más se le podía exigir obediencia a Quien todo lo había hecho, también, por él. Pero no fue así.
Melkor visitó demasiadas veces el Vacío. Y lo hizo porque quería tener para sí la Llama Imperecedera y así poder crear, él también, como lo hacía Eru. Pero no la encontró pues sólo está con Ilúvatar y no estaba al alcance, ni siquiera, de un tan poderoso Valar.
Lo que le pasaba a Melkor es que no quería que el Vacío estuviese, así, vacío. Y lo que consiguió fue que, al estar en tantas ocasiones sin la compañía de los otros Ainur empezó a pensar según su negro pensamiento. Y empezó a tejer en su corazón venganzas y odios.
Y con todo aquello que Melkor llevó del Vacío compuso una música que tanto discordó con la de los demás que sustentó una verdadera batalla en la que la tormenta y el desvarío tomaron el lugar del orden y de lo bien hecho. Y eso impacientó a Eru e hizo cesar, de inmediato, la música. Y lo hizo airado contra Melko porque sabía que había sido él y no otro quien había protagonizado aquel desorden que tanto daño estaba haciendo a los demás Ainur y, por tanto, a la misma creación.
Y entonces Eru dijo algo que daño mucho el orgullo de Melkor y que sería el origen de todo el Mal que luego promoción: todo viene de Ilúvatar y nada de lo que se haga puede hacerse sin ser Él la fuente.
Y Melkor tomó aquello no sólo como una acusación sino, sobre todo, como un reto que nació de la vergüenza que sintió por haber sido descubierto.
- Y por hoy ya es suficiente, niños. El próximo día continuaremos con esto que no es una historia o un cuento para entretener sino lo que, verdaderamente, pasó.
Y no nos despedimos sin decir que hubo una general queja de los pequeños.
(Continuará)
Eleuterio Fernández Guzmán- Erkenbrand de Edhellond
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Tierra Media: otra Tierra, esta Tierra.
Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.