¿Y si lo vendemos todo?

 

 

El mundo sería mucho mejor si no hubiera pobres. Es bien cierto que si todo el mundo viviera de la mejor forma posible y nadie se viera privado de los bienes que son esenciales para existir iría todo mucho mejor. Es más, estaríamos en el más feliz de los mundos.

 

Sin embargo, bien sabemos que a lo largo de la historia de la humanidad siempre ha habido personas que han tenido, como se dice popularmente, “más posibles” y otros que han tenido “menos posibles”. Y esto lo recordó Jesucristo cuando dijo esto:

 

“A los pobres siempre los tendréis con vosotros” (Mc 14,7; Mt 26, 11)

 

Sabemos, por tanto, dicho por Quien todo lo sabe y conoce, que la realidad de la pobreza será muy difícilmente erradicada. Es más, que nunca lo será por la especial idiosincrasia del ser humano.

 

Pues bien. Desde el principio de la historia del cristianismo la Iglesia, luego llamada católica, se preocupó por los pobres. No miró para otro lado apoyándose en la absoluta verdad dicha, y aquí traída, por el Hijo de  Dios, acerca de la pobreza. No. No hizo eso sino que puso manos a la obra para hacer lo posible para servir a los que menos tenían.

 

Por eso, el Catecismo de la Iglesia católica no podía callar a tal respecto porque sería desconocer una verdad obvia. Y dice esto:

 

2443 Dios bendice a los que ayudan a los pobres y reprueba a los que se niegan a hacerlo: “A quien te pide da, al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda” (Mt 5, 42). “Gratis lo recibisteis, dadlo gratis” (Mt 10, 8). Jesucristo reconocerá a sus elegidos en lo que hayan hecho por los pobres (cf Mt 25, 31-36). La buena nueva “anunciada a los pobres” (Mt 11, 5;Lc 4, 18)) es el signo de la presencia de Cristo.

2444 “El amor de la Iglesia por los pobres […] pertenece a su constante tradición” (CA 57). Está inspirado en el Evangelio de las bienaventuranzas (cf Lc 6, 20-22), en la pobreza de Jesús (cf Mt 8, 20), y en su atención a los pobres (cf Mc 12, 41-44). El amor a los pobres es también uno de los motivos del deber de trabajar, con el fin de “hacer partícipe al que se halle en necesidad” (Ef 4, 28). No abarca sólo la pobreza material, sino también las numerosas formas de pobreza cultural y religiosa (cf CA 57).

2445 El amor a los pobres es incompatible con el amor desordenado de las riquezas o su uso egoísta:

«Ahora bien, vosotros, ricos, llorad y dad alaridos por las desgracias que están para caer sobre vosotros. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos están apolillados; vuestro oro y vuestra plata están tomados de herrumbre y su herrumbre será testimonio contra vosotros y devorará vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado riquezas en estos días que son los últimos. Mirad: el salario que no habéis pagado a los obreros que segaron vuestros campos está gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido sobre la tierra regaladamente y os habéis entregado a los placeres; habéis hartado vuestros corazones en el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste» (St 5, 1-6).

 

Bien podemos ver que la cosa es como es y no como muchos quieren hacernos ver que es.

 

Pero, como suele ser casi lo normal, siempre hay quienes quieren ser más papistas que el Papa y miran hacia la Iglesia católica, mejor a los bienes que tiene, diciendo que debería venderlos todos y dar, el dinero obtenido, a los pobres.

 

Mucho se ha dicho de lo absurdo de eso. Es más, partiendo del hecho cierto y seguro que eso no acabaría con la pobreza en el mundo podemos preguntarnos qué es lo que, entonces, se pretende con eso. Es decir, ¿qué buscan aquellos que pretenden que los bienes propios de la Esposa de Cristo desaparezcan como tales?

 

Cualquiera diría que dicho esto, así, parecería exageración. Es decir, que nadie puede querer que los pobres no pasen una vida algo mejor aunque sea a un precio tan elevado como sería el desapoderamiento de los bienes por parte de la Iglesia católica.

 

En principio, y esto ya es grave, proceder a hacer eso, a vender los bienes de la Iglesia católica para mejorar la existencia de los pobres, no sería más que “pan para hoy y hambre para mañana”. Y sería para pasar mucha más hambre porque toda la organización eclesial desaparecía al no contar con los medios necesarios para llevar a cabo la inmensa labor de socorro a la pobreza que, ya hemos dicho arriba, lleva a cabo la Esposa de Cristo desde que el Hijo de Dios dio las llaves de la misma a un tal Pedro, ahora Francisco.

 

¿Qué pretenden aquellos que, desde fuera de la Iglesia católica, plantean tal posiblidad?

 

No es muy difícil imaginar qué es lo que pretenden aquellos que buscan en el actuar de la Iglesia católica una forma extrema de entrega al prójimo. No quieren, eso es cierto, que desaparezcan los pobres (eso les importa bien poco) sino que haga lo propio la Esposa de Cristo. Y es que no es muy difícil darse cuenta de qué pasaría con la misma si, de golpe y porrazo, desaparecieran todos los bienes que la sostienen. ¡Exacto!: dejaría de existir por falta, precisamente, de tales bienes porque una cosa es no codiciar ni ser egoísta en el tener y otra, muy distinta, no tener nada de nada porque no tener nada de nada reduciría la acción de la Iglesia católica a un mínimo irrisorio y dejaría a la humanidad en manos de los muchos hijos de Satanás que pretenden apoderarse de sus almas. Y, para eso, es necesario que lo que pueda hacerse desde la organización eclesial católica devenga en lo menos posible y, a ser posible, en nada de nada.

 

Entonces… ¿lo vendemos todo y damos todo a los pobres? Pero… luego ¿qué será de los pobres que seguirá habiendo?, ¿Acaso será el Estado quien de solución a todo eso?

 

Es bien cierto que los intentos de malmeter contra la Iglesia católica en este aspecto no son nada nuevos porque siempre se procura dañar a la institución eclesial con cosas tan simples como la aquí traída. 

Sin embargo, la Esposa de Cristo ha de seguir a lo suyo: defender y transmitir su fe y poner las dos manos a trabajar en bien del más desfavorecido de la sociedad. Y los otros, los que siguen ladrando en contra de ella pueden seguir ladrando todo lo que quieran porque eso demostrará que la Iglesia católica está cabalgando. Nosotros oraremos por ellos y pediremos a Dios que perdone las ofensas que puedan estar cometiendo en contra de sus fieles hijos.

Y que siga así por siempre.

 

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 Nazareno

 

 

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Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

 

 Hay ideas que, no por permitidas, dejan de ser ridículas.

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2 comentarios

  
Juan Mariner
Uno de los males de la Iglesia actual es su alianza con las derechas económicas, confundiéndose catolicismo con conservadurismo de modo interesado (antaño se confundió interesadamente catolicismo con feudalismo, con Antiguo Régimen, con monarquismo, con patriotismo...). El conservadurismo es una lacra en la Iglesia. Nuestra Doctrina es intangible, pero todo lo demás sobra y puede someterse a cambio si es para bien de la Humanidad; la Iglesia no puede ser un factor donde se apoyen grupos sociales para defender sus intereses propios. Debemos estar contra el gaymonio, contra el aborto, provocado, contra el ataque a la familia, pero debemos estar a favor de la justicia social, del progreso del Tercer y Cuarto Mundo, de la auténtica liberación de la mujer, de la protección a la infancia...


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EFG

Realmente querer conservar la fe católica, que eso ha de querer decir ser conservador, no puede ser nada malo. De no actuar así o, de no haber actuado así, nuestra Iglesia, la católica, hace muchos siglos que habría dejado de serlo. Lo que pasa es que haya habido miembros de la Esposa de Cristo que se hayan equivocado no es nada de extrañar porque son, somos, seres humanos, y muchas veces lo que pensamos no concuerda con lo que creemos. Y es que somos pecadores...

Y, por cierto, estoy de acuerdo con eso que usted dice que debemos estar en contra y, también, a favor de la justicia social y que progresen todos los que tengan que progresar si el tal progreso no tiene un sentido contrario a nuestra fe.
13/03/15 11:26 AM
  
Juan Mariner
D. Eleuterio: ser católico no quiere decir ser partidario de las ideas de Esperanza Aguirre, de los Botín, de la Casa de Alba, de la familia Piñar, de los Borbones, de Mayor Oreja, de Pujol, de Arzallus, de Benigno Blanco o de Aznar... A eso me he referido.
13/03/15 7:13 PM

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