Yo soy Amigo de Lolo

Presentación

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Amigo de Lolo. Así con mayúscula… 

Esto de arriba lo decimos por lo siguiente. 

El que esto escribe, como supongo que muchos de los lectores de esto que ahora aquí pongo, tiene un pie de firma de correos electrónicos que envía. Está tomado de uno salido de la Fundación Lolo, la dirección internáutica de la cual está unas pocas líneas más abajo. 

Este texto dice esto que sigue: 

“Yo soy Amigo de Lolo

Lolo, seglar, joven de Acción Católica, periodista y escritor cristiano, inválido total, y ciego, de profundo espíritu eucarístico y mariano, hijo amante de la Iglesia, alegre en el dolor, apóstol y consejero,… ¡Esa es su tarjeta de visita! 

Conócelo en amigosdelolo.com 

Es verdad que podemos imaginar que tal texto es propio de alguien que tiene mucha admiración (espiritual y de otros tipos) por la persona a la que se dedican tales palabras. Sin embargo, es cierto y verdad que todos de tales adjetivos (pues califican y cualifican…) son tan verdad como que el Sol ilumina a la Tierra y la Luna, en su fase de llena, también. 

Tres aspectos podemos destacar aquí: 

1. Lolo, hombre, en su ser mismo y en su trabajo.

 2. Lolo, fiel hijo de Dios incardinado en la Iglesia Católica. 

3. Lolo, sobrenaturalizador de su situación física y la consecuencia de eso. 

Podemos ver que cada uno de estos aspectos caracterizan a una persona muy especial. 

En primer lugar, en cuanto a hombre que vive en el mundo que le ha tocado vivir, en el que lo ha puesto Dios mismo, es uno de aquellos que ha optado, dadas sus circunstancias, por una profesión. En su caso era la de periodista y escritor pues lo mismo se hacía cargo de publicaciones propias (Revista “Sinaí”, por ejemplo) como hacía lo propio para publicaciones ajenas como, en fin, escribía libros (9 más los que, después de su muerte, se han compuesto con textos suyos…) Y bien sabemos que es más que posible que tales labores no fueran las que él quería llevar a cabo pero dadas sus circunstancias… en fin, como que a las que pudo dedicarse y bien que se dedicó a ellas en cuerpo y, sobre todo, alma… Y es que, como sabemos, y aquí se nos dice, era inválido total y, al final de su vida… también ciego.

En segundo lugar, Lolo, quien acabara siendo Beato de la Iglesia Católica aunque él nunca creyó que pudiera llegar a serlo (hay una anécdota militar en la que afirma él mismo que no creía, eso, que llegara a ser Beato cuando alguien le espetó que tenía fama de “beato”) era más que consciente de lo que eso suponía. 

No dudó ni lo más mínimo en mostrar y demostrar que era así, como era en cuanto a la fe. Por eso se nos dice aquí mismo eso de que tenía “profundo espíritu eucarístico y mariano” y que, además, era, “hijo amante de la Iglesia”. Y todo esto lo podemos ver más que bien en los escritos que dio al mundo para que el mundo supiese hasta dónde llegaba su fe y al arraigo profundo que tenía en su corazón todas las cosas de la Iglesia, por así decirlo. 

Pero, como bien sabemos, si hay algo en lo que destaca Lolo es en su dolor y sufrimiento. Sí. Y no es que lo acogiera con gozo como si se tratase de un comportamiento masoquista sino que supo sacar tanto de uno como del otro, consecuencias más que buenas para su vida espiritual. Y es que comprender la importancia que tiene eso para un hijo de Dios es llevar las cosas del alma, justamente, hasta donde tienen que ser llevadas y que no es, sino, lo más cerca del Todopoderoso que se puedan llevar. Y podemos decir, sin temor a equivocarnos, que Lolo hizo eso a la perfección. 

Sufrir, al menos físicamente, y saber que eso no tiene que ser forzosamente algo sólo malo… eso es un tesoro que, al encontrarlo, todo debemos vender para adquirirlo. Y eso también lo hizo Lolo a la perfección.

 Y ante todo esto, nosotros sólo podemos reiterar que ser Amigos de Lolo, así con mayúscula, es mucho más que sólo un honor. Y que a su ser, definido arriba, sólo podemos decir Amén, Amén y Amén.


Eleuterio Fernández Guzmán


Panecillos de meditación


Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.


Panecillo de hoy:

¡Qué buena cosa es saber cómo estamos en el mundo!

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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