Santos e Inocentes
“Después que ellos se retiraron, el Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: ‘Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.’ El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: ‘De Egipto llamé a mi hijo’. Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había sido precisado por los magos.”
Este texto del Evangelio de San Mateo (2, 13-16) muestra, por ejemplo, hasta dónde puede llevar el ansia de poder al ser humano. Pero también muestra, nos enseña, que antes de todos los mártires hubo quienes entregaron su vida por Quien acababa de nacer.
Antes de esto digamos que el Rey Herodes parecía no tener mucha prisa por conocer dónde iba a nacer el Mesías. Lo decimos porque, si bien había dicho a los Magos que quería ir a adorar al Niño que iba a nacer, pasan 2 años (según el texto de este Evangelio) hasta que decide perseguir al recién nacido. Además, ya había emigrado a Egipto la Sagrada Familia por lo que difícilmente iba a encontrar a quien quería matar por miedo, seguramente, a perder su mundano poder.
Aquí, sin embargo, no nos interesan para nada las peripecias de un rey con minúscula sino la existencia de unos seres humanos que murieron de una forma injusta e ilegítima (nadie tiene derecho a quitar la vida a otro ser humano de tal manera) y la dieron por un Rey con mayúscula: el del Universo.
Sin duda alguna que aquellos niños que, por decirlo pronto, tampoco serían muchos (uno solo hubiera sido, ya, aberrante) daban su vida de esa manera, eran plenamente Inocentes. Lo eran porque nada habían hecho para merecer una muerte tan cruel a inhumana. Pero también eran inocentes porque no es de pensar que hubieran hecho algo en su vida que les pudiera imputar culpabilidad alguna.
Todo, pues, apunta hacia una meta clara: el Mal, representado por el matarife Herodes querían aniquilar al Bien y, para conseguirlo, no se paraba en nada, no tenía límite su miseria humana.
Pero, frente a eso, la vida de aquellos Inocentes que morirían a espada representa el ejemplo más evidente de lo que supone dar la vida, sin saberlo siquiera, a manos de quien puede quitarla y, de poder, la quita, sin tener en cuenta lo que eso puede suponer para quien la pierde.
Eran, pues, Inocentes. Y celebramos, por eso mismo, una matanza, la de aquellos que fueron mártires sin haber sido, aun, testigos; mártires de antes de que los mártires fueran mártires; mártires e Inocentes.
Pero también podemos decir que eran Santos (¡pues lo eran!). Y lo eran porque estaban libres (como antes hemos apuntado) de toda culpa. Y es que la santidad necesita, para que pueda predicarse eso de alguien, que no haya culpa alguna o, por decirlo de otra forma, que la limpieza de alma sea total y absoluta. Y aquellos niños, Inocentes, bien podemos decir que recibieron una fama de santidad tras su muerte que supuso, por la noticia de lo que pasó y las razones por las que pasó, un decir que lo eran antes de poder serlo. Una santidad, pues, antecedente es lo que podemos predicar acerca de la situación de estos niños Inocentes.
¿Habrá algo peor que hacer mofa, en este día, de este día, a costa del día?
Niños Santos Inocentes, rogad por nosotros.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Aquellos niños murieron por otro Niño.
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1 comentario
Cuánta razón tienes Y nunca antes había escuchado a nadie plantearlo de esta forma tan coherente. En realidad, ni siquiera plantearlo. Es así, aunque sea muy lamentable. ¡¡¡Cuántas estupideces cometemos tantas veces los hombres sin ni siquiera tomarnos el trabajo de analizar nuestras acciones!!!
Muchísimas gracias y bendiciones.
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