La Palabra para el domingo - 5 de diciembre de 2021
“Como es obvio, hoy no es domingo 5 sino sábado, 4 de diciembre de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.
También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.”
Lc 3,1-6
“1 En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene; 2 en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. 3 Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados,4 como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas; 5 todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos. 6 Y todos verán la salvación de Dios.”
COMENTARIO
Lo que dice el Bautista, Juan
Los datos lo dicen con toda claridad. En un momento determinado de la historia de la humanidad en el Imperio Romano a una persona muy concreta, un hijo, el hijo, de Zacarías e Isabel, Dios le dirigió la Palabra, Su Palabra. Había llegado el momento de que se manifestase, otra vez, al mundo, el Creador. Y Juan, aquel profeta que vivía el desierto, había sido la persona elegida para que, a través de su labor predicadora, se fuesen allanando los caminos del Señor.
Juan, como sabemos, era pariente muy cercano de Jesús. Primos segundos, para más señas. Y por sus venas corría sangre divina: en el caso de Jesús, por ser María su Madre y en el caso de Juan por haber querido Dios que naciese, de aquella mujer a la que llamaban estéril, el último profeta del Antiguo Testamento.
Y Juan había venido para anunciar al Cordero de Dios. y, para eso, tenía que decir lo que muchas personas no querían escuchar. Pero lo tenía que hacer… y lo hizo sin temor alguno a las consecuencias que eso pudiera acarrearle que, como sabemos, fueran bastante terribles.
Bautizaba
Juan utiliza el bautizo para perdonar los pecados. Lo hace en nombre de Dios mientras que Jesús lo hace en nombre de sí mismo que es Dios hecho hombre. Perdonaba para que se siguiera una nueva vida y se olvidara la anterior que fuera pecadora. Y lo hacía con agua, en el agua del Jordán.
Era la voz que clama en el desierto
Juan el Bautista clamaba en el desierto. No era, sin embargo, un desierto sólo físico sino también espiritual porque es lo cierto que el pueblo elegido había abandonado mucho la voluntad de Dios y que necesitaba restaurar un corazón limpio y puro. Y para eso había sido llamado aquel joven.
Juan anuncia
Lo que aquel profeta dice a quien lo quiera escuchar es muy importante: hay que enderezar lo que se ha torcido porque lo torcido no lo quiere Dios; lo malo será transformado en bueno por la mano del Creador y todo aquello que se había trastornado será puesto en su recta forma de ser. El Creador, a través de Juan, el Bautista, anuncia lo que es mejor para aquellos otros nosotros y, así, para nosotros mismos.
Una meta muy deseada
El final de lo que sería aquella predicación: el final para quien cree en Dios y tiene intención de permanecer, para siempre, siempre, siempre, ante la Visión Beatífica y gozar de la eterna Bienaventuranza, es claro: salvación alcanzada por medio de Aquel que había venido y a quien, pronto, el Bautista, llamaría Cordero de Dios y a Quien, como sabemos, muchos acabaron siguiendo.
PRECES
Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren enderezar su vida para dar gloria a Dios.
Roguemos al Señor
Pidamos a Dios por todos aquellos que no sienten la necesidad de salvarse.
Roguemos al Señor.
ORACIÓN
Padre Dios; ayúdanos a escuchar muy atentamente las palabras de tu profeta.
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.
Eleuterio Fernández Guzmán
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Palabra de Dios; la Palabra.
Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.