Juan Masiá no se calla ni bajo aviso
La cosa aparece en el Diario de Avisos y es una especie de patada que un jesuita y su entrevistador (que es para darle de comer parte) le proporcionan a la Iglesia católica.
Antes que nada tengo que decir que resulta bastante patética la forma que tiene Juan Masiá de evitar la prohibición que le impusieron de no publicar en España escritos que, como los suyos, sólo pueden tener mala sombra e ir contra la misma Iglesia a la que pertenece. Le entrevistan, desde España y hasta Japón va la cosa vía electrónica. Todo muy original sino fuera porque importa poco el medio que se utilice si el fin es el mismo.
Si el individuo que le entrevista, un tal David Sanz, es capaz, sin pestañear, de decir que el jesuita díscolo “ha vivido en primera persona el azote de las actitudes inquisitoriales que respira la jerarquía eclesiástica” o, también, que la ética de los “poderes eclesiásticos” es “trasnochada” y está “agarrotada”, ya podemos imaginar el tenor de las preguntas y, ¡Ay!, el de las respuestas.