Beato Manuel Lozano Garrido - “Lolo, libro a libro”- Dios perdona y construye desde nuestra nada

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

La Gloria en paracaídas (El Reino) –3 – Dios perdona y construye desde nuestra nada

 

“Eres, Señor, de un azul destacado por estrellas y lo que entre nosotros domina son las piedras, pero Tú no nos desechas, porque de una dureza se pueden hacer unos cimientos, donde levantar un muro y construir una morada. Nuestro solar, Bueno Dios, para que Tú nos hagas esa América que nunca por sí pudiéramos alcanzar.” (Mesa redonda con Dios, p. 215)

 

¡Qué bien conoce Lolo la diferencia existente en Dios, Creador nuestro, y nosotros!

Para Manuel Lozano Garrido el Señor vendría a ser como un cielo azul que es cuando consideramos, y decimos, que hay “buen tiempo”. Dios, pues, es para nosotros ese buen tiempo que llena con su Amor y que con su Amor ama a sus hijos.

Cuando el cielo está azul sabemos que no hay nubes que lo enturbien. Y eso ha de ser Dios para nosotros: un cielo donde nada estropea un tiempo así. Y si, además, hay estrellas que iluminan la noche… en fin, como se diría en la Santa Escritura, es como miel sobre hojuelas o, lo que es lo mismo, lo mejor sobre lo bueno. Y así es Dios, según el Beato de Linares (Jaén, España)

Nos dice Lolo, conociendo la naturaleza del hombre, que en nosotros predominan “las piedras”. Y eso ha querer decir muchas cosas como, por ejemplo,

-que tenemos el corazón demasiado duro, como un piedra,

-que nosotros mismos nos ponemos piedras en el camino,

-que también somos excesivamente duros con nuestro prójimo.

Nosotros, en efecto, somos piedras o, mejor, en nosotros predomina tal forma de ser porque tampoco podemos afirmar que siempre seamos así. Pero sí, una forma generalizada de comportarnos es, eso, siendo “piedras” en el sentido que creemos que eso significa.

A pesar de eso, de que en nosotros domine tal forma de ser, nos dice Lolo que Dios no nos rechaza. Dice a Dios que Él no nos rechaza pues ya sabemos qué haríamos nosotros en caso de que alguien se nos presentara de tal guisa, en forma de “piedra” del corazón…

Es más, no es que no nos rechace Dios (que ya es bastante) sino que aprovecha de lo malo que tenemos, además, para construir algo bueno y/o mejor. Y es que sí, eso duro que muchas veces somos, a partir de eso, el Creador (que todo lo puede) puede servirle al Señor para elevar una casa donde poder morar y sobre tal casa espiritual, en fin, poder ser muy a pesar de cómo somos, de tales “piedras” de las que habla el linarense universal.

Eso sí, debemos tener confianza absoluta de que Dios es capaz de hacer en nosotros lo que sus hijos no somos capaces de hacer. Y es que, como bien dice Lolo, somos como un “solar” o, lo que es lo mismo, como sobre lo que se puede construir y hacerlo, así, mejor que sin la colaboración del Todopoderoso.

Podemos decir que tan necesaria es la confianza que debemos tener en Dios que sin Él, como bien sabemos, no podemos hacer nada y por eso mismo es totalmente necesaria la intervención del Creador que todo lo hizo y mantiene. Así, como dice Lolo, podremos alcanzar el Cielo que, nosotros creemos, es la “América” de la que habla nuestro amigo: siempre confiando en Dios, tal debería ser nuestro lema de vida y serlo para siempre y siempre. 

Es verdad que Dios nos perdona y, aunque eso haya quien no lo crea, prefiere que no volvamos a pecar pero sí, nos perdona no sin olvidar (no puede del todo) que debemos contraponer al pecado una pena y, en efecto, la mayor de todas es sabernos alejados de Dios pues a eso llamamos, también, infierno.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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