Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo - “Lolo, libro a libro” - La santidad en lo ordinario
Presentación
Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.
Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.
La santidad en lo ordinario
“La revisión tal vez nos llevaría a vetar muchos de esos escenarios de posturas y marcos beatíficos. Dios extrema su humildad hasta alargarle la mano a los hombres entre cigarrillos, copas de vino o lugares de fango. Es entonces cuando su figura se acerca con el empuje inapelable de las llagas recrudecidas”. (El sillón de ruedas, p. 160)
Es bien cierto que, en no pocas ocasiones, creemos que la santidad es cosa… ¡de santos!
Decimos esto porque pudiera parecer que aquellos creyentes católicos que la Esposa de Cristo declara, eso, santos (beatos o venerables) es que siempre lo han sido.
De todas formas, es también cierto que tales hermanos nuestros han mostrado, en su vida, un afán, para muchos, desmedido (para Dios, seguro que no) de cumplir la Voluntad del Creador. Y eso apunta, directamente, a una situación espiritual que deviene, exactamente, reconocida por los correspondientes procesos establecidos para tal menester. Y, entonces, bien son Venerables, bien son Beatos o, por fin, Santos…
Pensando así las cosas no podemos decir otra cosa que no sea que tales personas, que sí, son mejores en muchas cosas que nosotros (o que la gran mayoría) pero también tuvieron que recorrer, en su vida, un camino que pudo tener muchos tropezones. Y creemos que nos explicamos…
Pues bien, el Beato Manuel Lozano Garrido nos dice que una cosa es una cosa y otra… otra. Y queremos decir con esto que es posible tengamos, de la santidad, eso de lo que nos habla Lolo: un sentido demasiado establecido que es síntoma, además, de no haber entendido nada de nada el verdadero sentido de la santidad.
No valen, por tanto, como nos dice el linarense universal, esas “posturas y marcos beatíficos” que viene a ser como el entender la santidad de forma equivocada o, como poco, errada. Y es que sería como tener una creencia en un Dios estereotipado con barba grande y un gran ojo que es como, a veces, suele representarse.
No. La cosa no puede ser así o, mejor, la santidad no puede ser de tal manera. Y no puede ser así y no ha de ser de tal manera porque la cosa, a lo mejor es más sencilla de lo que queremos que sea para, a lo mejor, no aspirar a ella.
En lo común de las cosas, en aquello que, de ordinario, llevamos a cabo y, en fin, en cada realidad que nos lleva a hacer esto o lo otro, está encerrada la santidad. Y decimos, precisamente, “encerrada” porque no son pocas las veces que no la queremos salir no vaya a ser que nos comprometa a más de la cuenta…
Dios, como bien explicita el Beato de Linares (Jaén, España) se hace poca cosa, tal es la humildad que manifiesta entonces, en aquello que pudiera parecer insignificante. Y lo hace para que nos demos cuenta de que también está ahí y no, sólo, en los hechos grandilocuentes expresión de fe. También en lo pequeño, en lo ordinario podríamos decir, se manifiesta Quien nos ha creado y mantiene. Y lo hace porque sabe que es en cada cosa, en cada ocasión en la que hacemos esto o lo otro y, en fin, en cada expresión de cómo somos, donde puede radicar, desde ella, la santidad de quien eso hace, dice o da a entender.
Todo esto es bien cierto y es una buena verdad. Pero lo que nos muestra que es así es lo que dice Lolo al final de este texto de su libro “El sillón de ruedas”. Y es que nos dice que en tales realidades que nosotros podemos pensar ordinarias es dónde las llagas de la Pasión de Jesucristo se recrudecen o, lo que es lo mismo, vuelve a sangrar por todos nosotros. Y eso porque nos ama Dios más que nada y más que a nada por ser su semejanza y haber sido hecho a su imagen.
Y es ahí, en lo poco también está presente un sacrificio como el que hizo nuestro hermano Jesucristo.
Eleuterio Fernández Guzmán
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.
Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
Todavía no hay comentarios
Dejar un comentario