Un amigo de Lolo – La gozosa costumbre de rezar
Presentación
Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.
Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.
En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.
La gozosa costumbre de rezar
“Rezar es ensanchar los propios límites. Se va en el autobús, el trabajo o la tertulia y el alma puede lanzarse en silencio a la milagrosa hondura del corazón de Dios”. (Bien venido, amor, 586)
En el lenguaje jurídico se dice que una “costumbre” es una norma creada o impuesta por el uso. Es decir, que a base de llevar a cabo determinado comportamiento de una forma igual se acaba teniendo el mismo como norma, digamos, de aplicación general en lo que a tal aspecto se refiere. Tal es así que, al menos en derecho español, la costumbre es considerada como fuente de derecho si no hay ley que aplicar a determinado caso.
Pues bien, en materia de oración, en el hecho de orar y rezar, pasa algo parecido aunque, claro está, a nivel individual, personal, de cada uno de los creyentes.
El caso es que se suele pensar o, al menos, sostener por parte de muchos que rezar es algo mecánico o algo así como una técnica que, bien aplicada, consigue aquello que se desea de parte de Dios. Y eso, sin duda alguna, es un error bien grande.
Pero también se cree que, al fin y al cabo, siempre se dice lo mismo en el rezo, que todo está dicho y que Dios ya nos conoce y que, en fin, tampoco es tan importante como se defiende por parte de quien eso ha de defender.
Digamos, al contrario de tal forma de pensar, que rezar, orar, es una sana y gozosa costumbre. Veámoslo.
En cuanto a lo sano de rezar u orar bien sabemos que lo que más conviene al espíritu del creyente es mantener una relación con Dios de la que pueda decirse o llamarse de tal jaez. Por eso, cuando oramos y rezamos no cumplimos con una especie de obligación forzada sino que manifestamos una creencia básica: Dios es nuestro Padre y nos dirigimos a Él porque nos escucha. Por eso es sano para nosotros orar y rezar y por eso no es una actividad sin importancia sino, al contrario, verdaderamente esencial, crucial y de raíz.
Pero también es gozoso rezar. Lo es porque al hacerlo llevamos a cabo algo que es, aunque misterioso para nosotros, bien aprovechable para nuestro corazón. Y es que si gozar es tener por bueno algo que hacemos, ¿qué mejor que hablar con Dios Creador?
Esto está bien pero en muchas ocasiones nos ponemos límites que, bien pensados, hacen un flaco favor a nuestra fe. Así, si, por ejemplo, nos ponemos un horario determinado para orar o rezar y por cualquier causa no podemos cumplirlo y somos, en exceso, rígidos en el mismo… acabaremos por perder la sana y gozosa costumbre de orar.
Pues bien, no hay límite para orar y rezar. Es decir, cualquier ocasión puede ser apta para rezar y orar y, es más, cualquier ocasión, la misma, puede ser oración y rezo. Así, siempre estamos en disposición de orar y rezar y es por eso que no podemos sostener que no tenemos tiempo (todo el tiempo es apto y todo tiempo lo es) porque nuestras ocupaciones nos impiden orar o rezar.
Es bien cierto, de todas formas, que cuando rezamos u oramos estamos yendo mucho más allá de nuestro corazón. Tan allá vamos que queremos llegar al de Dios. El Padre siempre espera la llamada de sus hijos y siempre está dispuesto a descolgar el teléfono de la vida eterna. Tan sólo se ha de cumplir una condición por nuestra parte: creer.
Sí, creer. Nada más y nada menos. Y es que es sano y gozoso tener una costumbre tan santa como orar y rezar.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Dirigirse a Dios en oración es lo que siempre deberíamos tener presente.
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Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
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