J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – Leer a Tolkien, en su día y siempre
El próximo 25 de marzo es un día muy especial. Lo es, sobre todo, para los lectores de J.R.R. Tolkien porque se celebra, celebramos, por decirlo así, el Día de Leer a Tolkien. Independientemente de las circunstancias por las que estamos pasando o, a lo mejor, por las mismas, este día de 2020 es, seguramente, más especial: con más tiempo para leer la obra del maestro Tolkien y, en fin, con más posibilidades de hacer lo que tanto amamos hacer…
Es lógico y normal que leer a Tolkien sea, para cada persona, un mundo personal. Por eso, el que esto escribe hace la pequeña aportación acerca de lo que supone, eso, leer al maestro de Oxford. Tiene título esto y es
El mundo y la palabra de Tolkien
Es verdad. La lectura de aquello que dejó escrito J.R.R. Tolkien y de lo que, tras su muerte, ha ido publicando su hijo Cristopher, es algo muy especial. Y en un día como el que pronto vamos a celebrar, aún lo es más porque se nos recuerda que sí, que lo es.
Nosotros estamos seguros de que el profesor de Oxford escribía, a lo mejor, por necesidad, digamos, profesional pero, en el fondo, porque amaba sobremanera la palabra y porque su profesión tenía todo que ver con ese mundo maravilloso que, en sí mismo, encierra muchos mundos y, en el caso éste, tan especial, al menos el de la Tierra Media.
Sabemos que la influencia de la producción literaria nórdica (del norte de Europa, queremos decir) es más que grande y, a veces, lo decimos con gran ignorancia por nuestra parte, no acabamos de entender la fascinación que tuvo por tales temas aunque respetamos y más que respetamos que así fuera porque escribió influenciado por ciertas sagas venidas de aquellas frías naciones del norte de nuestra vieja Europa.
De todas formas, a nosotros nos fascina más que mucho la palabra de Tolkien. Es decir, lo que dejó escrito nos llega hasta el mismo centro del alma y nos produce la sensación de que gozamos con la lectura de algo que es muy nuestro y que, por eso mismo, ni podemos abandonar ni nunca vamos a dar de lado por nada distinto o, supuestamente, mejor…
La palabra de Tolkien tiene todo que ver con el gozo de ver a la misma dando forma a un mundo más que completo. Y por eso, por ser completo, tiene sus tierras, sus ríos, sus mares y los personajes que deambulan de un lado para otro y los que viven siempre en el mismo lugar sin querer saber nada de lo que hay fuera de su tierra, digamos por ejemplo su Comarca.
Y circunstancias, hilos que unen unas situaciones con otras y dan lugar a aventuras a veces no esperadas, a veces buscadas y, al fin, encontradas.
La palabra de Tolkien padre no es rebuscada sino, en todo caso, buscada en un corazón que ve más allá de lo que el común de los mortales (sean estos hombres, hobbits, enanos u orcos) podemos nunca imaginar que es posible imaginar.
Nuestro muy particular maestro (de la palabra, de la esperanza… de la vida misma) nos muestra un camino que debemos seguir y, si queremos, podemos dar el primer paso aunque no sepamos las aventuras que nos esperan a la vuelta de la página siguiente y la siguiente y la que sigue a la siguiente.
Se nos abren, pues, muchas puertas que, como grandes ventanas, nos dejan ver (y pasar a su través) lo que hay más allá de nuestras cortas miradas de seres limitados. Y estamos agradecidos a que así sea la cosa porque tal cosa está dentro de nuestras predilecciones y tal preferencia rompe barreras humanas, de edades, pensamientos, políticas y demás quehaceres propios de nuestra errática especie.
La palabra de Tolkien, por fin, es como un fuego que devora lo insulso y lo purifica para devolverlo sano, grande, algo así como tener unas gafas de lejos que hacen posible ver lo que, de otra forma, quedaría alejado, lejano, perdido.
Es, ya para terminar, bien cierto y personal verdad que leer a Tolkien es algo más que un ejercicio de lectura como podría ser el de cualquier otro escritor. Y lo decimos porque cuando hay quien es capaz de hacer que coincidan voluntad y anhelo… en fin, que algo muy grande ha conseguido. Y lo decimos con humildad y agradecimiento, así es nuestro buen amigo J.R.R. Tolkien quien, con su perseverancia, rompió las barreras de la palabra y nos la ofreció para ser leída, amada y creída.
Eleuterio Fernández Guzmán - Erkenbrand de Edhellond
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Hay mundos que, sin duda alguna, nos llevan más lejos del que vivimos, nos movemos y existimos.
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Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
2 comentarios
Tienes toda la razón. Además del breviario y la celebración diaria de la Eucaristía, en este encierro, he dejado a un lado otras lecturas y he vuelto a comenzar El Señor de los Anillos. Tolkien alimenta nuestra esperanza con la mirada puesta en la luz imperecedera que subyace a toda su obra.
Un abrazo muy grande en el Señor,
P. José - Erundil.
EFG
Amén.
Que la Luz de los Valar nos proteja.
EFG
Estamos más que seguros que Iluvatar está velando por nosotros.
Un abrazo.
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