Triduo Pascual: Santo Jueves

  

Durante este mismo jueves, mañana viernes y el próximo sábado vamos a procurar vivir el Triduo Pascual como lo que es: una unidad. Es decir, no hablamos de Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo sino de Jueves Santo-Viernes Santo-Sábado Santo porque uno es el camino que lleva a Cristo a morir y a resucitar y uno ha de ser el camino que nosotros sigamos para lo mismo y por lo mismo.

Para eso, vamos a tomar el mismo como un camino en el que damos pasos, tres en concreto: el primero lo daremos hoy jueves, Santo a más señas; el segundo, mañana viernes, Santo día en el que Jesús entrega su vida; por fin, el tercero, lo daremos el sábado, Santo día de espera de la Iglesia de Cristo.

En realidad, lo que hacemos en el Triduo Pascual es dejar que el Creador pase por nuestra vida lo mismo que pasó por la vida del pueblo elegido (Ex 12,1-8.11-14) para poder ser salvados, para ser liberados de la esclavitud del mundo, del demonio y de la carne. Es decir, lo que hacemos es algo así como manifestar a Dios que queremos que pase por nuestra vida porque queremos que cambie, que nos ayude a cambiar, lo malo que hay en nosotros, la tendencia al pecado de la que parece no podemos librarnos.

El primero de estos días es hoy mismo, Jueves Santo, primer paso de este nuestro camino.

¿Qué debemos tener en cuenta de este día?

Las Sagradas Escrituras nos hablan de lo mucho que pasó en la Última Cena. De todas formas, algo nos queda meridianamente claro: Jesús se puso a lavar los pies a sus discípulos porque quería servirles. Era, además, un ejemplo de cómo ellos debían actuar. Así lo dice en un momento determinado después de haberles lavado los pies y dejar dicho, casi sin palabras, lo que era más importante: entregarse por el prójimo, echar una mano al prójimo, ser hermano del prójimo. Por eso a este jueves, Santo, se le llama del “amor fraterno” porque nada hay de más amoroso que dar la vida por amigos y aquella Cena, la Última era el principio de la entrega máxima, extrema, de parte del Hijo de  Dios.

Pero otras cosas debemos tener en cuenta en este primer paso. Y es que Cristo constituye sacerdotes a los apóstoles que cenaban con Él. Luego, como sabemos, el sacerdocio ha ido aumentando según las necesidades de la Esposa de Cristo. Por eso debemos tener a los que deciden entregarse  a Dios y a los hombres de una manera tan sagrada y tan especial como hermanos nuestros que nos hacen múltiples favores espirituales (nos llevan por el camino, nos perdonan los pecados en nombre de Jesucristo, nos administran los Sacramentos, etc.)

De todas formas, aquel jueves, Santo, Cristo perpetuó su memoria para siempre, siempre, siempre. Y es que constituyó la forma de recordarlo y que tal forma pasara de generación en generación. Constituyó, así, la Santa Misa, aquella Acción de Gracias con la cual Él mismo nos entregaba su Cuerpo y su Sangre para que lo trajéramos a la memoria, para que hiciéramos memoria suya. Y es que, eran, en verdad, su Cuerpo y su Sangre cuando bendijo aquellas especies de pan y de vino y las transformó, ya para toda la eternidad, en instrumento espiritual de salvación y de vida eterna. Y lo hizo porque quiso y porque podía hacerlo, con el poder de Dios, Él mismo hecho hombre pero, entonces, en cuerpo de ser humano mortal, se entregó en aquella misa a modo de altar sagrado donde se iba a inmolar el Cordero de Dios. Y se inmolaría, y moriría y nos salvaría.

Servicio, pues; sacerdocio, pues y, por fin, Santa Misa. Estas tres formas de manifestar la gloria de Dios en el Amor del Padre, son las que Jesucristo proclamó en aquella Última Cena.

Y nosotros, que tantos siglos después recordamos aquello en un momento en el que el mundo quiere olvidarse de Dios, no podemos, ¡qué menos!, que agradecer a Dios por haber hecho, con su descendencia, una merced tan grande como aquella. 

Eleuterio Fernández Guzmán

 Nazareno

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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

El Amor de Cristo por sus hermanos los hombres nos muestra hasta dónde debemos ir nosotros.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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