Un amigo de Lolo - El amor al prójimo
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Seguramente es más fácil esperar del otro lo bueno si nosotros no somos rácanos en nuestro amor.
Y, ahora, el artículo de hoy.
Presentación
Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.
Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.
El amor al prójimo
“Caridad es el beneficio que deja el capital del corazón, cuando se pone a renta el amor de Dios en los demás.”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (616)
Cuando a un discípulo de Cristo se nos pregunta por los Mandamientos de la Ley de Dios solemos contestar lo mismo que Jesús cuando le hicieron tal inquisición: son dos (aún siendo diez, claro) que resumen la norma divina y los expresamos teniendo en cuenta el amor a Dios y el amor al prójimo.
Sabemos quién es el prójimo porque Jesús lo dejó bien expresado cuando contó aquella parábola del buen samaritano. Desde entonces sabemos que nuestro prójimo es el otro, quien sufre, quien puede necesitarnos pero, en general, todo otro.
Pues bien, de lo mucho que hemos escuchado y leído acerca del Creador hay algo que nos informa acerca de su naturaleza: decimos que tiene entrañas de misericordia o, dicho de una forma traída de san Juan, que Dios es Amor y que tal forma de ser nos asegura, entre otras realidades, la mismísima vida eterna.
Y nosotros, que somos semejanza de Dios, hemos de reconocer que el Creador dejó inscrito en nuestro corazón una premisa sin cuyo cumplimiento sólo con arrogancia y presunción podemos decidir que somos hijos suyos. A tal premisa, decimos, ponemos el nombre, también, de amor. Al mismo, además, llamamos caridad.
Podemos decir, sin temor a equivocarnos ni quedarnos cortos en el intento, que sólo amando al prójimo hacemos rendir nuestros talentos. Si sólo pensamos que somos capaces de hacer esto o lo otro pero no amamos… como diría san Pablo… no somos nada y de nada nos sirve lo que hacemos. A esto otro santo, Agustín de Hipona, lo culminó diciendo “ama y haz lo que quieras” pues sabía que la primera Ley del Reino de Dios es el amor y luego, mucho después, está lo demás.
“Ama y haz lo que quieras”. Pensemos esto que dejó dicho aquel ser mundano que se convirtió en verdadero discípulo de Cristo. Y pensémoslo muy despacio, palabra por palabra, sílaba a sílaba. Digámoslo, además, en silencio, sólo para nosotros y para nuestro corazón. Sólo así podrá influenciarnos de tal manera que, en efecto, primero amemos y después todo sea la continuación del amor que nos infunde Dios en nuestra concepción.
Así, primero amar y luego vencer nuestros egoísmos que tanto daño nos hacen en nuestra vida de discípulos de Cristo; primero amar y luego nunca olvidar que procedemos de la misma caridad del Creador que quiso crearnos, pudo crearnos y, en efecto, nos creó. ¿No vale eso todo el amor que le debemos?
Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.
Eleuterio Fernández Guzmán
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