La Palabra del Domingo - 14 de abril de 2013
Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.
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Enlace a Libros y otros textos.
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Que nunca pueda decirse de ti que te llamó Cristo y miraste para otro lado.
Jn 21, 1-19
1 Después de esto, se manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Se manifestó de esta manera. 2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. 3 Simón Pedro les dice: «Voy a pescar.» Le contestan ellos: «También nosotros vamos contigo.» Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada. 4 Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. 5 Díceles Jesús: «Muchachos, ¿no tenéis pescado?» Le contestaron: «No.» 6 El les dijo: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.» La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces.7 El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: «Es el Señor», se puso el vestido - pues estaba desnudo - y se lanzó al mar.8 Los demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red con los peces; pues no distaban mucho de tierra, sino unos doscientos codos. 9 Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y un pez sobre ellas y pan. 10 Díceles Jesús: «Traed algunos de los peces que acabáis de pescar.» 11 Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se rompió la red. 12 Jesús les dice: «Venid y comed.» Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres tú?», sabiendo que era el Señor. 13 Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual modo el pez. 14 Esta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.15 Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos.» 16 Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me amas?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.» 17 Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.18 «En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá te llevará adonde tú no quieras.» 19 Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme.»
COMENTARIO
Pedro, Papa, Pastor… restaurado en el amor
Seguramente, después de haber vivido la muerte y resurrección de Jesús, los discípulos más allegados deberían haber comprendido que algo muy importante había sucedido entre ellos y tenían que comunicarlo a toda persona que pudieran encontrar en el camino de sus vidas.
Resulta curioso, sin embargo, como aquellos hombres que habían seguido tan de cerca de Jesús vuelven pronto a los trabajos que antes tenían. Se van a pescar como si no les hubiera sucedido nada o nada, en sus vidas, fuera ya distinto. Es más, incluso sabiendo que es el Señor, le preguntan quién es.
El Maestro tiene sorpresas que, incluso aquellos que le conocen, no esperan. Siempre va más allá de lo que cualquiera puede esperar.
Jesús, sin embargo, los invita a comer porque quiere compartir con ellos todo lo que tiene intención de que conozcan. Aún no están preparados y, por eso, quiere estar con ellos durante unos cuantos días más.
Pedro, quien le había negado tres veces, debía tener un pesar grande en su corazón.
Jesús sabe que tiene que remediar la situación por la que se encontraba la “piedra” sobre la que quería construir su Iglesia, luego llamada católica.
¿Qué podía hacer para que la situación quedase limpia de toda sospecha de traición?¿Sería capaz Jesús de perdonar hasta tal punto a quien le dejó de tal manera?
Era de esperar que, quien es todo misericordia y amor, actuara de la única forma que podía esperarse de Él. Le limpia tal carga preguntándole si lo ama o si lo quiera. Pedro sabe que sí pero se entristece pues pudiera dar la impresión de que el Señor no lo tiene tan claro. Era, sólo, un prueba.
Jesús sabe que Pedro va a ser muy importante en la evangelización que tenía que venir. Cuando le pregunta, por tanto, por tres veces que si lo quiera, lo que hace es, en realidad, restaurar el antiguo amor a su situación anterior a la traición y justo al momento en el que, en la Última Cena, le prometió que daría su vida por el Mesías. Y, claro, así fue… aunque años más tarde. Pero ahora había quedado sanada aquella herida que él mismo se produjo en la noche de la Pasión de Jesús.
PRECES
Por todos aquellos que no quieren aceptar la intervención de Dios en sus vidas.
Roguemos al Señor.
Por todos aquellos que no saben responder a Jesús si lo quieren o no lo quieren.
Roguemos al Señor.
ORACIÓN
Padre Dios; ayúdanos a tener siempre a Jesús en nuestro corazón y a quererlo siempre.
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.
Eleuterio Fernández Guzmán
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