La Palabra para el Domingo - 26 de diciembre de 2021
Como es obvio, hoy no es domingo 26 sino sábado, 25 de diciembre de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.
También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.”
Lc 2, 22-35.39-40
“22 Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, 23 como está escrito en la Ley del Señor: = Todo varón primogénito será consagrado al Señor = 24 y para ofrecer en sacrificio = un par de tórtolas o dos pichones =, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor. 25 Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. 26 Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. 27 Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, 28 le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: 29 ‘Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; 30 porque han visto mis ojos tu salvación, 31 la que has preparado a la vista de todos los pueblos, 32 luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.’ 33 Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. 34 Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: ‘Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción - 35 ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.’ 39 Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. 40 El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él”.
COMENTARIO
Cuando Cristo se presentó por tercera vez
Ya se había presentado el Hijo de Dios ante el mundo cuando los Magos, venidos de allende de las fronteras de Israel, se postraron ante el Niño que hacía bien poco acababa de nacer. Aquella, claro está, fue la segunda manifestación de Cristo al mundo (creemos que la primera fue Su mismo nacimiento) pero, como bien sabemos, hubo otras ocasiones en las que manifestó, bien a través de sí mismo o de otros, que era Quien era y que se había cumplido todo lo escrito en las Sagradas Escrituras al modo, digamos, de Dios, y según su santísima Voluntad.
En este texto del Evangelio de San Lucas, siempre tan cercano a la Virgen María y, por eso, fuente de información directa, se nos dice que la Sagrada Familia cumplía con la ley y con las normas establecidas para el caso del nacimiento de un ser humano. Por eso acuden al Templo para llevar a cabo la purificación.
Seguramente, aquel anciano, Simeón, había tenido un soplo del Espíritu Santo: aquel sería un día especial y no debía faltar en el Templo. Y es seguro que no faltó como, por cierto, hacía a diario. Y es premiado como corresponde a quien, al recibir un gemido inefable del Espíritu de Dios lo escucha y actúa en consecuencia en vez de mirar para otro lado como si eso pudiese molestarle.
Lo que no esperaría Simeón es que aquel día, en aquel preciso momento, Dios cumpliese con su promesa de enviar al Mesías, a su mismo Hijo engendrado y no creado, y fuera él quien contemplase la Luz del mundo mientras que, suponemos, otras muchas personas por allí pasaban sin darse cuenta de nada y yendo a lo suyo…
Pero sí, Simeón se da cuenta al instante. Por eso le pide a Dios, sencillamente, que lo lleve de este mundo porque la promesa que le habían hecho se ha cumplido y ha visto con sus ojos a la salvación del mundo. Cómo sucede eso nosotros no lo sabemos pero es cierto y verdad que eso ha de ser así para que de su boca salga tal petición a Dios. Y algo más, dice algo más.
Creemos que Simeón sabía que aquel Niño había llegado al mundo para causar un verdadero terremoto espiritual. Y es que ser causa de contradicción entre las personas y, además, servir para que una espada atravesase el alma de su Madre… en fin, que no era poca cosa. Y el caso es que, como sabemos, eso fue lo que luego pasaría.
Y Simeón, que tanto tiempo había esperado aquello que entonces le sucedía y acaecía en su corazón, suponemos gozó más que mucho y, por eso, ya nada más podía esperar en aquel mundo que tan descreído se había vuelto.
Luego, ya sabemos lo que pasó: cumplieron con la ofrenda, pobre como ellos lo eran, y “rescataron” al Niño para sí. Y sí, es cierto que aquello más bien parecía un buen negocio de parte de los mandamases del Templo pero, al fin y al cabo, era lo establecido y ellos lo cumplieron aunque bien sabemos que, con el tiempo, Aquel que había sido allí presentado recordará el celo que la Casa de su Padre le producía en el corazón y haría lo que hizo…
Y aquel Niño creció, física y espiritualmente. Y lo hizo en bien de la humanidad entera y toda pero, ¡ojo!, sólo en beneficio de todo aquel que crea que es Quien es y que vino para lo que vino pues aquí, en esto, no puede haber café para todos…
PRECES
Pidamos a Dios por aquellos que no creen en la venida de Cristo al mundo para salvar al mundo y que vino, que viene y que vendrá.
Roguemos al Señor.
Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren escuchar los inefables gemidos del Espíritu Santo.
Roguemos al Señor.
ORACIÓN
Padre Dios; gracias por crear una Familia como lo fue la que consideramos Sagrada.
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.
Eleuterio Fernández Guzmán
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Palabra de Dios; la Palabra.
Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.