La Palabra para el Domingo - Domingo, 21 de mayo de 2023
Como es obvio, hoy no es domingo 21 de mayo de 2023 sino sábado, 20. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.
También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.
Mt 28, 16-20
“16 Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. 17 Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron.18 Jesús se acercó a ellos y les habló así: ‘Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. 19 Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.’”
COMENTARIO
Envío y misión apostólica
Parece que algunos, de entre los discípulos de Jesús, eran de dura cerviz. Lo habían demostrado muchas veces y eso era lo que, precisamente, les había hecho alejarse en el momento más crudo de la Pasión de Nuestro Señor: no entendían casi nada de lo que estaba pasando.
Es de creer que ellos irían lo más rápido posible al lugar donde el Maestro, ya resucitado, les había dicho que fueran. No era, ahora, momento de dudar de quien habían visto morir en la cruz y, luego, vivo tras aquella terrible muerte.
Pero, como es de esperar en todo grupo humano, no todos estaban seguros de lo que habían visto. Por eso nos dice el evangelio de San Mateo que “algunos dudaron”.
Es difícil entender cómo era posible que habiendo visto lo que habían visto aún hubiera discípulos que, como Tomás, no creyesen si no metían sus dedos en las heridas de la Pasión de Jesucristo. Pero, al fin y al cabo, es que hay de todo en la viña del Señor…
Pero Jesús sabía que eso era posible e, incluso, normal. Según lo que había visto a lo largo de su vida pública (y es de suponer que en el tiempo en el que no se manifestó al mundo) tampoco era lo más grave que podía pasarle. Contaba con ello y, por eso, siguió con su labor evangelizadora y cumplidora de la voluntad de Dios.
Que Dios le había dado todo el poder ya se comprobó en vida cuando, antes de morir, resucitó a muertos y a ciegos devolvió la vida pues otra cosa no era sino el devolverles la vista. Y eso no era algo que cualquiera podía hacer sino sólo quien tenía el poder de Dios consigo. Pero ahora confirmaba tal realidad a sus testigos.
Y tal poder se lo entregaba a ellos. A los que le escuchaban enviaba al mundo porque sabía que el mundo necesitaba, para ser salvado, conocer la Palabra de Dios y conocerlo a Él mismo, Maestro y Pastor Bueno.
La forma con la que deben hacer discípulos es la misma que ahora seguimos: bautismo en el nombre de la Santísima Trinidad y, desde entonces, pasar a formar parte de la Iglesia de la que había entregado, no hacía mucho tiempo, las llaves, a Pedro, aquel que tanto le traicionó no sin el conocimiento previo de Cristo.
Pues bien, aquello que Jesús les había enseñado a lo largo de los años no podía perderse. De haber sido así, de nada habría servido su misión que consistía, en esencia, en trasladar la Ley de Dios y su Palabra al mundo todo, al universo conocido. Y eso es lo que manda a los discípulos que entonces le escuchan: llevar lo enseñado a los corazones de aquellos que podían escucharlos.
Es más. Jesús sabía que estaba a punto de partir, ascendiendo, hacia la Casa del Padre para preparar las estancias que había prometido preparar. Pero no sin antes dar a entender, diciéndolo, que siempre iba a estar con nosotros… hasta el fin de los tiempos. Y aunque no dice que Él mismo estuviera con nosotros (pues sabemos que eso sucederá cuando vuelva en su Parusía) sí procuraría que el Espíritu de Dios, enviándonoslo, lo hiciera presente entre nosotros.
PRECES
Por todos aquellos que no creen en la Resurrección de Jesucristo.
Roguemos al Señor.
Por todos aquellos que no creen en el poder total del Creador.
Roguemos al Señor.
ORACIÓN
Padre Dios; ayúdanos a no olvidar nunca que, en efecto, tu Hijo está con nosotros siempre.
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.
Eleuterio Fernández Guzmán
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Y ascendió Cristo… hasta su regreso al mundo.
Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
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