14.03.18

Meditaciones de Cuaresma- Teatro: la Última Cena- Acto I - Cuadro 2º: Lavatorio de los pies

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Estamos reproduciendo, como última fase de estas Meditaciones de Cuaresma, la obra de teatro escrita por el que suscribe de título “La Última Cena”, cuyo título nos excusa dar explicación de su tema.

 

Acto I - Cuadro 2º -  Lavatorio de los pies

 

Jesús y sus Apóstoles están sentados en la mesa preparada para la celebración de la Pascua.

 

Bartolomé (dirigiéndose a Tomás): Tomás, ¿no cumplimos con las abluciones como de costumbre?

Tomás: No sé, Bartolomé. Pero, mira, el Maestro se ha levantado de la mesa. ¿Qué es lo que va a hacer?

 

Jesús se levanta de la mesa y toma una toalla. Todos miran extrañados aquella insospechada acción del Maestro.

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13.03.18

Meditaciones de Cuaresma- Teatro: la Última Cena- Acto I - Cuadro 2º: Lavatorio de los pies

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Estamos reproduciendo, como última fase de estas Meditaciones de Cuaresma, la obra de teatro escrita por el que suscribe de título “La Última Cena”, cuyo título nos excusa dar explicación de su tema.

 

Acto I - Cuadro 2º -  Lavatorio de los pies

 

Jesús y sus Apóstoles están sentados en la mesa preparada para la celebración de la Pascua.

 

Bartolomé (dirigiéndose a Tomás): Tomás, ¿no cumplimos con las abluciones como de costumbre?

Tomás: No sé, Bartolomé. Pero, mira, el Maestro se ha levantado de la mesa. ¿Qué es lo que va a hacer?

 

Jesús se levanta de la mesa y toma una toalla. Todos miran extrañados aquella insospechada acción del Maestro.

 

Felipe (dirigiéndose a Judas Tadeo): Judas, ¿Irá a lavarse? Nosotros, sin embargo…

 

Pero Jesús toma también un lebrillo en el que abunda el agua y, ante la extrañeza de los presentes, se aproxima a Juan y le lava los pies en primer lugar. Luego, a Andrés que no deja de asombrarse.

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12.03.18

Meditaciones de Cuaresma-Teatro: la Última Cena: Situación, dramatis personae, Prólogo

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A partir de hoy, y hasta el próximo 23 de marzo del presente 2018, vamos a reproducir (si Dios quiere), como última fase de estas Meditaciones de Cuaresma, la obra de teatro escrita por el que suscribe de título “La Última Cena”, cuyo título nos excusa dar explicación de su tema.

 

Situación

 

La cena judía, en plena Pascua, era algo más que un momento para reunir a la familia y celebrar la salida de Egipto.

Para el pueblo judío aquella cena era una verdadera rememoración. Por eso se seguía a la perfección lo que se decía en el Éxodo (12, 1-11):

“Yahvé dijo a Moisés y Aaron en tierra de Egipto este mes será para vosotros el comienzo del año, el mes primero del año. Hablad a toda la asamblea de Israel y decidles: el día diez de este mes tome cada uno, según las casas paternas, una res menor por cada casa. Si la casa fuere menor de lo necesario para comer la res, tome a su vecino, al de la casa cercana, según el número de personas, computándolo para la res, según lo que cada cual puede comer. La res será sin defecto, macho, primal, cordero o cabrito. Lo reservareis hasta el día catorce de este mes y todo Israel lo inmolara entre dos luces. Tomarán de su sangre y untarán los postes y el dintel de la casa donde se coma. Comerán la carne esa misma noche, la comerán asada al fuego, con panes ácimos y lechugas silvestres. No comerán nada de él crudo ni cocido al agua, todo asado al fuego, cabeza, patas y entrañas. No dejareis nada para el día siguiente, si algo quedare, lo quemareis. Habéis de comerlo así ceñidos los lomos, calzados los pies y el báculo en la mano, y comiendo de prisa, pues es el paso de Yahvé”.

Por eso aquel Maestro que tanto había procurado que conocieran sus discípulos acerca de la voluntad de Dios y, sobre todo, del cumplimiento de su Ley, no quiere más que cumplir con lo establecido.

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11.03.18

La Palabra del Domingo - 11 de febrero de 2018

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Jn 3, 14-21

 

“14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, 15 para que todo el que crea tenga por él vida eterna. 16 Porque tanto amó Dios al mundo  que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. 17 Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. 18  El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. 19 Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz,  para que no sean censuradas sus obras. 21 Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto  que sus obras están hechas según Dios.”

 

COMENTARIO

 

Cosas que nunca deberíamos olvidar

 

El texto de hoy corresponde a una conversación que Jesús mantiene con Nicodemo y en la que se plantean realidades espirituales que este insigne judío no llega a entender: salvación, agua, Espíritu, nacer de nuevo… quizá demasiado para él. Sin embargo, quiere conocer, quiere aprender, quiere llegar a saber lo que es importante aprender, conocer y saber.

En este nacer de nuevo se encuentra la clave de toda la predicación del Mesías. Para alcanzar el Reino de dios, que ha había llegado a ellos, era preciso acabar con el hombre viejo, dejar atrás esas prácticas que hasta entonces habían llevado a cabo y ser, así, una raíz nueva que arraigase en la tierra que Dios dio a su pueblo. Pero esto no era entendido por Nicodemo. Y la verdad, es que no es de extrañar. ¿Cómo puede uno nacer siendo viejo? (Jn 3, 4), pregunta el importante miembro de la comunidad. Otra vez, como tantas otras veces, se impone la humana visión sobre las cosas. Claro está que el Enviado no se refería, en sentido estricto, a volver al seno materno sino a ser otro hombre, a tener otra naturaleza, otra actitud ante las cosas de la vida. Al fin y al cabo, lo que pretendía Jesús era hacer comprender a Nicodemo era que el discurso escatológico, es decir que lo era referido al más allá, se podía aplicar al ahora, a su ahora, a su ya, a su misma persona.

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10.03.18

Meditaciones de Cuaresma- Personajes de Cuaresma: colegio apostólico

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Hasta aquí hemos tratado, digamos, de forma separada, a una serie de personas que son, ciertamente, especiales. Así, por ejemplo, desde Jesucristo, pasando por la Madre, hasta el apóstol Pedro o el más joven de ellos, Juan.

Pero, como es obvio, entre los doce aún había unos cuantos (incluido, todavía, Judas) que andaban con el Hijo de Dios, de los que nada hemos dicho.

Aunque, en realidad, no tengamos datos de cómo se encontraban los Apóstoles (ciertamente, algo sabemos por el Nuevo Testamento, claro está) lo bien cierto es que debían estar a la expectativa. 

De alguno de ellos ya hemos hablado (de Juan, en concreto) pero la gran mayoría de ellos estaban, aún, esperando qué iba a pasar con su Maestro, con Aquel que habían estado por los caminos del mundo aprendiendo aquello del Reino de  Dios que, según parecía, había ya venido…

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9.03.18

Meditaciones de Cuaresma- Personajes de Cuaresma: Juan, Boanarges

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Se suele decir que es el propio Juan, Evangelista, el que se nombra, por decirlo así, el “discípulo amado” por Cristo. Sería como una especie de autobombo que lo pusiera por encima de sus compañeros de apostolado.

Esto, a lo mejor, es cierto en cuanto a lo escrito pero no podemos negar que Jesús tenía cierta preferencia por aquel joven que, al fin y al cabo, sería el único que lo acompañó, si hablamos de sus Apóstoles, en el momento trágico de la Cruz.

Eso lo manifestó el Hijo de Dios en varias ocasiones cuando, por ejemplo, le dijo a Pedro que si quería él que estuviera allí aquel joven apóstol, a él qué le importaba. También sería uno de los que lo acompañó en el episodio de la Transfiguración o, por último, sería uno de los que acompañarían a Jesús en el Huerto de los Olivos antes de ser apresado por los enviados del Mal.

Juan era, junto con su hermano Santiago, de aquel grupo de dos al que Jesucristo llamó Boanerges porque, al parecer, tenían una personalidad muy fuerte y en una ocasión no tuvieron mejor idea que pedirle al Maestro que si pedían al cielo que hiciera caer fuego sobre un pueblo que no quería acogerlos… a los que Jesús tuvo que reprender porque, según parecía, no acababan de entender qué era eso de la misericordia.

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8.03.18

Meditaciones de Cuaresma- Personajes de Cuaresma: Pedro, primus inter pares

Cartel Francesco De Vito

En estos días previos a la semana de Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, Pedro aún no había caído en la delación que lo haría indigno de ser llamado discípulo de Cristo. Y, aunque seguramente seguía teniendo muchas dudas, era considerado el primero entre aquellos apóstoles que, no por ser igualmente considerados por el Maestro, dejaba de tener una importancia muy especial.

El Hijo de Dios debió ver algo en el corazón de aquel pescador llamado Cefas. Y es que, entre los que había escogido como personas más cercanas a la Suya, creyó oportuno darle un papel muy importante.

“Te llamarás Pedro”. Así le cambia el nombre Jesucristo al hermano de Andrés.

Cambiar el nombre no era algo que dejara de tener importancia. Es más, a lo largo de la historia de la salvación, Dios había hecho lo propio con quien, como Abrán, había recibido un encargo, una misión, muy importante que llevar a cabo. Por eso cuando Jesús hace eso con aquel hombre rudo le está diciendo que tiene, para él, algo importante que cumplir.

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7.03.18

Meditaciones de Cuaresma- Personajes de Cuaresma: la Madre

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Cuando, en algunas ocasiones, se dice en el Nuevo Testamento, que la Virgen María “guardaba aquellas cosas en su corazón” era porque lo que debía guardar era importante pues, de otra forma, habría pasado sin pena ni gloria por su vida.

Podemos imaginar a María guardando en su corazón un momento como fue la Anunciación. No era poca cosa que el Ángel del Señor se le presente y le diga que, si acepta lo que le va a decir, dará a luz al Hijo de Dios. Ni aquello era muy ordinario ni ella se consideraba la mujer más agraciada del mundo… con serlo, como le diría Gabriel.

También podemos estar seguros de que la esposa de José guardaría en el corazón un momento como aquel en el que vino su hijo al mundo y tuvo que hacerlo en aquel lugar donde tuvo que hacerlo. Ni era poca cosa aquello ni podía ser olvidado.

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6.03.18

Meditaciones de Cuaresma- Personajes de Cuaresma: Jesucristo

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No es nada extraño que sea el mismo Hijo de Dios quien dé comienzo ésta muy pequeña serie de personas que, relacionadas con la Cuaresma, vamos a traer aquí. Y es que lo tiene más que bien merecido y le debemos un respeto más que grande.

Jesucristo se encontraba, como suele decirse, “en capilla”. Vamos, que sabía que lo que tantas veces había anunciado que iba a pasar, ¡diantre!, es que iba a pasar.

Podemos imaginar el estado espiritual en el que puede encontrarse alguien que sabe, a ciencia y corazón ciertos que va a morir. Y no que “presume” que, a lo mejor, lo van a matar, sino que tiene seguridad absoluta de lo que ha de sucederle.

El Espíritu de Cristo, claro, no se manifiesta, por decirlo así, como se manifiesta en cualquier otra persona. Y es que siendo Dios hecho hombre, el Espíritu Santo gemía en su corazón con sus sonidos que, a diferencia del común de los mortales creyentes, eran perfectamente entendidos por Jesucristo.

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5.03.18

Meditaciones de Cuaresma – En mitad de la Cuaresma

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Ahora que estamos en mitad de la Cuaresma y muy cerca de la Pasión de Nuestro Señor, bien podemos descubrir las huellas de Dios en nuestra vida espiritual.

Y podríamos, por ejemplo, mirar un crucifijo y saber qué podríamos hacer o decir.

Sin embargo, algo hay que no deberíamos hacer.

No deberíamos mirarle a los ojos porque su mirada limpia descubriría nuestras faltas.

No deberíamos mirarle a las manos porque su profunda llaga se clavaría en nuestra alma. 

No deberíamos mirarle a los pies porque las pisadas que nos amaron nos, me, sorprenderían llorando; no deberíamos mirar su costado porque su luz cegaría nuestra causa.

Y, así vemos sus ojos, y nos sentimos ciegos.

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