Un amigo de Lolo – Campanadas de necesidad – IV, La Fe

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Presentación

Como suele ser habitual con el Beato de Linares (Jaén, España) Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo, lo que escribe mueve a percibirlo como algo importante. Y eso es lo que ha pasado con esto.

El que esto escribe tiene por buena cosa publicar los artículos que Lolo dio a la luz pública (en los más diversos medios escritos) en la página de la Fundación Lolo. Y, como podemos imaginar, los hay de toda forma y condición cumpliendo siempre la característica de ser más que recomendable su lectura.

Pues bien, cumpliendo con tan gozosa labor, me correspondió publicar un artículo-petición titulado “Doce peticiones para doce campanadas” que Lolo había publicado el 8 de enero de 1955 en la revista “Signo”.

Debo reconocer que al leer las tales “campanadas” (referidas las mismas a las primeras del primer día del año) tuve la sensación de que tal texto debía ser difundido lo más y mejor posible porque son unas verdaderas campanadas de necesidad. Y por eso, a partir de hoy mismo, paso a publicar, con la ayuda de Dios, una a una, las doce de las que habla el texto con un humilde comentario del que esto escribe que es, sin duda, lo peor de todo lo que aquí se va a traer…

Vamos a poner siempre el texto que precede a las campanadas que es el que sigue:

Estoy ante Ti, Señor, en este instante fugaz, a caballo de dos tiempos. Hace frío, y hace ahora en raro crepitar de estrellas. Se diría que todo descansa, pero el silencio de ahora nace de un duermevela electrizante.

¡Ves, Señor! En tus plazas y pueblos se han congregado muchedumbres con las frentes en alto; pero Tú no te hagas ilusiones, porque esos ojos que se describirán de ansiedad están hoy polarizados apenas por la estricta circulación de un reloj. Es absurdo, mi Cristo, pero así es. “Entonces- dirás, ¿es que al fin se reúnen para amarse?” No; en el fondo, esas células que integran lo que se llama la multitud tienen entre sí la repelencia de lo egocéntrico. Para ellos, en la autopista del tiempo corren hoy sólo dos leves saetas la carrera de lo personal. Apenas cuando crucen conjuntamente la cinta de las doce oirás el estruendo con que cada uno festeja el aparente hallazgo de un seguro de vida.

Para entonces, quiero ofrendarte mi súplica.

He oído ya la puesta en marcha de una sonajería y el martillo de bronce está en alto para la danza de las horas y el rigodón de la vida. En su honor, barrena ya la noche la pacífica metralla del champán y de lo que pudo ser tu sangre, el vino. Pero antes que con las burbujas llegue hasta tu rostro la afrenta que omite la gratitud a tu nombre, tolera que te envíe, como doce recursos de urgencia, los telegramas de otras tantas súplicas para cada una de las doce campanadas que inician el año.”

Y, a continuación, lo que corresponde a cada una de ellas.

Campanadas de necesidad – IV, Fe

FE

Te suplicamos, al par, la fe; una fe colosal, como de incendio cósmico. ¡Sálvanos, Señor, que perecemos en la sinrazón de la razón que te niega! ¡Que nos asfixia la angustia existencial! Cómo no han de derruirse tantas obras si están sobre el fatuo castillo de las quimeras egoístas.”

Como es de imaginar en alguien que atesora una fe grande y arraigada en el corazón, la cuestión de la fe como campanada de necesidad era obvio que iba a aparecer. Y eso es lo que aquí traemos porque sin fe… todo lo demás, simplemente, se hace muy difícil.

Qué suplica tan importante la que hace Lolo en este cuarto punto. Suplica la fe. Pero no una fe cualquiera o que pudiera decirse de “llevar por casa” sino una que lo sea grande o, como dice él mismo, ”colosal”. Y es que si siempre hemos de pedir a Dios que nos aumente la fe… en fin… como que hacerlo para todos los discípulos ha de ser más necesario aún.

Lo que le pasa a Lolo es que ve en su tiempo (¡imaginemos ahora mismo…!) las cosas del alma andaban un tanto retraídas en el corazón de muchos que e, incluso, en los que lo eran cristianos. Es más, lo relacionado con Dios, que muchos entendían muy contrario a la razón, andaba, por decirlo pronto, de capa caída.

Por eso pide Lolo fe y, es más pide “la fe” porque debe entender que es más que necesaria en quien la ha abandonado casi por completo. Y lo hace porque se da perfecta cuenta de que llevar el uso de la razón a la oposición a Dios y todo lo que supone una cosa así no podía llevar a nada bueno sino, al contrario, a algo muy malo y peor.

Lolo, como aquí podemos leer, quiere que se haga realidad aquello que dijo Jesucristo acerca de que había venido al mundo a traer fuego y, por eso, pide una fe algo así como “de incendio cósmico” para que el fuego, así, de la fe, queme purificando las realidades negras de su tiempo.

En realidad, como es claro que la fe no es que esté ahí, digamos, puesta en nuestro corazón y nada tenga que ver con aquello que nos rodea ni con lo que hacemos, Lolo quiere que la misma tenga un efectivo hacer en nuestro día a día, en cada decisión que tomemos y en cada movimiento de nuestro corazón sobre el mundo. Y es que sabe Manuel que si seguimos actuando con una fijación tan extrema en lo que son nuestras necesidades, con puro egoísmo, es cierto y verdad que todo ha de salir mal parado.

En todo caso, el egoísmo se lleva más que mal con la fe… al menos con la fe cristiana donde el prójimo tanta importancia ha de tener en nuestros obras y en nuestros quehaceres diarios.

Y todo esto, nada más y nada menos, que para salvarnos que, como podemos imaginar, no es poca cosa sin mucha y más que mucha. Y todo con el insoslayable apoyo de la fe, de la nuestra.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Campanadas que enmudezcan lo mundano siempre valen la pena y a nuestra alma bien le vienen.

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor” (43)

“Manantiales, nubes, arroyos, océanos; ¡qué pobres sois para expresarme el torrente de felicidad que Dios vierte de continuo sobre vosotros.”

……………………………

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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