6.04.17

El rincón del hermano Rafael – “Saber esperar”- Consecuencias de amar a Dios

“Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”

Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.

Hasta hace bien poco hemos dedicado este espacio a escribir sobre lo que el hermano Rafael había dejado dicho en su diario “Dios y mi alma”. Sin embargo, como es normal, terminó en su momento nuestro santo de dar forma a su pensamiento espiritual.

Sin embargo, San Rafael Arnáiz Barón había escrito mucho antes de dejar sus impresiones personales en aquel diario. Y algo de aquello es lo que vamos a traer aquí a partir de ahora.

             

Bajo el título “Saber esperar” se han recogido muchos pensamientos, divididos por temas, que manifestó el hermano Rafael. Y a los mismos vamos a tratar de referirnos en lo sucesivo.

“Saber Esperar” - Consecuencias de amar a Dios

“No hay nada imposible cuando de veras se ama a Dios y sabemos que la Santísima Virgen nos guía.”

En muchas y muchas ocasiones, los santos nos dicen aquello que, de principio, resulta fácil de entender pero que, en verdad, no solemos tener demasiado en cuenta.

Todo esto, digámoslo, nos pone en evidencia ante Quien nos ha creado pero nos puede venir muy bien para darnos cuenta de qué somos y, sobre todo, de qué debemos ser si no lo somos.

El hermano Rafael, muy conocedor de la idiosincrasia del ser humano, pone sobre la mesa aquello que debemos tener por bueno y mejor y también aquello que nos constituye como hijos de Dios.

Todo esto ya lo sabemos. Es decir, nuestro Santo no nos descubre la América espiritual ignota que no conocíamos y nos da oportunidad de descubrir mucho sobre ella. No. Nos dice, al contrario, lo que descubrimos enseguida, muy al principio de darnos cuenta de que somos católicos.

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5.04.17

Serie “Santos y Beatos” - San Onofre, ermitaño - 6. La enseñanza de San Onofre

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En su infinita Sabiduría, el Padre Dios ha sabido suscitar, a lo largo de los siglos, de entre sus hijos, a una cantidad relativamente significativa de los mismos para demostrarnos que no es imposible ser fieles a su Voluntad. Tales de entre nosotros han subido a los altares y, bien como santos bien como Beatos, nos muestran un camino a seguir.

Debemos decir, como es bien conocido y para que nadie se lleve a engaño, que los Santos y Beatos que a lo largo de la historia de la catolicidad han sido tales no siempre han llevado una vida perfecta porque como hombres o mujeres han podido tener sus momentos espirituales de cierta caída. Al fin y al cabo también eran pecadores.

Pues bien, el emérito Papa Benedicto XVI, en la Audiencia General del 13 de abril de 2011 dijo esto que sigue acerca de la santidad:

“La santidad, la plenitud de la vida cristiana no consiste en realizar empresas extraordinarias, sino en unirse a Cristo, en vivir sus misterios, en hacer nuestras sus actitudes, sus pensamientos, sus comportamientos. La santidad se mide por la estatura que Cristo alcanza en nosotros, por el grado como, con la fuerza del Espíritu Santo, modelamos toda nuestra vida según la suya. Es ser semejantes a Jesús, como afirma san Pablo: ‘Porque a los que había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo’ (Rm 8, 29). Y san Agustín exclama: ‘Viva será mi vida llena de ti’ (Confesiones, 10, 28). El concilio Vaticano II, en la constitución sobre la Iglesia, habla con claridad de la llamada universal a la santidad, afirmando que nadie está excluido de ella: ‘En los diversos géneros de vida y ocupación, todos cultivan la misma santidad. En efecto, todos, por la acción del Espíritu de Dios, siguen a Cristo pobre, humilde y con la cruz a cuestas para merecer tener parte en su gloria’ (Lumen gentium, n. 41).”

Pues bien, aquellos hermanos nuestros que vamos a traer aquí han sabido cumplir lo mejor posible lo que nos dice el Papa. Seamos, nosotros mismos, fieles en lo poco para poder serlo en lo mucho.

 

San Onofre, ermitaño - 6. La enseñanza de San Onofre

 

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A primera vista, y para un mundo como el de hoy dan dado a lo pragmático, pudiera parecer que aquel hombre, ermitaño, que había decidido llevar una vida tan poco placentera según los estándares a los que estamos acostumbrados, nada podría enseñarnos.

Sin embargo, estaría muy equivocado quien pensase que San Onofre no es un espejo donde mirarse y un ser humano que, creyendo en Dios Todopoderoso lo puso por encima de todo y de todos para hacer su santa voluntad.

Así, en cuanto a la vida de fe no se puede ignorar que aquel hombre, ansioso de permanecer y ser fiel al Todopoderoso, mantuvo una existencia filial con relación a su Padre Dios que bien podemos entenderla como prodigiosa. Por eso el sentido de la fe, de la creencia y de la confianza en el Creador, que manifestó San Onofre a lo largo de su vida (antes de su vida en el desierto y durante su vida en tan inhóspito lugar) sirven muy bien de ejemplo para reconocernos en el Amor del Padre pero, sobre todo, para no olvidar que si Onofre pasó de querer ser fiel a serlo con aquella intensidad espiritual es porque era la voluntad de Dios.

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Pero es que si hablamos de algo tan esencial para un creyente como es la perseverancia en la oración aquel hombre mostró que este tipo de relación con Dios provoca, exactamente, que la misma sea posible. Y es que San Onofre, como ya hemos dicho aquí, mantuvo un estado de oración, digamos, alerta y siempre preparado a tal efecto estaba. Por eso oraba de continuo y, por eso mismo, no debía de salir de su boca nada que no fuera alabanza a Quien le había permitido, primero, allí vivir y en aquellas circunstancias y, segundo, hacer posible que su vida fuese conocida a través de aquel que le visitó y le acompañó hasta su muerte.

El caso es que San Onofre fue un gran luchador. Y lo fue porque sólo quien lo es es capaz de someterse voluntariamente a las privaciones a las que se sometió por cumplir con la voluntad del Padre que le había llevado, desde una vida religiosa en comunidad, a habitar el desierto para estar más cerca del Padre.

Al fin y al cabo, aquel hombre, nuestro santo Onofre, supo hacer algo tan sencillo de decir como difícil de llevar a cabo: tener los ojos y el corazón puestos en Dios Padre y, desde ahí, iluminarlo todo con aquella Luz que era Cristo y que tanto le había hecho gozar. Si, además, le era dado el privilegio de tener una serie de dones propios de los profetas… no podía negar que su vida, para él mismo, había tenido sentido que era, exactamente, el que Dios quiso que tuviera. 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

Nazareno

 

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

Aquellos hermanos nuestros que han alcanzado la santidad han de iluminar nuestras vidas.

Para leer Fe y Obras.

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4.04.17

Un amigo de Lolo – El efecto de Dios en sus hijos

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

Libro de oración

 

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

El efecto de Dios en sus hijos

“Lo que bueno hay en cada hombre está pensado para la transfusión y el ancho campo de los demás corazones. Dios es como el esqueje del rosal, que se hinca en la maceta. Luego, por dentro de nuestras ramas van la savia y al fin nos hacemos por dentro rosas de primavera sobre la vida de los otros." (”Ese Gran Árbol llamado  Pobreza", de “Desde este lado de la tapia").

¡Qué bien sabía el Beato Manuel Lozano Garrido lo que decía! Y es que el texto traído aquí refiere a la perfección aquello que estaba relacionado con su vida y, sobre todo, con lo que suponía la misma en la vida de los demás.

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2.04.17

La Palabra del Domingo - 2 de abril de 2017

 

 

 Jn 11, 1-45

 

“1 Había un cierto enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta. 2 María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro era el enfermo. 3Las hermanas enviaron a decir a Jesús: ‘Señor, aquel a quien tú quieres, está enfermo.’ 4 Al oírlo Jesús, dijo: ‘Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.’ 5 Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. 6 Cuando se enteró de que estaba enfermo, permaneció dos días más en el lugar donde se encontraba. 7 Al cabo de ellos, dice a sus discípulos: ‘Volvamos de nuevo a Judea.’ 8    Le dicen los discípulos: ‘Rabbí, con que hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y vuelves allí?’ 9 Jesús respondió: ‘¿No son doce las horas del día?  Si uno anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; 10     pero si uno anda de noche, tropieza,    porque no  está la luz en él.’ 11 Dijo esto y añadió: ‘Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a despertarle.’ 12 Le dijeron sus discípulos: ‘Señor, si duerme, se curará.’ 13    Jesús lo había dicho de su muerte, pero ellos creyeron que hablaba del descanso del sueño. 14 Entonces Jesús les dijo abiertamente: ‘Lázaro ha muerto, 15 y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis. Pero vayamos donde él.’ 16 Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: ‘Vayamos también nosotros a morir con él.’ 17 Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. 18 Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios, 19 y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano. 20 Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa. 21 Dijo Marta a Jesús: ‘Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. 22 Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.’ 23 Le dice Jesús: ‘Tu hermano resucitará.’ 24 Le respondió Marta: ‘Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.’   25 Jesús le respondió: ‘Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá;  26 y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás.  ¿Crees esto?’  27 Le dice ella: ‘Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.’ 28 Dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: ‘El Maestro está ahí y te llama.’ 29 Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rápidamente, y se fue donde él. 30 Jesús todavía no había llegado al pueblo; sino que seguía en el lugar donde Marta lo había encontrado. 31 Los judíos que estaban con María en casa consolándola, al ver que se levantaba rápidamente y salía, la siguieron  pensando que iba al sepulcro para llorar allí. 32 Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies y le dijo: ‘Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.’ 33 Viéndola llorar Jesús y que también lloraban los judíos que la acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó 34   y dijo: ‘¿Dónde lo habéis puesto?’ Le responden: ‘Señor, ven y lo verás.’ 35      Jesús se echó a llorar. 36   Los judíos entonces decían: ‘Mirad cómo le quería.’ 37 Pero algunos de ellos dijeron: ‘Este, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?’ 38 Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra. 39 Dice Jesús: ‘Quitad la piedra.’ Le responde Marta, la hermana del muerto: ‘Señor, ya huele; es el cuarto día.’        40 Le dice Jesús: ‘¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?’ 41 Quitaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: ‘Padre, te doy gracias por haberme escuchado.  42 Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado.’ 43        Dicho esto, gritó con fuerte voz: ‘¡Lázaro, sal fuera!’ 44 Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: ‘Desatadlo y dejadle andar.’ 45     Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él.”

        

 

COMENTARIO

Un claro testimonio de amor

 

El Hijo de Dios era Dios mismo pero era Dios mismo hecho hombre. Por eso, le afectaban también aquellas situaciones que, humanamente hablando, podían afectarle. No estaba, por eso mismo, tan por encima del ser humano que ni sintiese ni padeciese. Y el caso de Lázaro, su buen amigo, dice mucho acerca de eso. 

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1.04.17

Reseña: "De Ramos a Resurrección"

Por encontrarnos a pocos días de dar comienzo a la Semana Santa, reproducimos la reseña que, en su día, publicamos en InfoCatólica.

De-ramos-a-resurrección

Título: De Ramos a Resurrección

Autor: Eleuterio Fernández Guzmán

Editorial: Bendita María

Páginas: 212

Precio aprox.: 16,80 € (Envío gratuito)

ISBN: 978-84-945389-1-9

Año edición: 2016

Los puedes adquirir en Buena Nueva.

 

 

“De Ramos a Resurrección",  de Eleuterio Fernández Guzmán

 

En el Plan de Dios existía un tiempo en el que su más perfecta creación iba a pasar por un mal momento. Y no es que el Creador dispusiera que así sucediera sino que el don de la libertad podría conllevar la toma de decisiones en un sentido equivocado. Y, ciertamente, así aconteció.

La buena voluntad de Dios se había manifestado con un hombre como Abrám. Entre ídolos paganos vivía aquel que iba a ser amigo del Creador. Y no vivió en malas condiciones: ni era pobre ni estaba en vías de serlo. Al contrario: disponía de muchos bienes y bien podemos decir que era un hombre de ciertos poderes económicos.

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31.03.17

Serie el sufrimiento – 3- Hacer frente al sufrimiento

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El tema del sufrimiento tiene mucho que ver con nuestra vida de hombres, de seres creados por una voluntad santa cuyo dueño es Dios mismo, Creador y Todopoderoso. 

Todos sufrimos. Queremos decir que en determinados momentos de nuestra vida somos visitados por alguien a quien no quisiéramos recibir pero que se presenta y no hay forma humana de deshacerse de él. Está presente y no podemos negar que muchas veces se hacer notar y de qué manera. 

El caso es que para el ser humano común el dolor es expresión de un mal momento. Así, cuando una persona se ve sometida por los influjos de la enfermedad no parece que pase por el mejor momento de su vida. Lo físico, en el hombre, es componente esencial de su existencia. 

Pero hay muchas formas de ver la enfermedad y de enfrentarse a ella. No todo es decaimiento y pensamiento negativo al respecto del momento por el que se está pasando. Y así lo han entendido muchos creyentes que han sabido obtener, para su vida, lo que parecía imposible. 

Dice San Josemaría, en el número 208 de “Camino”, “Bendito sea el dolor. —Amado sea el dolor. —Santificado sea el dolor… ¡Glorificado sea el dolor!” porque entiende que no es sólo fuente de perjuicio físico sino que el mismo puede ser causa de santificación del hijo de Dios. 

Por eso en “Surco” dice el santo de lo ordinario algo que es muy importante: 

“Al pensar en todo lo de tu vida que se quedará sin valor, por no haberlo ofrecido a Dios, deberías sentirte avaro: ansioso de recogerlo todo, también de no desaprovechar ningún dolor. —Porque, si el dolor acompaña a la criatura, ¿qué es sino necedad el desperdiciarlo?”

Por lo tanto, no vale la pena deshacerse en maledicencias contra lo que padecemos. Espiritualmente, el dolor puede ser fuente de provecho para nuestra alma y para nuestro corazón; el sufrimiento, una forma de tener el alma más limpia. 

En el sentido aquí expuesto abunda el emérito Papa Benedicto XVI cuando, en una ocasión, en el momento del rezo del Ángelus, dijo que

 

“Sigue siendo cierto que la enfermedad es una condición típicamente humana, en la cual experimentamos realmente que no somos autosuficientes, sino que necesitamos de los demás. En este sentido podríamos decir, de modo paradójico, que la enfermedad puede ser un momento que restaura, en el cual experimentar la atención de los otros y ¡prestar atención a los otros! Sin embargo, esta será siempre una prueba, que puede llegar a ser larga y difícil.”

 

Sin embargo, en determinados momentos y enfermedades, el hecho mismo de salir bien parado de la misma no es cosa fácil y se nos pone a prueba para algo más que para soportar lo que nos está pasando. 

Entonces,

“Cuando la curación no llega y el sufrimiento se alarga, podemos permanecer como abrumados, aislados, y entonces nuestra vida se deprime y se deshumaniza. ¿Cómo debemos reaccionar ante este ataque del mal? Por supuesto que con la cura apropiada –la medicina en las últimas décadas ha dado grandes pasos, y estamos agradecidos–, pero la Palabra de Dios nos enseña que hay una actitud determinante y de fondo para hacer frente a la enfermedad, y es la fe en Dios, en su bondad. Lo repite siempre Jesús a la gente que sana: Tu fe te ha salvado (cf. Mc 5,34.36). Incluso de frente a la muerte, la fe puede hacer posible lo que es humanamente imposible. ¿Pero fe en qué? En el amor de Dios. He aquí la respuesta verdadera, que derrota radicalmente al mal. Así como Jesús se enfrentó al Maligno con la fuerza del amor que viene del Padre, así nosotros podemos afrontar y vencer la prueba de la enfermedad, teniendo nuestro corazón inmerso en el amor de Dios.”

Fe en Dios. Recomienda el Papa Alemán que no olvidemos lo único que nos puede sustentar en los momentos difíciles de nuestra vida y, siendo la enfermedad uno de los más destacados, no podemos dejar de lado lo que nos une con nuestro Creador. 

En realidad, lo que nos viene muy bien a la hora de poder soportar con gozo el dolor es el hecho de que nos sirva para comprender que somos muy limitados y que, en cuanto a la naturaleza, con poco nos venimos abajo físicamente. Nuestra perfección corporal (creación de la inteligencia superior de Dios) tiene, también, sus límites que no debemos olvidar. 

Pero también el dolor puede servirnos para humanizarnos y alcanzar un grado de solidaridad social que antes no teníamos. Así, ver la situación en la que nos encontramos puede resultar crucial para, por ejemplo, pedir en oración por el resto de personas enfermas que en el mundo padecen diversos males físicos o espirituales. 

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Es bien cierto que la humanidad sufre y que, cada uno de nosotros, en determinados momentos, vamos a pasar por enfermedades o simples dolores que es posible disminuyan nuestra capacidad material. Sin embargo, no deberíamos dejar pasar la oportunidad que se nos brinda para, en primer lugar, revisar nuestra vida por si acaso actuamos llevados por nuestro egoísmo y, en segundo lugar, tener en cuenta a los que también sufren. 

Y si, acaso, no comprendemos lo que aquí se quiere decir, bastará con conocer al Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, como para darnos cuenta de lo que en verdad hacemos negando, si así lo hacemos: el bien que podemos hacernos al gozar del dolor o hacer, del mismo, algo gozoso. 

Sufrimos: sí. ¿Podemos cambiar el negativo peso de espada de Damocles sobre nuestra vida que tiene el sufrimiento por liberación del alma?: también podemos responder a esto afirmativamente. Pero no podemos negar, ni queremos, que no es cosa fácil y que es más que probable que nos dejemos ir por el camino con una carga muy pesada. De todas formas, es seguro que podemos caminar mucho mejor sabiendo que tal carga la comparte con nosotros nuestro hermano Jesucristo. No miraremos, así, para otro lado y afrontaremos las circunstancias según las afrontaba el Mesías: de cara para no darles nunca la espalda. 

3 - Hacer frente al sufrimiento

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Según Thomas Hobbes “el hambre futura ya le convierte hoy en un hambriento”. 

Con esto queremos decir que si hay quien crea que nada sufre y lo único que puede argumentar que tiene miedo al sufrimiento… entonces, ese mismo instante es manifestación del sufrimiento. Ya sufre quien eso dice a pesar de que no lo crea. 

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30.03.17

El rincón del hermano Rafael – “Saber esperar”- Dejar hacer a Dios

“Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”

Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.

Hasta hace bien poco hemos dedicado este espacio a escribir sobre lo que el hermano Rafael había dejado dicho en su diario “Dios y mi alma”. Sin embargo, como es normal, terminó en su momento nuestro santo de dar forma a su pensamiento espiritual.

Sin embargo, San Rafael Arnáiz Barón había escrito mucho antes de dejar sus impresiones personales en aquel diario. Y algo de aquello es lo que vamos a traer aquí a partir de ahora.

             

Bajo el título “Saber esperar” se han recogido muchos pensamientos, divididos por temas, que manifestó el hermano Rafael. Y a los mismos vamos a tratar de referirnos en lo sucesivo.

“Saber Esperar” - Dejar hacer a Dios

“No pongas obstáculo al Señor, déjale hacer”

Cualquiera podría decir que el hermano Rafael no se ha estirado mucho en esta frase. Es decir, que tampoco es que haya utilizado muchas palabras. Sin embargo, lo que dice con apenas siete tiene mucha enjundia y mucho sentido. Es más, si pensamos bien lo que eso significa, veremos que no hay nada más importante que seguirlas a rajatabla o cumplirlas a pie juntillas. Ni nada más importante ni nada más necesario según están las cosas en el mundo y en nuestro propio corazón de creyentes e hijos Suyos.

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29.03.17

Serie “Santos y Beatos” - San Onofre, ermitaño - 5. Muerte de San Onofre

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En su infinita Sabiduría, el Padre Dios ha sabido suscitar, a lo largo de los siglos, de entre sus hijos, a una cantidad relativamente significativa de los mismos para demostrarnos que no es imposible ser fieles a su Voluntad. Tales de entre nosotros han subido a los altares y, bien como santos bien como Beatos, nos muestran un camino a seguir.

Debemos decir, como es bien conocido y para que nadie se lleve a engaño, que los Santos y Beatos que a lo largo de la historia de la catolicidad han sido tales no siempre han llevado una vida perfecta porque como hombres o mujeres han podido tener sus momentos espirituales de cierta caída. Al fin y al cabo también eran pecadores.

Pues bien, el emérito Papa Benedicto XVI, en la Audiencia General del 13 de abril de 2011 dijo esto que sigue acerca de la santidad:

“La santidad, la plenitud de la vida cristiana no consiste en realizar empresas extraordinarias, sino en unirse a Cristo, en vivir sus misterios, en hacer nuestras sus actitudes, sus pensamientos, sus comportamientos. La santidad se mide por la estatura que Cristo alcanza en nosotros, por el grado como, con la fuerza del Espíritu Santo, modelamos toda nuestra vida según la suya. Es ser semejantes a Jesús, como afirma san Pablo: ‘Porque a los que había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo’ (Rm 8, 29). Y san Agustín exclama: ‘Viva será mi vida llena de ti’ (Confesiones, 10, 28). El concilio Vaticano II, en la constitución sobre la Iglesia, habla con claridad de la llamada universal a la santidad, afirmando que nadie está excluido de ella: ‘En los diversos géneros de vida y ocupación, todos cultivan la misma santidad. En efecto, todos, por la acción del Espíritu de Dios, siguen a Cristo pobre, humilde y con la cruz a cuestas para merecer tener parte en su gloria’ (Lumen gentium, n. 41).”

Pues bien, aquellos hermanos nuestros que vamos a traer aquí han sabido cumplir lo mejor posible lo que nos dice el Papa. Seamos, nosotros mismos, fieles en lo poco para poder serlo en lo mucho.

 

San Onofre, ermitaño - 5. Muerte de San Onofre

 

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Era evidente que, dadas las circunstancias por las que había pasado San Onofre durante los años que pasó en el desierto, no era de esperar que le quedasen muchos años de vida. Por eso, en un momento determinado de la conversación que mantenían le pregunta San Pafnucio si había algo que le pudiese producir perturbación o preocupación excesiva. Le responde éste diciéndole:

“No se alarme, hermano Pafnucio, pero pienso que el Dios omnipotente ha puesto sus huellas directamente sobre este desierto para que usted me dé un entierro honorable, y comprometa mi cuerpo a la tierra. Porque ésta es la hora cuando mi alma debe ser soltada de sus cadenas terrenales y sea llevada a su creador en el reino del cielo.’”

Le pedía, por lo tanto, que le diese cristiana sepultura y que, luego, contase lo que con él había estado hablando y que difundiese la labor que hacía Onofre en el desierto.

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28.03.17

Un amigo de Lolo – Lo que vale la fe de cada día

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

Libro de oración

 

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

La fe de cada día 

“El aprobado de la Humanidad lo escriben con su entrega, los que se sacrifican en los hospitales, en las escuelas, los laboratorios, los claustros, y los talleres; los que en la calle, bajo techo, o en el campo o en la lejanía, plantan su corazón como un grano de sementera. Tiene que ser bonito ver al ángel de la contabilidad que salda cada día la cuenta del mundo. Le llegarán a cada hora hombres de escándalos muy ruidosos, sucesos de tintas muy negras. Del lado positivo el ángel irá extrayendo de cuando en cuando la acción de una criatura humilde que apenas pasa entre nosotros como hombre o mujer gris. Los tronos de tantos emperadores del mal caerán radicalmente, contrapesados por el heroísmo y la santidad.(”Un mundo que no abandonáis”de “Desde este lado de la tapia").

 

Este texto de nuestro Beato Lolo nos muestra hasta qué punto es importante llevar una vida de fe práctica, efectiva y no tenerla como si se tratase de un adorno que poco vale en nuestra vida.

Es muy bonito (por gozoso) el ejemplo acerca de un Ángel que contabiliza lo bueno y lo malo, aquello que vale la pena tener en cuenta y lo que no vale más que para dañar el alma de actúa de según qué forma.

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26.03.17

La Palabra del Domingo - 26 de marzo de 2017

 

 

 

Jn 9, 1. 6-9. 13-17. 34-38

 

“1 Vio, al pasar, a un hombre ciego de nacimiento.

       

6 Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, y untó con el barro los ojos del ciego 7y le dijo: ‘Vete, lávate en la piscina de Siloé’ (que quiere decir Enviado). El fue, se lavó y volvió ya viendo.  8 Los vecinos y los que solían verle antes, pues era mendigo, decían: ‘¿No es éste el que se sentaba para mendigar?’ 9 Unos decían: ‘Es él’. ‘No, decían otros, sino que es uno que se le parece.’ Pero él decía: ‘Soy yo.’

        

13 Lo llevan donde los fariseos al que antes era ciego. 14 Pero era sábado el día en que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. 15 Los fariseos a su vez le preguntaron cómo había recobrado la vista. El les dijo: ‘Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo.’ 16 Algunos fariseos decían: ‘Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.’ Otros decían: ‘Pero, ¿cómo puede un pecador realizar semejantes señales?’ Y había disensión entre ellos. 17     Entonces le dicen otra vez al ciego: ‘¿Y tú qué dices de él, ya que te ha abierto los ojos?’ El respondió: ‘Que es un profeta.’

 

34 Ellos le respondieron: ‘Has nacido todo entero en pecado ¿y nos da lecciones a nosotros?’ Y le echaron fuera. 35 Jesús se enteró de que le habían echado fuera y, encontrándose con él, le dijo: ‘¿Tú crees en el Hijo del hombre?’ 36       El respondió: ‘¿Y quién es, Señor, para que crea en él?’ 37       Jesús le dijo: ‘Le has visto; el que está hablando contigo, ése es.’  38 El entonces dijo: ‘Creo, Señor.’ Y se postró ante él.”

        

COMENTARIO

La ley de Dios y su sentido verdadero

El Hijo de Dios conocía el cómo eran aquellos que le escuchaban . Por eso sabía  que muchos de los que consideraban maestros y sabios andaban algo equivocados en el sentido que Dios le daba a su Ley. No le importaba poner sobre la mesa lo que quería decir el Creador. Eso, sin duda alguna, le reportaba enemigos que, luego, hicieron valer su enemistad. Pero debía cumplir con la misión que le había sido encomendada por su Padre, Dios Todopoderoso. 

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