Libros de Lolo: “Reportajes desde la cumbre”
Presentación de la serie:
Manuel Lozano Garrido, más conocido como “Lolo”, beato de la Iglesia católica, es más que conocido en este blog de InfoCatólica porque el que esto escribe lleva unos meses prestándole la atención, no toda, la que se merece.
Lolo escribió, a lo largo de su vida, una serie de libros que, en el número de 9, traen a la actualidad misma de ahora mismo, una realidad espiritual profunda, llena de luz y de gozo en Dios y, sobre todo, son expresión de un ser cristiano como tiene que serlo un hijo de Creador y que es siendo consciente que se es y gozando con ello.
Pues bien, esta serie va a estar dedicada, si Dios quiere y Dios mediante, a traer aquí cada uno de los libros escritos por aquel joven de Linares (Jaén, España) que supo, a lo largo de una trabajosa vida física cultivar un corazón sano y lleno de todo aquello que tantas veces nos falta a los que no nos podemos mirar en su espejo físico pero sí, y mucho, en el espiritual.
Por otra parte, voy a seguir, para la publicación de las recensiones, el mismo orden que siguió Lolo para publicarlos.
7- Reportajes desde la cumbre (Manuel Lozano Garrido, “Lolo”)
Título: Reportajes desde la cumbre
Autor: Manuel Lozano Garrido, “Lolo”
Editorial: Edibesa
Páginas: 350
Precio aprox.: 5,75 €
ISBN: 84-8407-230-4
Año edición: 2001
Lo puedes adquirir en Editorial Edibesa o dirigirte a la Asociación Amigos de Lolo
7.- Reportajes desde la cumbre (Manuel Lozano Garrido, “Lolo”)
¿Se imaginan ustedes que Dios les escribiese una carta en la que les descubrirse su corazón de Padre y el de cada uno de ustedes?
Pues este libro de Lolo es, exactamente, eso: una misiva del Creador a cada uno de sus hijos, teniendo en cuenta aquello que escribe en la página 312 de este libro acerca de que “Sólo es hombre el que sonría el Cielo en su Cruz, aceptada da antemano, con fe y espíritu de acercamiento a Dios”.
Y es que Manuel Lozano Garrido llevó a las páginas de esta extensa y gozosa carta, mucho de lo que, de parte de Dios, nos conviene saber.
Empieza más que bien Lolo dedicando el libro. Y es que lo hace así:
“Al aire que respiro,
la luz que me alumbra,
el lenguaje que uso,
la calle en que habito,
y las gentes que me rodean;
a todo eso que se constituye
de recuerdos, costumbres, sentimientos,
ilusiones, afanes o encuentros
y que se llama ‘mi pueblo’,
el sitio en que nací y vivo, los paisanos, mis amigos
y esa anchga familia de lectores, que componen hoy
en torno mío com un inmenso y apretado corazón.
Con mi gratitud.”
Es curioso que dentro de este libro haya otro libro. En concreto, el capítulo III, de título “Un corazón para un Reino” ocupa buena parte de sus más de 300 páginas (más de 170) y las dedica Lolo, en esta muy especial carta de Dios al hombre, a contemplar las Bienaventuranzas que recoge el Evangelio de San Mateo. Y no tienen precio porque es impagable (con el dinero del mundo) el contenido de estas páginas..
Este libro muestra el recorrido de Dios por la vida del hombre. Y lo resume muy bien, aunque pronto, el P. José María de Llanos y Pastor, SJ. que en el Prólogo dice que
“Al fin de todo ya resumiría, hermano, yo resumiría, tu libro con esa misma palabra tuya y dicha por ti pensando en Él y redicha por mí y los lectores, pensado en ti: ‘Vivimos todos de las rentas de uh hombre desnudo’. Es decir, gracias en nombre de todos. Y la Paz”.
Y es que este libro de Lolo nos transmite una inmensa paz. Pero se trata de la Paz verdadera, la que Dios quiere para nosotros. Y tal es así porque perfectamente manifiesta cómo el Creador quiere que entendamos su relación con nosotros, semejanza suya.
Y esto porque, por ejemplo (p. 30), nos dice Dios que somos “como un diamante, que se abre y recibe la luz de lo alto, para devolverla en hermosos resplandores”. O que (p. 52) nuestra “nostalgia, es, efectivamente, el añoramiento de un Paraíso, para el que fuisteis destinados, que escuece en su destierro. En la ilusión del hombre más gris, murmura una fuente, da sombra un arbusto y madura una fruta. Y es que también mi primavera se compromete con todos por dentro”.
Y es que Dios espera mucho de nosotros. Por eso nos dice que (p. 73) “Si la creación es una riqueza, yo no puedo repudiar la fortuna que os pongo entre las manos. De lo contrario, fallaría en mi Providencia, pero el mundo es un camino y quedarse a vivir en los paradores, una renuncia a la marcha”.
Todo, pues, está puesto para nosotros, descendencia divina, pero con una sola condición: querer aspirar a la meta que no es otra que la vida eterna y no quedarse mirando los oropeles de lo puesto, en efecto, para nosotros.
Por otra parte, ya hemos dicho arriba que dentro de este libro hay otro y que tiene todo que ver con las Bienaventuranzas. Pues bien, en un momento determinado dice Dios que lo llamemos Rico pero (p. 86) “si mi riqueza la pensáis en vertiente. Sólo en razón de llenaros os admito la palabra. Porque si lo llegáis a ser de Mí, Yo os garantizo que olvidaréis con gusto hasta la firma de los billetes”.
Y es que refiere a la que dice que son bienaventurados “los pobres de espíritu”…
Y en la que hace referencia a la limpieza de corazón, que (p. 188) “La semejanza en que os insisto del parecido con los niños es, precisamente, la de su limpia disposición al conocimiento, la transparencia con que lo buscan y la fe con que lo aceptan”.
O en esta otra, la referida a los que son perseguidos por razón de la justicia, esta gran verdad (p. 258):
“Respetarás a tu prójimo, porque es tu próximo y sus manos multiplican la misión de las tuyas o sus ideas pueblan de luz tus pensamientos, pero, sobre todo, lo amarás con más ardor que a ti mismo, porque tu corazón, dentro de ti, no es más que medio, y sólo la fraternidad lo completa.
Como el río tiene una vocación de océano, el corazón recibe un llamamiento de caridad. Os aproximará el peligro o la necesidad, pero sólo la fe os hará el uso que predestina la tierra.
Eres de una luz divina que alumbra los alrededores, pero si quisieras dar tu claridad a distancia, tendrías que hacer como el Sol, que junta y lanza todos sus rayos; y, únicamente así, puede alcanzar a los planetas”.
Y más adelante, en el apartado de título “Cuando la caridad se eleva al cuadrado” se encuentra, de parte de Dios, una buena razón para amarlo. Lo dice el Creador en la página 295 y es esto que sigue:
“No os amo porque no pecáis, sino porque, tropezando, os levantáis rápidamente, porque la caída os duele en el amor. No se perdona por lástima, sino por cariño”.
En realidad, mucho más, muchísimo, se podría traer aquí de este libro realmente maravilloso de Manuel Lozano Garrido. Pero, casi para terminar, traemos algo de lo mucho que el Beato escribió sobre qué es orar, qué es la oración. Y lo dice en la página 318 de este imprescindible libro:
“Orar no es tanto pedir como descubrirme y hacerme accesible. Adorarás al Señor tu Dios, no porque a él le gusten las caracolas o porque, como el pavo real, necesite las plumas de colores de vuestros elogios, sino porque la veneración es un lazo de ternura Padre-hijo, que se brinda a la luz del sol”.
En todo caso, lo apenas aquí dicho puede resumirse en lo que puede ser una petición de Dios a sus hijos, a cada uno de sus hijos. Lo escribe Lolo en la página 320 de su libro y dice esto:
“No maldigáis de vuestro cansancio o las zancadillas de los demás, si os han de servir para buscarme y hallarme, en medio de las tinieblas. Como tampoco os créeis un complejo de olor a cera y reclinatorios, cuando, por el amor y la fe, deben sonar a salmos el motor o la sirena de una fábrica, los semáforos, la lectura de un periódico y hasta la butaca del cine.
Si tienes limpia la mirada y estás cansado de tanta palabra como te arranca el día y sonríes al cobrador que toca el timbre de tu puerta o al viajero que te pisa en el autobús; si no te enganchas como mula en la reata de la murmuración; si no te resquebraja una destemplanza, ni la lectura de una página de sucesos te corroe el espíritu; es más: si, pese a todo, sigues reconsiderando con fe y optimismo cuanto te rodea, rezarás en cada circunstancia porque me has sabido ver en ella y ¿qué más es la oración, que vivir mi presente en todo?”
Y es que Dios, seguramente, puede decir muy bien las cosas pero con más claridad… Y lo hace desde la cumbre que es donde está el Padre y donde aspiramos llegar.
Libros como éste nos ayudan a dar un paso más hacia el definitivo Reino de Dios.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Dios nos ha dicho mucho desde que el hombre lo conoce.
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Para leer Fe y Obras.
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1 comentario
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EFG
Creo que con haberme dado a conocer a Lolo ya me ha pagado.
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