Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” - La Gloria en paracaídas (El Reino) –4– Dios, cerca, cerca, cerca.
Presentación
Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.
Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.
La Gloria en paracaídas (El Reino) -4– Dios, cerca, cerca, cerca
“Pero tu Reino no está lejos o, si lo está, no resulta tan inasequible, desde que has plantado en nuestro erial la flor de tu esperanza. ¿Quién te ha visto murallas, fronteras o puertas retrancadas? ¿Quién te dijo asentado sobre un lugar inasequible? ¿En qué sitio no hay un hueco en el que Tú no puedas meter una semilla?” (Mesa redonda con Dios, 215)
Seguimos con este texto perteneciente al capítulo “Dios al volante” en el que el Todopoderoso está más cerca de sus hijos que nunca porque cae, digamos, como dice el título de esto, “en paracaídas”.
Pues bien, en determinadas ocasiones se plantea la pregunta de como podemos confiar en Dios y, en definitiva, si está cerca o lejos de nosotros, sus hijos. Y el Beato de Linares (Jaén, España) muestra lo equivocados que estamos muchas veces.
Es cierto y verdad que podemos creer que Dios está lejos. Sin embargo, nuestro Creador siembra en nosotros una semilla que determina que es justo al revés la verdad: la esperanza.
Como tenemos claro (es una general de la fe cristiana), no cabe desesperación que no sea pecado en el creyente cristiano, aquí católico. Y eso es así porque caer en la misma es hacer de menos a Quien todo provee que no es otro que Dios mismo. Entonces, es verdad que podemos creer lo que queramos creer (para eso el Todopoderoso nos ha dado libertad) pero, en el fondo, sabemos (debemos saber y no podemos hacer otra cosa) que en nosotros radica la esperanza y siempre, por tanto, podemos abocarnos a Dios.
Dice Lolo que nosotros somos un “erial”. Y, en fin, conociendo cómo somos, es bien cierto que lo somos. Y lo somos porque muchas veces no regamos con fe nuestro campo donde Dios ha de sembrar las semillas de la vida eterna y, claro, no acaba fructificando.
En realidad, a pesar de ser, eso, un erial, el linarense universal plantea una serie de preguntas que tienen todo que ver con la confianza que debemos tener en Dios y en su presencia en nuestro corazón.
¿Dios pone obstáculos a nuestro acercamiento?
¿Está Dios lejos de nosotros?
Nosotros replanteamos las preguntas que hace Lolo para, quizá, comprenderlas mejor o, en fin, porque nuestra simpleza eso nos exige…
Hay, pues, tres preguntas que nos plantean algo muy simple: creemos o no creemos, así de sencillo.
A la primera sólo podemos responder que no. Y es que, en realidad, nuestro Creador, desde el mismo Principio (y antes en su corazón y su mente) nunca ha planteado nada que el ser humano pudiera entender como impedimentos. Y, como dice Lolo, no hay algo así como murallas o algo que no podemos evitar ni algo así como obstáculos espirituales o, en fin, formas de no acceder por ser imposible hacerlo.
A la segunda, otra vez que no. Y es que, en realidad, nuestro Creador está tan cerca de su descendencia que está en nuestro propio corazón donde tiene su templo el Espíritu Santo. Y aunque bien sabemos lo difícil que es comprender y entender eso, lo bien cierto es que lo tenemos por una verdad de fe.
Y, en fin, a la tercera, otra vez respondemos que no. Y es que, en realidad, nuestro Creador, puede con todo los obstáculos que nosotros le podamos poner y nada le impide, como dice Manuel Lozano Garrido, “meter una semilla” que no será de nada malo o peor para nosotros sino bueno y mejor.
Es verdad todo esto que decimos. Pero no lo es porque lo digamos nosotros que, al fin y al cabo, no somos más que nosotros. Es verdad porque es cosa de Dios que lo haga porque, en realidad, así lo hace.
Eleuterio Fernández Guzmán
Llama Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.
Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
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