Beato Manuel Lozano Garrido - “Lolo, libro a libro”- Amar el sufrimiento (IV)

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.

Amar el sufrimiento (IV)

 

“Fuerzo una oración silabeada, de párvulo, y digo ‘amar’ sonoramente, como los niños dirían ‘balón’, pero ya la S me procesiona el ridículo, la deformidad, la pobreza y el fracaso, y la palabra ‘sufrimiento’ se queda en la garganta, estrangulada por el tartamudeo del pánico.

Y sin embargo, sé que tocante a la sinceridad resistiría tus tremendas pupilas de juez.

Cuando yo te he dicho ‘dolor’ tenía en el tímpano el alarido de mis vértebras desguazadas y lo subía al tuyo ara que oyeras el trasfondo armonioso del corazón, feliz y esponjado como un azucarillo”. (El sillón de ruedas, pp. 311-312)

 

Muchas veces hemos dicho en estas páginas y en otras que el Beato Manuel Lozano Garrido, a la sazón Lolo sufrió de lo lindo a lo largo de la vida, como suele decirse para que se entienda; mucho, pues, fue su sufrimiento y muchos los malos momentos en los que estuvo, sencillamente, a punto de morir, de pasar a la Casa del Padre antes de que lo hiciera.

En este apartado especial de su libro “El sillón de ruedas” en los que habla del sufrimiento nos muestra el sentido especial que Lolo tiene del mismo y que, por decirlo pronto, no es el más común sino, al contrario, el que tienen las personas que, por ser especialmente espirituales, son como son: ejemplo, luz, faro del resto.

En el texto que hemos traído hoy nos muestra, por una parte, la impotencia que muchas veces pudo sentir el Beato de Linares (Jaén, España) pero, por otra, una nueva ocasión en la que nos muestra lo que puede hacer quien tiene el espíritu fuerte, el corazón a pruebas de todo sufrimiento, dolor o, en general, malos momentos.

Podemos decir, pronto y rápido, que todo esto es oro puro para quien quiere conocer cómo enfrentarse, eso, al sufrimiento. Oro puro y diamante irrompible, podemos decir.

Nos resulta de un valor incalculable ver cómo una persona, en este caso Lolo, que sufre como sufre esta persona, es capaz de querer, y lo hace con franqueza total (es decir, sin doblez o mala intención) decir, con la misma facilidad con la que un niño dice “balón”, “amar” porque sabe que es más que importante y que, por tanto, debe estar en sus labios. Sin embargo, aunque bien sabe que le resulta más que difícil por su situación física no por eso se arredra y deja de que su corazón crezca con la misma. Por eso sabe que lo hace de tal manera que Dios, en su juicio y corazón, lo tendrá por bien hecho y dicho.

Lolo sufre, sí. Pero lo hace no de cualquier manera sino de una que es clave en esto de la comprensión del sufrimiento y de la aceptación del mismo. Y queremos decir que lo hace a sabiendas (de verdad lo sabe porque lo sabe) que Dios no lo ha dejado solo en su sufrimiento y en su dolor.

Esto último lo decimos porque nuestro hermano Lolo se acoge al corazón del Todopoderoso donde sabe que tienen acomodo los corazones humildes y que son capaces de sobrenaturalizar el dolor. Por eso dice el Beato Manuel Lozano Garrido que, a pesar de su sufrir, a pesar de los malos momentos físicos por los que estaba pasando entonces (y siguió pasando luego), a pesar de lo que, para muchos otros, hubiera supuesto un Everest imposible de subir, a pesar de todo eso y mucho más que sólo él y Dios conocían, pues bien, a pesar de todo eso, su corazón no era duro o egoísta sino, al contrario, blando y generoso. Feliz, en suma, como nos dice.

 

   

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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