Un amigo de Lolo – Sobre títulos y motivos: “Las golondrinas nunca saben la hora“

Presentación

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Ya son algunos años los que, el que esto escribe, lleva escribiendo sobre el Beato de Linares (Jaén, España) en esta casa de InfoCatólica. Siempre ha valido la pena hacer algo así y aportar, aunque sea, un granito de arena a la comprensión de un creyente tan fuerte y profundo como es Lolo. 

El linarense universal que tanta atracción espiritual tiene para quien lo conoce, no deja de producir interés en aquella persona que se acerca a su persona a través de su obra pues ahora mismo no resulta posible hacerlo personalmente o, digamos, en la intimidad de la conversación entre amigos, que lo somos todos aquellos que ansiamos serlo.

Lolo nos acerca a lo bueno que tiene saber que, cuando se es hijo de Dios la mejor forma de serlo es, sencillamente, siéndolo. Y él una muestra perfecta de cómo hacer algo que, algunas veces, a muchos nos resulta difícil y a algunos… imposible. 

Acerquémonos, desde ahora, a la obra misma de Lolo a su intimidad podríamos decir, con lo que vamos a ganar, seguramente, mucho y más que mucho. Y, para más abundancia de lo bueno y mejor, al final de todo esto les ponemos uno de los aforismos espirituales que publicó Lolo en su libro ”Bien venido, amor“. Vamos, miel sobre hojuelas, como se dice en la Biblia pues esto, al fin y al cabo, es cosa del alma de cada cual.  

Sobre títulos y motivos:  Las golondrinas nunca saben la hora

Las golondrinas nunca saben la hora | Beato Manuel Lozano Garrido, beato  Lolo

Y es que, en esto también, en el título que el escritor da a sus obras, o, mejor, sobre todo en esto, hay un motivo o muchos motivos. Y es que, en el fondo, titular de una forma o de otra puede cambiar el sentido de lo escrito pero, más que nada, refleja lo que, desde el corazón mismo, sale al mundo exterior.

Eso pasa con el cuarto libro que publicó Lolo. Corría el año 1967 cuando salió a la luz pública Las golondrinas nunca saben la hora cuyo título, si bien extraño, tiene todo su sentido en el contexto en el que está escrito.

Este libro tiene la particularidad que recoge el momento en el que Lolo pierde la vista y pasa a formar parte del mundo de los ciegos. Y queda perfectamente enmarcado en dos citas: una puesta al principio que no es suya, sino de Santa Teresa de Jesús y que dice: 

Cuando menos veo, más creo”

 Luego, al final del libro sí que expresa Lolo lo que, al haberse quedado ciego, sabe que le pasa: 

Ya es noche, siempre de noche. Que sea, en cambio, mediodía también en mi corazón”.

Vemos que sí, que para Manuel Lozano Garrido es siempre de noche. Pero eso no quiere decir que se venga abajo ni nada por el estilo. Y es que, como muchas veces hace a lo largo de su vida y deja escrito en sus libros, tiene un corazón más fuerte que el de un toro. Por eso, se sobrepone a tal circunstancia o, como diría él mismo, “sobrenada” sobre su ceguera y quiere expresa que, a pesar de no ver con los ojos de la cara, haciendo uso del sentido de la vista, a pesar de eso, decimos, quiere que sea siempre “medio día en mi corazón”. Y es que así la noche, su noche, no se iba a imponer en vida. No quería y, claro, no lo hizo. 

Este libro es un diario. Y recoge la vida de Lolo entre el 2 de junio de 1961 y el 1 de julio de 1965. Algo más, pues, de cuatro años en la existencia del Beato de Linares (Jaén, España) 

Es lógico que un periodo tan amplio de tiempo dé para mucho. Por eso, estas páginas contienen, nada más y nada menos que el “Decálogo del periodista” (p. 170) y las “Campanadas” (12) que a la hora del último día del año de 1964 escribe para recordarnos qué es lo que resulta verdaderamente importante para un momento como es el del último día de un año, en tal caso el de 1964. 

Es cierto y verdad que este libro es, verdaderamente, maravilloso. Y es que estamos ante una obra de arte que emociona por muchos momentos y hacer llorar en tantos otros… porque hay rincones de privilegio donde se escribe desde la poesía de un corazón generoso y una mano que, aún sin poder, dibuja en el tiempo que nos ha tocado vivir una luz carente de superficialidad y, al contrario, sí de profundo hacer en el alma de quien lee sus muchos iluminantes párrafos y sus muchos acercares a las cercanías de Dios. Presente, el Padre, certifica “Lolo” que quiere “latir con fuerza en los pensamientos, en las ansias, en los ideales, y que toda esa sustancia de amor que significa la sangra se derrame a borbotones por las acequias de la generosidad y lleve su calor, su vitalidad y su riqueza a todas las criaturas del universo” (p. 89). Y a fe que lo consigue no quedándose corto nunca sino llenándonos de su ilusión y de su generoso ser, santo de toda fama de la santidad que Dios da a quien quiere aceptar su presencia.

En realidad, las golondrinas, que, como dice Lolo, nunca saben la hora, sí han sabido traer a las páginas de este libro, un santo hacer y un proceder del que no se puede decir otra cosa que no sea gozosa o dar gracias, a la vez, a quien ha sabido plasmar, a lo largo de los cuatro años de su vida que se recogen en el mismo, lo que un hijo de Dios hace cuando sabe que lo es.

  

Eleuterio Fernández Guzmán



Panecillos de meditación


Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” 
(En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:


Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor

” Dios es como el rayo ‘láser’: una poderosísima y casi milagrosa concentración de luz y de fuerza, salvo que en Él se llama Amor” (4)”

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

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