La Palabra para el Domingo - 26 de noviembre de 2023
Como es obvio, hoy no es domingo 26 de noviembre de 2023 sino sábado, 25. Esto lo decimos porque publicamos hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.
También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.
Mt 25, 31-46
“Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: ‘Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme. ’Entonces los justos le responderán: ‘Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?’ Y el Rey les dirá: En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.’ Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.’ Entonces dirán también éstos: ‘Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?’ Y él entonces les responderá: ‘En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo.’ E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna”.
COMENTARIO
El camino hacia el Cielo
Este texto del evangelio de San Mateo tiene una importancia vital para nosotros, hijos de Dios y hermanos de Quien murió para que fuéramos salvos porque nos muestra un camino que debe ser el único que debemos transitar. Otro no nos conviene, para nada.
Es lógico pensar que lo que quiere toda persona que crea en Dios es estar con el Padre. Y eso, así dicho, pudiera parecer, además de expresión de fe, algo muy sencillo: basta querer para que se haga posible.
Pero las cosas del Creador y, al fin y al cabo, las nuestras, tienen mucho que ver con lo que somos y hacemos. Es decir, no labramos en la nada sino que tenemos un campo muy ancho donde sembrar y obtener fruto.
El caso es que Jesús nos pone sobre la pista. Y lo dice con toda claridad: ha de venir, de nuevo y cuando lo haga a cada uno se le dará, en derecho, según sea lo suyo. Y sobre eso no debe caber duda alguna.
En realidad, lo que aquí se solventa es, nada más y nada menos, que la vida eterna. No de otra cosa habla Jesús. Es más termina, precisamente, con tal expresión: “vida eterna”.
¿Qué hacer, pues?
Jesús, acostumbrado a enseñar de manera que todos entendieran lo que decía (ya conocía la dureza del corazón de muchos) lo dice todo de una manera fácil de comprender: lo bueno, el hacer bien; lo malo, el hacer las cosas de forma torcida o mala.
Ambos casos, ambas formas de hacer lo que hagamos, tienen consecuencias distintas. Es de esperar que Dios, que es justo, tenga en cuenta, precisamente, en qué grupo de personas estamos o, mejor, nos hemos situado a lo largo de nuestra vida.
Por un lado están los que han ayudado al necesitado en cualquier modo o forma de auxilio. Y Jesús pone unos ejemplos concretos pero la imaginación de cada cual puede añadir los que quiera.
Por otro lado, están los que han mirado para otro lado cuando alguien les ha pedido ayuda o, simplemente, cuando viendo las necesidades ajenas nada han hecho para aliviarlas.
Ambas formas de actuar tienen un destino bien distinto: la primera de ellas, la vida eterna; la segunda, el fuego eterno llamado, también, Infierno.
En nosotros, pues, está la decisión que debamos tomar. Es cierto que tenemos una vida por delante para corregir los errores que, al respecto podamos haber cometido pero también es bien cierto que no sabemos cuándo seremos llamados…
PRECES
Por todos aquellos que no alivian lo que puede ser aliviado.
Roguemos al Señor.
Por todos aquellos que no creen en la vida eterna.
Roguemos al Señor.
ORACIÓN
Padre Dios; ayúdanos a tener siempre presente que nuestro futuro existencial depende de nuestro ahora mismo.
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.
Eleuterio Fernández Guzmán
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Nos conviene mucho saber en qué grupo estaremos cuando venga Cristo a juzgar a vivos y a muertos.
Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
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