¡Feliz Nochebuena!
Un pequeño Niño-Dios
nace como siempre ha nacido,
arropado por el amor
de José y de María
y de todos los que lo sabemos
bienvenido.
Niño que naces ahora
y en nuestros corazones siempre
gracias por darnos la vida
y por vencer a la muerte.
En un tiempo como el que nos ha tocado vivir, tantas veces en tinieblas y tantas veces, nosotros mismos, tan cerca del abismo, recordar que nace un Niño que es Dios y que, por tanto, nos trae la salvación y nuestra vida eterna la hace posible ha de ser, seguramente, el mejor deseo para lo que ha de venir en nuestra vida y en la existencia de la misma humanidad.
Aquí les pongo un poema de Mari Carmen Hurtado Chamorro de título “María del Silencio” que es, verdaderamente, apropiado para la ocasión.
Señora del Silencio
En una noche tan fría
y nadie les da posada
a San José y María
con el niño en sus entrañas.
Todos les dicen que no
que para ellos no hay nada.
María no puede más
pero ella va callada.
San José le pide a Dios
que encuentre alguna morada
a donde pasar la noche
pues María está avanzada.
En un portal de Belén
está la puerta entornada
hay una mula y un buey
como dueños de la estancia.
Pasan José y María
a descansar sobre pajas
y aunque el sitio es muy pobre
lo agradecen y dan gracias.
Veinticuatro de diciembre
mes de fríos y nevadas
al filo de media noche
dando están las campanadas
María da a luz a su Hijo
el Salvador de las almas
y el Hijo de Dios encarnado
nace en tan pobre posada.
Ella contempla con gozo
al Hijo que tanto ama
envuelto entre pañales
en el pesebre de paja.
Está feliz y contenta
pues los ángeles le cantan
y al niño recién nacido
le adoran y le alaban.
Les deseo, por eso, a todos aquellos que puedan leer esto, que gocen todo lo que puedan con el acontecimiento más importante que ha sucedido desde que el hombre es hombre y la mujer, mujer: ¡Nace el Salvador!
Que pasen una Nochebuena Feliz llena de dicha.
Eleuterio Fernández Guzmán
Ha salido el recopilatorio de “El Pensador”
Adquisiciones: [email protected]
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Demos las gracias a Dios por ser, otra vez, misericordioso con nosotros.
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La Virgen con el Niño
La Niña a quien dijo el Ángel
que estaba de gracia llena,
cuando de ser de Dios madre
le trujo tan altas nuevas,
ya le mira en un pesebre,
llorando lágrimas tiernas,
que obligándose a ser hombre
también se obligó a sus penas.
¿Qué tenéis dulce Jesús?,
le dice la Niña bella;
¿tan prestos sentís, mis ojos,
el dolor de mi pobreza?
Yo no tengo otros palacios
en que recibiros pueda,
sino mis brazos y pechos
que os regalan y sustentan.
No puedo más, amor mío,
porque si yo más pudiera,
vos sabéis que vuestros cielos
envidiarían mi riqueza.
El niño recién nacido
no mueve la pura lengua,
aunque es la sabiduría
de su eterno Padre inmensa.
Mas revelándole al alma
de la Virgen la respuesta,
cubrió de sueño en sus brazos
blandamente sus estrellas.
Ella entonces desatando
la voz regalada y tierna,
así tuvo a su armonía
la de los cielos suspensa.
Pues andáis en las palmas,
Ángeles santos,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.
Palmas de Belén
que mueven airados
los furiosos vientos
que suenan tanto.
No le hagáis ruido,
corred más paso,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.
El niño divino,
que está cansado
de llorar en la tierra
por su descanso,
sosegar quiere un poco
del tierno llanto,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.
Rigurosos yelos
le están cercando,
ya veis que no tengo
con qué guardarlo.
Ángeles divinos
que vais volando,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.
(Lope de Vega, 1562–1635)
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EFG
Gracias, Javiergo.
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