Como es obvio, hoy no es domingo 15 sino sábado, 14 de agosto de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.
También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.
Lucas 1, 39-56
“39 En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; 40 entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
41 Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; 42 y exclamando con gran voz, dijo: ‘Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; 43 y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?
44 Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.
45 ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!’
46 Y dijo María: ‘Engrandece mi alma al Señor 47 y mi espíritu = se alegra en Dios mi salvador =
48 porque = ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, = por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, 49 porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, = Santo es su nombre = 50 = y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. = 51 Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón.
52 = Derribó a los potentados = de sus tronos = y exaltó a los humildes. = 53 = A los hambrientos colmó de bienes = y despidió a los ricos sin nada. 54 = Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia = 55 - como había anunciado a nuestros padres - en favor de Abraham y de su linaje por los siglos.’
56 María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.”
COMENTARIO
Magnífica Madre
Cuando María, una joven judía que había recibido la visita de Gabriel, el Ángel del Señor, dijo sí a la propuesta del enviado por Dios supo, de inmediato, que tenía que acudir allí donde era necesitada y que no era otro lugar que junto a Isabel, quien estaba esperando un hijo según se le había comunicado.
Este gesto que puede parecer poco importante denota, él mismo, que el ansia de servir a los demás fue manifestación temprana de quien iba a ocupar un lugar importante en la historia de la salvación.
Mucho se confirma cuando Isabel le dice a María que había notado como el hijo que llevaba en su seno, que, a la sazón sería Juan el Bautista, “saltó de gozo” en su vientre pues no sólo la visitaba una prima sino, sobre todo, “la madre de mi Señor”. Esto indica, por otra parte, que el Espíritu Santo había hecho todo lo posible para que Isabel fuera consciente de que lo que decía, lo sentía y que reconocía a las dos personas que estaban ante ella: María y Jesús que sería así llamado como bien dijo Gabriel a la Madre.
Pero, como cumpliendo lo que años después dijera Jesús a sus discípulos en el sentido de que, en algunos momentos se les diría, a través del Espíritu Santo, lo que tendrían que decir, se anticipa tal situación. María, en su expresión, llamada Magnificat, demuestra que es bien cierto que sólo pudo ser la Tercera y Santísima Persona la que, a través de los labios de la desposada de José, manifestara tanta sabiduría y tanto conocimiento.
No me puedo resistir a poner, aquí mismo, el Magnificat por mucho que esté arriba.
“Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como había anunciado a nuestros padres, en favor de Abraham y de su linaje por los siglos.”
Llama a Dios salvador porque salvó, porque salvará, al mundo, de la tragedia y la fosa de la que tanto habla el salmista; se llama María esclava, entrega a Dios, porque se siente, a lo mejor, la última de las mujeres y así, la primera de las siervas del Creador y es profeta por saberse bienaventurada por los que han de venir.
Por otra parte, al respecto de Dios, reconoce la misericordia que le ha llevado a perdonar las ofensas que su pueblo elegido le infirió; distingue entre riqueza material y riqueza de corazón y, por eso, a los soberbios los dispersa y a los ricos los derriba para poner en su lugar a los humildes, verdaderos reyes en el reino de Dios porque tal es su primera ley, la de la cariad y el amor.
Y, sobre todo, en cumplimiento fiel de lo que prometió, no abandonó a Israel suscitando, entre los suyos, a quien supo, con su Fiat, hacer posible que Su plan se cumpliera.
Dice, además, san Lucas que María “permaneció con ella unos tres meses” que debieron ser los que faltaban para el nacimiento de Juan (Pues Gabriel le había dicho, como recoge Lucas “Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios”). Y esto supone que tuvo que estar presente en el nacimiento del que iba a ser último profeta del Antiguo Testamento y bautista del Hijo del hombre, Cordero de Dios y Dios hecho hombre.
No es de extrañar, por tanto, que María ascendiese al cielo en cuerpo y alma.
PRECES
Por todos aquellos que no conocen a María o que, si la conocen, no comprenden la importancia de la Madre en la salvación eterna.
Roguemos al Señor.
ORACIÓN
Padre Dios; ayúdanos a buscar a María, a encontrar a María, a amar a María
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.
Eleuterio Fernández Guzmán
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Palabra de Dios; la Palabra.
Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.