La Palabra del Domingo - 3 de noviembre de 2013
Lc 19, 1-10
“1 Habiendo entrado en Jericó, atravesaba la ciudad. 2 Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. 3 Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. 4 Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. 5 Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: ‘Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa.» 6 Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. 7 Al verlo, todos murmuraban diciendo: ‘Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador.’ 8 Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: ‘Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo.’ 9 Jesús le dijo: ‘Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, 10 pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.’” .
COMENTARIO
Jesús vino a lo que vino
Hay personas que no conocen a Dios y, además, nadie se ha preocupado de decirles que existe y que es posible ser hijo considerándose como tal. A tales personas difícilmente les puede llegar, por tan grave falta, el Amor del Padre que, no obstante tenerlo por parte del Creador, no puede ser gozado por quienes no lo conocen ni han tenido posibilidad de conocerlo.
Otras personas como, por ejemplo, Zaqueo, sí conocen la existencia de Dios. Ante tal tesitura, podría aquel hombre haber actuado de dos formas: no queriendo conocer de verdad al Hijo de Dios o, al contrario, tratar de hacer todo lo posible para tener un conocimiento más cercano. Y eso hizo Zaqueo.
Se alude mucho a la “baja estatura” de aquel recaudador de impuestos. Y se dice que no se trata, sólo, del hecho de que fuera bajito sino que también lo era moralmente o, lo que es lo mismo, que era un gran pecador. Como otros muchos, claro, de los que Jesús tenía obligación de salvar o, al menos, de anunciarles la salvación eterna.
Y Zaqueo opta por buscar a Jesús. Hasta se sube, (¡él, rico y poderoso adopta la posición del mono!) a un árbol. Quiere ver a Jesús al igual que aquellos primeros discípulos que dijeron, precisamente, “queremos ver a Jesús” y el Maestro los llevó donde querían ir.
Jesús le dice algo que era de vital importancia para aquel hombre y, también, para nosotros: era muy importante que entrara en su casa. Y así nos lo dice a cada persona que, de una manera o de otra, conoce. Quiere estar con nosotros al igual que quería estar con Zaqueo porque sabe que somos pecadores y nos quiere perdonar, salvar y hacernos caminar por el camino recto que lleva al definitivo Reino de Dios.
Otros, sin embargo, no ven las cosas de igual manera sino de forma muy, pero que muy, distinta.
Otros, aquellos que miran con ojos equivocados y errados, se extrañan de que Jesús entre, ¡nada más que entre y se ensucie!, en la casa de un pecador. Pero no se dan cuenta de lo que eso supone para Zaqueo.
Zaqueo debió sentir algo muy profundo y bueno en su corazón. Por su boca habló el Espíritu de Dios cuando prometió devolver lo robado y compensar (forma característica de la ley de aquel tiempo) con hasta cuatro veces lo tomado de más.
Aquel sí que fue un cambio importante no sólo para Zaqueo sino para todos los que vieron lo que sucedió y, sobre todo, para todos los que, desde entonces, sabemos lo que aconteció con aquel hombre perdido y, ahora, encontrado para ser salvado.
No extrañe, por lo tanto, que Jesús dijera que él había venido al mundo a cumplir una misión muy importante. Tan importante fue que le llevó a la muerte, ¡y muerte en cruz!, para la salvación de todo aquel que creyese en Él se convirtiese. Tal era la misión que debía llevar a cabo y Zaqueo era, por ejemplo, un ejemplo.
Jesús buscó, Jesús busca, lo que está perdido. Es más que cierto que, como dice Él mismo en otra ocasión, no necesitan médico los sanos sino las personas que están enfermas. Y Él, como médico del alma, busca almas enfermas para curarlas y llevarlas con el Padre, Suyo y nuestro.
Le dice a Jesús a Zaqueo que es conveniente que entre en su casa. Era conveniente para aquel hombre bajito y para todos los que, no menos bajitos en lo moral, miramos al mundo por encima, demasiadas veces, de nuestro hombro sin darnos cuenta de que nuestros pecados nos empequeñecen ante Dios de una manera absoluta.
PRECES
Por todos aquellos que no buscan a Cristo o se alejan de Él.
Roguemos al Señor .
Por todos aquellos que no esperan la salvación eterna.
Roguemos al Señor.
ORACIÓN
Padre Dios; ayúdanos a confiar en Jesucristo y a esperar la salvación por bien nuestro.
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.
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Enlace a Libros y otros textos.
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Darse cuenta de nuestros pecados es una buena forma de no volver a caer en ellos.
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Para leer Fe y Obras.
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