La Palabra del Domingo - 25 de agosto de 2013
Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.
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Enlace a Libros y otros textos.
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Dios nos tiene preparado lo mejor para nosotros. No lo deberíamos rechazar si no es que queremos la muerte eterna.
Lc 13, 22-30
22 Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. 23 Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» El les dijo: 24 «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. 25 «Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: “¡Señor, ábrenos!” Y os responderá: “No sé de dónde sois.” 26 Entonces empezaréis a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas"; 27 y os volverá a decir: “No sé de dónde sois. = ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!” = 28 «Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. 29 Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. 30 «Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos.»
COMENTARIO
Lo que pasará, según Cristo
Nunca será suficiente hablar y escribir sobre lo que tiene que venir o, para ser más claros, sobre lo que Dios nos tiene preparado después de que dejemos este mundo donde todo acaba siendo polvo y donde todo es corroído por la polilla.
Eso es lo que hace Jesús en este texto del evangelio de san Lucas. Y, no siendo la única ocasión en la que habla de lo que será lo que tenga que ser acerca de nosotros, en esta dice cosas más que importantes y que nunca, nunca, deberíamos tener por no dichas.
Quedarse a las puertas del cielo sin entrar ha de ser una experiencia muy dura y muy triste. Después de tanto haber luchado y hecho a lo largo de nuestra vida, salir vencidos en el juicio particular ha de suponer un golpe del que, evidentemente, nunca nos recuperaremos.
Nunca… cuando eso suceda porque el Hijo de Dios nos recomienda más de una forma de ser y de actuar en el texto del evangelio de hoy.
La puerta estrecha
El proceder del hijo de Dios ha de procurar lo que, para el mismo, sea humildad y sacrificio personal en beneficio, siempre, del prójimo. Sólo así Dios entenderá que ha actuado según su voluntad.
La puerta estrecha es la que es difícil de pasar porque supone que quien quiere entrar ha hecho lo posible para que el Creador no se avergüence de su persona y ha alcanzado, en el corazón del Todopoderoso, gozo.
Lo justo para Dios… el amor y la caridad
La ley de Dios tiene una norma que es la primera y principal. Jesucristo la cumplió a rajatabla a lo largo de su vida llamada pública (y es suponer que también en las tres décadas de las que sabemos bien poco). Es una norma que no siempre es fácil de seguir para corazones débiles o frágiles ante el egoísmo y ante el mundo.
En realidad, a partir de la aplicación personal de tal norma se puede decir aquello de san Agustín de “ama y haz lo que quieras” pero, primero, ama, pues el amor, la caridad, es la pura justicia de Dios y aquella que quiere para cada uno de nosotros. Y sin tal justicia no puede haber cumplimiento de la voluntad de Dios y no es, entonces, de extrañar que se cierren las puertas del cielo.
Lo contrario del cielo
Pero, claro, que nadie vaya a creer que cuando se veda la entrada en el cielo lo que pasa es que nada pasa. Al contrario. Y bien lo dice san Lucas al poner las palabras de Jesús sobre que “allí será el llanto y el rechinar de dientes” (es decir, la máxima expresión de tristeza, las lágrimas, y el miedo por el porvenir no bueno) pues ya sabemos qué es lo contrario del cielo y que no es otra realidad que el infierno (y no sólo el definitivo sino aquí mismo, en este mundo, el que procura abandono y el olvido de Dios y lo que eso supone para quien así actúa y vive, entonces, en tal estado de vacío espiritual) por mucho que poco se hable de tal estado y de las consecuencias de nuestros actos.
Atentos, también, a lo que supone ser último (por entrega al prójimo, expresión de amor, humildad y mansedumbre) y ser el primero (por presunción, por egoísmos, por querer hacer prevalecer el tener sobre el ser) pues bien dijo Cristo, en otra ocasión, que Dios había querido revelar las cosas importantes a los pequeños en la fe (los últimos) que es lo mismo que decir que en el definitivo Reino de Dios, la vida eterna tan anhelada, los que ahora nada son, lo serán todo en el mismo.
Y eso, se diga lo que se diga, vale, verdaderamente, la pena.
PRECES
Por todos aquellos que prefieren la puerta ancha en esta vida.
Roguemos al Señor.
Por todos aquellos que no gustan de la justicia de Dios.
Roguemos al Señor.
ORACIÓN
Padre Dios; ayúdanos a ver, con claridad, que lo que es importante para nosotros no son las cosas de este mundo sino el acumular para el que ha de venir y nos tienes preparado.
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.
Eleuterio Fernández Guzmán
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1 comentario
Hay un caso paradignmático, "para yo salvarme", tengo que tachar de hipócritas a los que buscan coherencia, fidelidad, claridad, compromiso, lucha, cumplimiento del precepto...(con connotaciones políticas y religiosas a veces en estos comentarios de ataque que en nada vienen al caso).
Aún así, de la Lectura del Evangelio de hoy se colige que los que intentamos seguir los preceptos de la Iglesia Católica, "partimos desde el mismo punto de origen o inicio para nuestra Salvación" que cualquier otra persona (a pesar de que conviva con un divorciado, esté a favor del gaymonio o haya propiciado un aborto, sea funcionaria de izquierdas, haya consumido anticoncepticos o sus hijos o nietos no hayan sido bautizados o no hayan hecho la Primera Comunión). Antes que atacar a nuestros hermanos y tacharlos de hipócritas, debemos mirar hacia nuestro interior y saber que, unos segundos antes de nuestra pérdida de conciencia y muerte (nunca es tarde), PODEMOS ARREPENTIRNOS DE NUESTROS PECADOS Y SALVARNOS, muy a pesar de llevar una vida alejada de Dios (o "próxima", sin autenticidad). La Justicia Divina no es la justicia humana, debemos ver a Dios como a un Padre y no como a un juez estrictamente.
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