Hoy es San Josemaría, fundador y alma del Opus Dei

Estoy seguro de que el bueno y católico J.R.R. Tolkien está encantado de que el día de hoy, desde hace más de año y medio dedicado a su persona y obra, lo dediquemos al recuerdo de otro católico, también bueno, llamado Josemaría, a la sazón santo de la Iglesia católica y fundador, como saben muchos de los que esto lean, del Opus Dei.

Tengo que reconocer que me gusta el día de hoy porque sé, francamente lo sé, que habrá quien se le revuelva la bilis estomacal cuando lea el hombre que encabeza el artículo de hoy. Y es que tengo comprobado que este un tema, el de San Josemaría y el Opus Dei, que a muchos no les gusta porque corren a la par su rabia y odio y su ignorancia, permítanme que diga esto. Y es que, jurídicamente hablando, la ignorancia no es más, ni menos, que el desconocimiento total de determinada realidad y, por eso mismo, todos somos ignorantes en muchas cosas…

De todas formas, quien no quiera seguir leyendo a partir de aquí… ¡hala!, a otra cosa, mariposa.

El caso es que no podemos, ni debemos, olvidar que hoy, 26 de junio se celebre a un santo más que especial. Seguros estamos de que él no pretendía serlo cuando dio causa a su idea sobre la Obra de Dios allá por 1928. Al fin y al cabo, fue una inspiración del Espíritu Santo y siempre está bien que alguien, al menos alguien, escuche los gemidos inefables de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad.

Lo que resulta síntoma de las cosas que pasan en materia espiritual es que, entre otros creyentes católicos que acompañan al santo de lo ordinario en el día de hoy, haya varios mártires, a saber: Juan y Pablo y, también, otro sacerdote, a saber, José María Robles.

Como es seguro que alguien se pregunte el qué de esto, diremos que también fue mártir aquel sacerdote que fundó el Opus Dei. Y sí, es que sabemos que la forma de pasar por el mundo soportando el zaherimiento de muchos y las asechanzas de otros también puede ser considerado como cierto martirologio. Y eso es lo que le pasó a Josemaría Escrivá de Balaguer.

En sus años de vida desde que fundara aquella obra magna, hoy magna y mañana magna (es obra de Dios, claro, y que nadie espere otra cosa distinta) no fueron pocas las ocasiones en las que fue, literalmente, atacado por haber dado luz sobre una espiritualidad que sí, no tiene nada de extraordinaria pero, ¡Ay!, tiene tanto de ordinaria que muchas veces es olvidada y tenida por cosa de poca importancia.

Que en la vida del trabajo o, resumiendo, en cualquier actividad pueda encontrarse a Dios, entregarse a Dios y estar con Dios no es algo que se pueda decir y, así, ser aceptado por los cómodos y los tibios. Y ya sabemos cómo se las traían los fariseos que, en tiempos del Hijo de Dios había en el mundo y como se las traen los que hay hoy en el seno de la Esposa de Cristo… que incluso llegan a apropiarse de un concepto como el de la santidad de la vida ordinaria sin mentar, para nada, a quien fue el principal defensor de una tal manera de pensar y de hacer las cosas.

Sí, San Josemaría fue un mártir y tanto lo fue que, incluso, cuando llegó el momento de su, primero, beatificación y, luego, canonización, se alzaron voces en el seno de la Iglesia católica (las de fuera deberían importantes, exactamente, un pepino pequeño, una semilla del árbol más pequeño que haya o, directamente, nada de nada) que no entendían cómo aquel hombre, aquel sacerdote, podía subir a los altares si era, en todo caso, el santo de los “ricos”…

Quien decía eso (y fuera de la Esposa de Cristo se sostiene por ignorancia más que por otra consideración) no sabía de verdad quiénes integran el Opus Dei. Sí, sin duda habrá personas pudientes, muy pudientes o, incluso, con mucho poder (de los muchos poderes que hay en el mundo) pero no se puede negar que no sólo tal tipo de personas, económicamente desahogadas, constituyen los miembros de la Obra de Dios. No. Hay personas de toda condición. Y eso es lo que, creemos, más molesta a los detractores del Opus Dei: que hasta los más humildes se precien de forma parte de, eso, de la Obra de Dios y, además, ¡gocen con serlo!

De todas formas, hay quien cree que, hoy día, el Opus Dei se ha decantado mucho por la opción de aceptar todo lo que sale de Roma, con el Papa a la cabeza. Sin embargo, aún siendo eso más o menos cierto, no puede hacer olvidar que su fundador, aquel joven sacerdote que estaba en Madrid completando sus estudios, supo lo que hacía porque le dijeron que lo hiciera. Y no, no fue ningún poder fáctico de los que entonces hubiera en el mundo sino, en todo caso, el poder del Todopoderoso y, contra eso sólo caben regañinas o salidas de tono.

Y que tuviera que huir de España en tiempos de la Guerra Civil, pues ya sabemos cuál hubiera sido su destino si se hubiera quedado, no es nada extraño sino la reacción de alguien que actúa de forma astuta como una serpiente que fue lo que dijo, en una ocasión, su/nuestro Maestro. Y, ante eso, ¿qué hacer que no sea, precisamente, eso?

San Josemaría Escrivá, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos. 

Panecillo de hoy: 

La Obra de Dios, sin duda, bien hecha.

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.