La Palabra del Domingo - 21 de abril de 2013
Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Dios nos dona unos bienes espirituales que debemos hacer rendir. Otra forma de actuar es hacer muy de menos al Padre.
Jn 10, 27-30
27 Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas mi siguen. 28 Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. 29 El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. 30 Yo y el Padre somos uno.
COMENTARIO
Seguir a Cristo tiene gran regalo
El texto que se nos presenta hoy para reflexión no es muy extenso. Sin embargo, sí es muy denso si nos referimos al sentido espiritual que tiene el mismo y, en fin, en lo que supone para nosotros, hijos de Dios.
Jesús habla de ovejas porque pertenecemos al redil del Creador. Dice algo que es muy importante: conoce una a una por su nombre. Esto quiere decir que el Hijo de Dios sabe de nosotros, que sabe lo que hacemos y que sabe hacia dónde vamos según que hacemos.
Pero también dice que las ovejas que creen en él siguen a quien saben que es su Buen Pastor.
En cuanto al seguimiento de Cristo, una cosa es decir que se le sigue y otra, muy distinta, hacer su voluntar que es, en definitiva, la de Dios. Por eso el Enviado de Dios tiene un mensaje que transmitir que es el que debemos escuchar y, luego, aplicar a nuestras vidas. Así seguimos a Jesús y somos, en efecto, ovejas que conocemos, también, Quién es nuestro pastor.
Pero en estas escasas palabras que dice Jesús hay algo que es muy importante y que va referido a lo que queremos para siempre: la eternidad. Dice, por eso mismo, Jesucristo, que al conocer y seguir a Cristo, Él nos da la vida eterna que es, como sabemos, para siempre, siempre, siempre.
Por eso no morirá jamás quien sigue a Cristo y hace lo que debe hacer. Así nos ganamos la vida eterna. Es más, nadie ni nada nos arrebatará de las manos de Jesucristo porque es Dios y contra Dios nada ni nada puede y siempre prevalece.
Dice Jesús que su Padre, que le ha entregado a las ovejas para que las cuide, es más grande que nada y que nadie. Por eso está por encima de todo (lo ha creado todo y lo mantiene todo) y por eso mismo su voluntad ha de ser cumplida por cada uno de sus hijos. Otra cosa no se espera de nosotros aunque no siempre sea fácil hacer tal cosa.
Es más, nadie puede arrebatar de las manos de Dios a su creación. Contra Dios, Todopoderoso, no hay poder en el universo que pueda y, aunque se manifieste en su contra (ahí está el Maligno para demostrar esto) siempre saldrá vencedor de tal lucha Quién todo lo puede.
Termina, Jesús, diciendo algo que no deberíamos olvidar nunca: Dios y Él mismo son uno y, por eso, seguir a Cristo es seguir, exactamente (sin disminuciones ni detracciones) a Dios.
PRECES
Por todos los que no quieren conocer a Cristo.
Roguemos al Señor.
Por todos los que no quieren formar parte del redil de Dios.
Roguemos al Señor.
ORACIÓN
Padre Dios; ayúdanos a no querer nunca salir del redil de Cristo.
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Para leer Fe y Obras.
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