3.04.18

Un amigo de Lolo – "Lolo, libro a libro"- Dios, verdadera gracia del hombre

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

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A partir de hoy, y con la ayuda de Dios, vamos a dedicar los próximos artículos referidos al Beato Manuel Lozano Garrido, a traer aquí textos de sus libros. Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”

 

Dios, verdadera gracia del hombre

 

“Por encima de los dividendos, el sesteo en la Costa Azul, la cacería o el simple “copa y puro”, un hombre será afortunado si tiene la conciencia serena y a la noche no se le taladra el berbiquí de los remordimientos; si puede mantener con garbo las miradas de los que le rodean sin que a él se la enturbie un rubor delictivo; si dio al viento, generosamente, su potencial de amor; si entre el neón y la prisa, la rutina de los despachos y el empujón del tranvía, la felicidad le sigue cantando en el corazón como un pájaro libre; si, sobre todo, la Gracia ha ido germinando en cada palpitación y ahora Dios se ha hecho grande y se le derrama a uno por los ojos y la palabra, los pasos y la caricia.” (El sillón de ruedas, p. 34)

 

El ser humano creyente católico sabe que una cosa es lo que crea, en cuanto ser humano que vive en el mundo, y otra, muy distinta, es la consideración que debe tener acerca de Dios, Padre y Creador de todo lo que existe.

Es bien cierto que vivimos en el mundo y que, por tanto, existimos en una determinada realidad que sería necio negar. Por eso, no podemos desdeñar como si fuera cosa de poca importancia lo que nos pasa porque nos pasa porque Dios nos ha creado.

Hay, en tal nivel de realidad material, muchas estaciones y muchos momentos que son parte de nuestro ser hijos de Dios. Y no deberíamos tener por cosa de poca importancia eso que nos acaece.

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1.04.18

La Palabra del Domingo - 1 de abril de 2018

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Jn 20, 1-9

  

“1 El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. 2 Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: ‘Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.’ 3 Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. 4 Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. 5    Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. 6 Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, 7 y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. 8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, 9 pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.”

      

COMENTARIO

¡Resucitó!

 

Es de imaginar como se encontrarían los discípulos más allegados de Jesús tras la muerte en la cruz del Mesías. Por mucha confianza que hubieran tenido en Aquel que les enseñaba, su huida en el momento crucial de la cruz nos hace suponer que tenían mucho miedo y, por eso, estaban escondidos. Y no es extraño que lo tuvieran porque sabían a la perfección que los poderosos que habían conseguido, de aquella manera, la muerte del Maestro, no dudarían en matar a sus discípulos más allegados porque podían continuar con la labor iniciada unos años antes por el carpintero de Nazaret. 

Sin embargo, alguien que amaba mucho a Cristo salió a visitar a su Señor. María Magdalena fue muy pronto, de madrugada, quiso visitar a quien tanto bien le había hecho. Sin embargo, no encontró, siquiera, el sepulcro cerrado y eso le extrañó sobremanera. No era normal, ni esperado, que nadie hubiera movido la piedra que tapaba el sepulcro y que se hubieran llevado al Maestro. No era lo que la Magdalena podía querer ver ni ser testigo. 

Los demás debieron tomarla por desequilibrada porque no iban a creer que Jesús iba a haber desaparecido sin más ni más. Por eso corrieron al encuentro de los restos del Hijo de Dios. Pedro era mayor que Juan  y eso le hizo llegar después que el discípulo amado que vio lo que vio que fue, más o menos, que Jesús no estaba donde debía estar y que, a lo mejor, alguien se lo había llevado. Pero no quiso entrar tal era la situación en la que se encontraba Juan.

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31.03.18

Semana Santa – Triduo Pascual: Sábado de Gloria y espera-nza

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(Señal de la cruz)

-Dios mío, ven en mi auxilio.

-Señor, date prisa en socorrerme.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,

como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Meditación para el Sábado Santo

Tiempo de esperanza

 

Ciertamente, si pensamos en la situación de aquellos que estaban más cerca de Jesucristo o, por decirlo de otra forma, en cómo debían encontrarse en aquel primer Sábado Santo, no dudaremos acerca de que no era ni buena ni mejorable. Eso era, al menos, lo que debía pasar por el corazón tanto de la Virgen María como de los Apóstoles y otros discípulos que, entonces, pudieran encontrarse con ellos. Y por eso se nos dirá, en un momento determinado, que estaban escondidos “por miedo a los judíos” porque bien sabían cómo se las podían gastar aquellos que, siendo perseverantes en el error y en el odio, habían conseguido de Pilatos la muerte del Cristo.

Podemos casi escuchar, en la distancia grande que hay desde nuestro hoy y aquel día, el silencio que debía reinar allí donde estuvieran escondidos (podemos creer que fuere en el mismo Cenáculo) Debían estar en oración porque aquellos momentos acercarse a Dios podía ser el único consuelo que les quedaba. Aún no habían comprendido…

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30.03.18

Semana Santa – Triduo Pascual: Viernes Santo de dolor y sufrimiento

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(Señal de la cruz)

-Dios mío, ven en mi auxilio.

-Señor, date prisa en socorrerme.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,

como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

  

Texto Bíblico

Jn 18, 1-19,42

“1 Dicho esto, pasó Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el que entraron él y sus discípulos. 2 Pero también Judas, el que le entregaba, conocía el sitio, porque Jesús se había reunido allí muchas veces con sus discípulos. 3 Judas, pues, llega allí con la cohorte y los guardias enviados por los sumos sacerdotes y fariseos, con linternas, antorchas y armas. 4 Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelanta y les pregunta: ‘¿A quién buscáis?’ 5 Le contestaron: ‘A Jesús el Nazareno.’ Díceles: ‘«Yo soy.’ Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos. 6 Cuando les dijo: ‘Yo soy’, retrocedieron y cayeron en tierra. 7 Les preguntó de nuevo: ‘¿A quién buscáis?’ Le contestaron: ‘A Jesús el Nazareno’. 8 Respondió Jesús: ‘Ya os he dicho que yo soy; así que si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos.’ 9 Así se cumpliría lo que había dicho: ‘De los que me has dado, no he perdido a ninguno.’ 10 Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco. 11 Jesús dijo a Pedro: ‘Vuelve la espada a la vaina. La copa que me ha dado el Padre, ¿no la voy a beber?’ 12 Entonces la cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, le ataron  13 y le llevaron primero a casa de Anás, pues era suero de Caifás, el Sumo Sacerdote de aquel año. 14 Caifás era el que aconsejó a los judíos que convenía que muriera un solo hombre por el pueblo. 15 Seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Este discípulo era conocido del Sumo Sacerdote y entró con Jesús en el atrio del Sumo Sacerdote, 16 mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Entonces salió el otro discípulo, el conocido del Sumo Sacerdote, habló a la portera e hizo pasar a Pedro. 17 La muchacha portera dice a Pedro: ‘¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?’ Dice él: ‘No lo soy.’18 Los siervos y los guardias tenían unas brasas encendidas porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos calentándose. 19 El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su doctrina.”

  

Meditación para el Viernes Santo

Sobre la muerte de Jesucristo

 

Es bien cierto que todo aquello estaba escrito. Es decir, que ni a Jesucristo le venía de nuevas lo que le iba a suceder ni, por eso mismo, se extrañaba nada de nada acerca de tal realidad física y espiritual.

En algunas ocasiones (que nosotros sepamos) el Hijo de Dios habló con sus Apóstoles (aquellos discípulos que caminaban con Él y estaban más cerca del Maestro) que lo que le iba a pasar ni era agradable ni se podía evitar. Y sabemos la reacción, por ejemplo de Pedro, que llevándoselo aparte de los demás le dijo que eso no podía ser.

También sabemos cómo reaccionó Jesucristo: lo llamó, nada más y nada menos, que Satanás porque comprendía que solo el Enemigo podía querer apartar al Hijo de Dios del cumplimiento de la voluntad de su Padre. Y es lógico creer que no es que aquel Apóstol fuera el Maligno sin que el príncipe de este mundo se podía haber apoderado del corazón de la roca sobre la que Cristo iba a construir su Iglesia. Eso sí lo podemos comprender porque es lo mismo que, luego, pasaría en la Última Cena cuando se nos dice que Satanás entró en Judas con un bocado, a través de un bocado…

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29.03.18

Semana Santa – Triduo Pascual: Jueves Santo de fraternidad y de servicio

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 (Señal de la cruz)

-Dios mío, ven en mi auxilio.

-Señor, date prisa en socorrerme.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,

como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Texto Bíblico

Jn 13, 1-15

“1 Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este  mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
2 Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle, 3 sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había
salido de Dios y a Dios volvía, 4 se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. 5 Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido. 6 Llega a Simón Pedro; éste le dice: ‘Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?’
7 Jesús le respondió: ‘Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde.’
8 Le dice Pedro: ‘No me lavarás los pies jamás.» Jesús le respondió: ‘Si no te lavo, no tienes parte conmigo.’ 9 Le dice Simón Pedro: «Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza.»
10 Jesús le dice: ‘El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos.’ 11 Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: ‘No estáis limpios
todos.’ 12 Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: ‘¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? 13 Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. 14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros
también debéis lavaros los pies unos a otros. 15 Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros.’”

 

Meditación para el Jueves Santo

Sobre el servicio y saber servir

 

Ejemplo. Jesucristo se pone como ejemplo cuando es la noche en la que muchas cosas van a cambiar y mucho va a dejar de ser como , hasta entonces, era.

Eso lo había hecho otras muchas veces. Es decir, el Hijo de Dios quiere que se comprenda que lo que enseña no es una bonita teoría ni una serie de palabras santas (con serlo) está dicho para ponerlo en práctica.

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28.03.18

Semana Santa – Miércoles Santo: lo que podemos aprender de esta Semana

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No cabe duda alguna de que si existe un tiempo, no muy extenso, que sea importante para la vida del discípulo de Cristo, es el de la semana que transcurre entre el Domingo llamado de Ramos y el llamado de Resurrección. Y es que fue, aquella, una semana crucial para la vida, no sólo de Jesucristo ni de sus más allegados, sino de la humanidad toda y entera.

El caso es que no son pocas las realidades espirituales que podemos tener por buenas y mejores para nuestra alma. Es decir, que es mucho lo que podemos aprender de estos días  de salvación.

Si entendemos que en el Domingo de Ramos, en el nuestro, en el de ahora mismo, hemos acudido jubilosos a adorar a Cristo que entra en nuestra vida para dejar una huella perenne y hemos gozado con su Palabra y con su llegada a nosotros… entonces el fruto de esta Semana Santa habrá sido provechoso y podremos decir, con verdad, que Cristo vive y lo hace para siempre y para volver cuando Dios quiera que vuelva.

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27.03.18

Semana Santa – Martes Santo: cómo avanza el Mal

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Para este día, segundo de la Semana llamada Santa, se nos ofrece el texto bíblico en el que Jesucristo, turbado el corazón, pone sobre la mesa la terrible verdad: hay quien, de entre los presentes, lo va a traicionar.

Es más que cierto que nosotros ya sabemos a quién se refiere. También sabemos lo que pasó luego: la salida del Cenáculo del traidor, la entrega definitiva de su Maestro a las manos de los que querían acabar con la vida del Hijo de Dios y, en fin, lo que sería aquel final tan terrible, humanamente hablando, pero tan gozoso si hablamos del aspecto espiritual de todo aquello que pasó.

No podemos negar que aquello no podía ser la primera reacción de Judas. Queremos decir que aquel Apóstol, escogido de entre muchos discípulos, por parte de Jesús, debía llevar mucho tiempo rumiando (trayendo y volviendo a traer a su corazón una cosa como aquella) la idea de entregar a sus enemigos a quien tan amigo se había mostrado con él.

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26.03.18

La Palabra del Domingo - 1 de abril de 2018

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Jn 20, 1-9

  

“1 El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. 2 Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: ‘Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.’ 3 Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. 4 Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. 5    Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. 6 Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, 7 y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. 8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, 9 pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.”

      

COMENTARIO

¡Resucitó!

 

Es de imaginar como se encontrarían los discípulos más allegados de Jesús tras la muerte en la cruz del Mesías. Por mucha confianza que hubieran tenido en Aquel que les enseñaba, su huida en el momento crucial de la cruz nos hace suponer que tenían mucho miedo y, por eso, estaban escondidos. Y no es extraño que lo tuvieran porque sabían a la perfección que los poderosos que habían conseguido, de aquella manera, la muerte del Maestro, no dudarían en matar a sus discípulos más allegados porque podían continuar con la labor iniciada unos años antes por el carpintero de Nazaret. 

Sin embargo, alguien que amaba mucho a Cristo salió a visitar a su Señor. María Magdalena fue muy pronto, de madrugada, quiso visitar a quien tanto bien le había hecho. Sin embargo, no encontró, siquiera, el sepulcro cerrado y eso le extrañó sobremanera. No era normal, ni esperado, que nadie hubiera movido la piedra que tapaba el sepulcro y que se hubieran llevado al Maestro. No era lo que la Magdalena podía querer ver ni ser testigo. 

Los demás debieron tomarla por desequilibrada porque no iban a creer que Jesús iba a haber desaparecido sin más ni más. Por eso corrieron al encuentro de los restos del Hijo de Dios. Pedro era mayor que Juan  y eso le hizo llegar después que el discípulo amado que vio lo que vio que fue, más o menos, que Jesús no estaba donde debía estar y que, a lo mejor, alguien se lo había llevado. Pero no quiso entrar tal era la situación en la que se encontraba Juan.

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25.03.18

Semana Santa – Lunes Santo: el primer día del principio

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La vida de Jesucristo, apenas unos días antes de que diera comienzo su Pasión, sigue por los caminos que había trazado Dios cuando lo envió al mundo a que el mundo se salvase.

El caso es que el Evangelio de San Juan (12, 1-11) nos pone sobre la pista de qué es lo que hacía Jesucristo entonces. Y es que seis días antes de la Pascua, ha de cumplir con la voluntad de Dios de ser misericordioso con quien necesita misericordia.

Como podemos imaginar, el Hijo de Dios, también tenía amigos íntimos. Es decir, aquí no nos referimos a los que le seguían, a sus discípulos (más o menos cercanos) sino a aquellos que habían convivido con Él durante la infancia. Y tales personas, seguramente, tenían una consideración más que especial para Jesucristo.

Con esto queremos decir que el hijo de María y de José era, en tal sentido, como una persona más y debía conocer más que bien a los que, en su propio pueblo o muy cerca del mismo, lo habían conocido desde bien pequeño.

Eso pensamos que eran Marta, María y Lázaro. Para Jesús, aquellos tres hermanos eran muy especiales. Y eso lo demuestra hoy mismo, cuando pasa lo que es más que conocido por todos.

Algunos dijeron eso de “Mirad cómo lo quería” cuando vieron como Jesús lloraba ante la tumba de Lázaro.

Y es que su amigo de toda la vida había muerto. Pero Jesús, en un principio, como sabemos, pareciera no hacer mucho caso cuando acuden a decirle que su amigo se encuentra muy enfermo. Incluso pudiera parecer que espera a que se muera para ir a Betania. Y es que, ciertamente, es así.

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La Palabra del Domingo - 25 de marzo de 2018

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Mc 15, 1-39

 

1 Pronto, al amanecer, prepararon una reunión los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín y, después de haber atado a Jesús, le llevaron y le entregaron a Pilato. 2 Pilato le preguntaba: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» El le respondió: «Sí, tú lo dices.» 3 Los sumos sacerdotes le acusaban de muchas cosas. 4 Pilato volvió a preguntarle: «¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan.» 5 Pero Jesús no respondió ya nada, de suerte que Pilato estaba sorprendido.

 

6 Cada Fiesta les concedía la libertad de un preso, el que pidieran. 7 Había uno, llamado Barrabás, que estaba encarcelado con aquellos sediciosos que en el motín habían cometido un asesinato. 8 Subió la gente y se puso a pedir lo que les solía conceder. 9 Pilato les contestó: «¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?» 10 (Pues se daba cuenta de que los sumos sacerdotes le habían entregado por envidia.) 11 Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente a que dijeran que les soltase más bien a Barrabás. 12 Pero Pilato les decía otra vez: «Y ¿qué voy a hacer con el que llamáis el Rey de los judíos?» 13 La gente volvió a gritar: «¡Crucifícale!» 14 Pilato les decía: «Pero ¿qué mal ha hecho?» Pero ellos gritaron con más fuerza: «Crucifícale!»

 

15 Pilato, entonces, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuera crucificado. 16 Los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir, al pretorio y llaman a toda la cohorte. 17 Le visten de púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñen. 18 Y se pusieron a saludarle: «¡Salve, Rey de los judíos!» 19 Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él. 20 Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y le sacan fuera para crucificarle. 21 Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz. 22 Le conducen al lugar del Gólgota, que quiere decir: Calvario. 23 Le daban vino con mirra, pero él no lo tomó. 24 Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suertes a ver qué se llevaba cada uno.

25 Era la hora tercia cuando le crucificaron. 26 Y estaba puesta la inscripción de la causa de su condena: «El Rey de los judíos.»

27 Con él crucificaron a dos salteadores, uno a su derecha y otro a su izquierda. 29 Y los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: «¡Eh, tú!, que destruyes el Santuario y lo levantas en tres días, 30 ¡sálvate a ti mismo bajando de la cruz!» 31 Igualmente los sumos sacerdotes se burlaban entre ellos junto con los escribas diciendo: «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. 32 ¡El Cristo, el Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.» También le  injuriaban los que con él estaban crucificados. 33 Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. 34 A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: = «Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?», - que quiere decir - = «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?» = 35 Al oír esto algunos de los presentes decían: «Mira, llama a Elías.» 36 Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber, diciendo: «Dejad, vamos a ver si viene Elías a descolgarle.» 37 Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró.

38 Y el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo.  39 Al ver el centurión, que estaba frente a él, que había expirado de esa manera, dijo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.»

 

COMENTARIO

Morir para salvarnos

 

Hoy es un día más que especial en la historia de la salvación. Y es que hoy, Domingo de Ramos, el Hijo de Dios entra en Jerusalén de forma triunfal. Sin embargo, no recordamos aquel momento glorioso sino, precisamente, el final de aquella corta semana que llamamos Santa porque lo fue y lo sigue siendo. 

En el itinerario que sigue Jesús desde que lo prenden hasta que exhala su último aliento en la cruz manifiesta, en más de una ocasión, lo que quería el Padre Dios para Su Hijo y, así, para toda la humanidad. 

Jesús nada tenía que responder a quien se mostraba tan esquivo con la verdadera Ley de Dios (el Amor) y, por eso mismo, permanece callado ante Pilato que debería estar en la seguridad de que aquel hombre al que traían para que juzgara era inocente. Sin embargo, se sentía muy presionado por el populacho que pedía la vida de Jesús a cambio de la del preso que él mismo les había mostrado y que respondía al nombre de Barrabás. 

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