La Virgen de la Hispanidad: Guadalupe y Pilar
Como suele pasar en las cosas de los hombres, tampoco iba a evitar cierta polémica si se trata de la Virgen de Guadalupe (Cáceres, España) o la Virgen del Pilar (Zaragoza, España) sobre la que debe recaer, digamos, el patronazgo de ser la Virgen de la Hispanidad.
Digamos que, según está establecido, corresponde a la segunda, que tiene su sede, como decimos arriba, en Zaragoza (España). Sin embargo eso, a nosotros, debe importarnos bien poco porque se trata de la Madre Dios y, sea como sea y lo que sea, es lo que es: Madre nuestra. Importa, sí, el echo de la evangelización de América, lo que ha supuesto para la humanidad que un territorio hermano tan vasto recibiera la imagen de María y se acogiera a ella con todo gozo y amor.
En realidad, sobre eso aquí no a haber polémica alguna porque importan otras cosas y no según qué cosas…
Por ejemplo, el Papa polaco, San Juan Pablo II, nos muestra hasta qué punto lo que importa es lo que importa y no otra cosa. Lo dice en una súplica y oración, que dice esto que sigue:
“Doy fervientes gracias a Dios por la presencia singular de María en esta tierra española donde tantos frutos ha producido. Y quiero encomendarte, Virgen santísima del Pilar, España entera, todos y cada uno de sus hijos y pueblos, la Iglesia en España, así como también los hijos de todas las naciones hispánicas. ¡Dios te salve, María, Madre de Cristo y de la Iglesia! ¡Dios te salve, vida, dulzura y esperanza nuestra! A tus cuidados confío esta tarde las necesidades de todas las familias de España, las alegrías de los niños, la ilusión de los jóvenes, los desvelos de los adultos, el dolor de los enfermos y el sereno atardecer de los ancianos. Te encomiendo la fidelidad y abnegación de los ministros de tu Hijo, la esperanza de quienes se preparan para ese ministerio, la gozosa entrega de las vírgenes del claustro, la oración y solicitud de los religiosos y religiosas, la vida y el empeño de cuantos trabajan por el reino de Cristo en estas tierras. En tus manos pongo la fatiga y él sudor de quienes trabajan con las suyas; la noble dedicación de los que transmiten su saber y el esfuerzo de los que aprenden; la hermosa vocación de quienes con su conciencia y servicio alivian el dolor ajeno; la tarea de quienes con su inteligencia buscan la verdad. En tu corazón dejo los anhelos de quienes, mediante los quehaceres económicos procuran honradamente la prosperidad de sus hermanos; de quienes, al servicio de la verdad, informan y forman rectamente la opinión pública; de cuantos, en la política, en la milicia, en las labores sindicales o en el servicio del orden ciudadano prestan su colaboración honesta en favor de una justa, pacífica y segura convivencia. Virgen Santa del Pilar: aumenta nuestra fe, consolida nuestra esperanza, aviva nuestra caridad. Socorre a los que padecen desgracias, a los que sufren soledad, ignorancia, hambre o falta de trabajo. Fortalece a los débiles en la fe. Fomenta en los jóvenes la disponibilidad para una entrega plena a Dios. Protege a España entera y a sus pueblos, a sus hombres y mujeres. Y asiste maternalmente, oh María, a cuantos te invocan como Patrona de la Hispanidad.
Así sea.”
De todas formas, ni queremos ni nos da la santa gana dejar de lado a la Virgen de Guadalupe en su devoción propia de España que luego daría lugar al culto americano en la Virgen Mexicana que se apareció a San Juan Diego. Por eso traemos aquí su himno:
“Augusta reina de Extremadura,
de tus vasallos oye el clamor,
himno ferviente de su fe pura
que al cielo elevan en tu loor.
Somos los hijos del gran Pizarro,
los hijos somos de Hernán Cortés;
y en nuestro pecho, noble y bizarro,
un alma late que fuego es.
Bajo los pliegues de tu bandera
luchar queremos cruzadas mil;
no el Nuevo Mundo, la tierra entera,
rinda tributo de amor a Ti.
Cruzados somos que la fe guía,
de tu hermosura vamos en pos;
mayor belleza que en Ti, María,
hallarse puede tan sólo en Dios.
De hoy mas tu gloria nunca olvidada
los extremeños pregonaran;
de Guadalupe, Madre adorada,
jamás tus hijos te olvidaran.”
Nosotros, como no puede ser de otra manera, nos atenemos a lo que ha dicho al pueblo de Dios. Y, por tanto, exclamamos con fuerza y orgullo:
“¡Virgen bendita del Pilar! guarda a España
y a todos los países Hispanoamericanos en
medio de los vaivenes, y a despecho de los ataques de sus enemigos, pues en tu pilar ciframos nuestras inconmovibles esperanzas.”
Amén, amén y setenta veces amén.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
La Madre de Dios es nuestra y de todos sus hijos.
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