Ventana a la Tierra Media – Y de la música surgió todo- 2 – Y les enseñó lo creado y su ser
Existía donde Ilúvatar y el Vacío exterior. Y Melkor tomó del Vacío la negritud y lo oscuro y lo trasladó junto a los demás Ainur. Y surgió una discordancia que fue el inicio de la existencia del Bien y del Mal, de la Creación y de la destrucción.
Apenas había pasado una semanas y ya había ansia en aquellos escuchadores de cuentos antiguos. Querían saber más de aquel Principio y de la música de la que surgió todo.
-Entonces, ¿qué pasó?, preguntó uno inquieto.
-Sí, sí, ¿qué fue lo que pasó desde el enfado de Melkor?
El narrador suspiró, dándose cuenta de que no podía tardar más en seguir contándoles lo que sucedió. Y eso fue lo que hizo.
Ya sabéis que en el Principio Eru creó a los Ainur y que Melkor era de los más poderosos. Sin embargo, eso no le bastaba porque quería crear por sí mismo y que llamaran Señor. Y por eso quiso hacer daño a lo que hacían sus hermanos que también habían sido creados por Ilúvatar.
Sabéis que por mucho que Melkor quisiera ser poderoso había sido creado por Eru y por eso no podía ser más importante que quien lo había creado.
Creyó Eru que lo mejor era alejarse de aquel lugar e hizo eso. Los Ainur lo siguieron hasta que llegaron al Vacío.
Y entonces, el Creador les dio el poder de ver porque hasta entonces sólo podían oír. Y les enseñó lo que, con su música habían creado.
-¿Y era bonito todo aquello?, quiso saber un impaciente.
-¿Y había árboles y ríos y montañas y…?
-Tranquilos, tranquilidad… que todo llegará poco a poco.
Pues sí, en aquel lugar apareció ante los ojos de los Ainur lo que habían creado a través de su música porque hacer aquella música no era sólo crear bonitas melodías sino que a través de ellas se iba creando lo que ahora estaban viendo.
Y vieron un globo que estaba en el Vacío pero el globo no era el Vació sino que estaba en él.
-¿No lo entiendo, ¿Qué quieres decir?, quiso saber uno de los oyentes.
-Mira… cuando tú echas un globa a volar el globo está en el aire pero no es aire. ¿Lo comprendes? Está en el aire pero no es aire es el globo, el que tú has echado a volar.
-¿Como una de las estrellas que están en el cielo?, quiso saber el mismo.
-Exactamente, como una estrella. Aquel globo en el Vacío era como una estrella.
Y continuó narrando, reconociendo que no sería la última vez que sería interrumpido.
Bueno. Dijo Ilúvatar que aquello que veían que creía y se desarrollaba era lo que ellos, con la música, habían hecho aparecer. Y, claro, también a Melkor le dijo lo mismo pero ya sabemos cómo era la música de aquel poderoso Ainur…
-¿Oscura, negra?, afirmó uno.
-Eso es, era oscura y negra y ya podéis imaginar que lo que había creado no era muy bello sino que seguía la forma de ser de su creador que era Melkor…
Y todos se taparon los oídos porque aquella parte del cuento no lo querían escuchar porque sabían muy bien lo que había ocasionado aquel pobre Ainur que sólo ansiaba poder.
A lo mejor creéis que los Ainur lo sabían todo. Pero no, había cosas que Eru no había querido revelarles y eso no lo sabían y no lo iban a saber hasta que Ilúvatar quisiera que lo supiesen. Por eso, a lo largo de las Edades que se han sucedido desde entonces, hay cosas que nadie había previsto que sucedieran pero llegaron a suceder porque estaban en el corazón de Eru que eso pasase… y pasó. Por eso, en cada Edad ha habido cosas que han pasado y que no se esperaban pero era voluntad de Ilúvatar que eso así sucediese.
Pues bien, eso pasó con la llegada de los hijos de Ilúvatar. Y es que los Ainur habían estado preparando sus moradas pero no sabían para qué iban a servir. Y luego, cuando vieron que fueron ocupadas por los Hijos comprendieron que su labor, al fin y al cabo, había servido para mucho aunque no supiesen para qué.
Pero ¿sabéis qué es lo mejor de todo esto?, preguntó el narrador.
-¿Qué, qué, dinos qué?, respondieron todos al unísono.
Pues lo mejor de todo esto es que cuando los Ainur vieron a los Hijos de Ilúvatar y se dieron cuenta de que eran creación directa de la mente de Eru, los amaron más que a cualquiera otra cosa de la creación. Aunque ya sabemos que hubo uno de ellos, Melkor, que no los quiso de la misma forma o, mejor, no los quiso para nada y siempre los odió y su corazón no reservaba nada bueno para ellos, como todos bien sabéis por lo que sucedió luego a lo largo de las Edades.
Y cuando vieron el espacio que había escogido Eru para los Primeros Nacidos y los Seguidores, es decir para los Elfos y los Hombres, todos los Ainur allí presentes se alegraron más que mucho de lo que Eru les había permitido hacer.
Bueno, todos no…
Y hasta aquí, pequeños, hemos llegado hoy. Ya es la hora de ir a dormir y el fuego se ha apagado, la hoguera de los cuentos ha dicho basta.
(Continuará)
Eleuterio Fernández Guzmán- Erkenbrand de Edhellond
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Tierra Media: otra Tierra, esta Tierra.
Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
1 comentario
La primera parte del Silmarillion me parece preciosa. Luego ya entra en todo el asunto élfico pero antes de eso es realmente evocadora.
EFG
Tiene usted toda la razón.
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