La Palabra del Domingo .- 24 de febrero de 2013
Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Dios espera de sus hijos un comportamiento que, al menos, se aproxime lo más posible al de Jesucristo. No hagas como si esto n o tuviera que ver nada contigo.
Lc 9, 28b-36
¿Quién dice la gente que soy yo?» 19 Ellos respondieron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos había resucitado.» 20 Les dijo: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro le contestó: «El Cristo de Dios.» 21 Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie. 22 Dijo: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día.» 23Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. 24 Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. 25 Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina? 26 Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre, cuando venga en su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles. 27 «Pues de verdad os digo que hay algunos, entre los aquí presentes, que no gustarán la muerte hasta que vean el Reino de Dios.»
28 Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. 29 Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante, 30 y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías; 31 los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén. 32 Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. 33 Y sucedió que, al separarse ellos de él, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías», sin saber lo que decía. 34 Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra; y al entrar en la nube, se llenaron de temor. 35 Y vino una voz desde la nube, que decía: «Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle.» 36 Y cuando la voz hubo sonado, se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.”
COMENTARIO
Manifestación de Dios
No era extraño que Jesús quisiese saber qué pensaba la gente de Él. No es que no supiera, claro, sino que quería escuchar, por voz de sus discípulos, tal cosa. Esperaba, seguramente, la respuesta de Pedro porque Dios, y Jesús como Dios mismo hecho hombre, no impele a nadie a decir lo que el Creador quiere escuchar. Se trata, pues, de una acción puramente personal.
Pedro lo reconoce como el Enviado de Dios y, por lo tanto, el Mesías. Descubre, así, la naturaleza divina del Maestro. Jesús, sin embargo, no quería que nadie más lo supiera. Aún no había llegado el momento.
Jesús también es profeta. Les señala lo que le va a pasar y que no será nada bueno, humanamente hablando.
Pero también dice algo que es muy importante y que está relacionado con el comportamiento de quien le quiera seguir: lo habrá dejar todo, incluso su vida (la vida anterior, se refiere, como poco) y sólo así, dejándolo todo por Jesús, la salvación está garantizada por tal comportamiento.
Al contrario, quien niegue al Hijo de Dios ante los hombres, Él mismo hará lo mismo ante el Creador y no será acogido en el seno del Todopoderoso.
Y, como manifestación exacta de la gloria de Dios, la Transfiguración, episodio espiritual de singular importancia, coge por sorpresa a los que acompañan a Jesús en aquel monte que no eran otros que los Zebedeos y Pedro.
Al parecer entienden muy poco de lo que ha pasado allí mismo. No saben qué quiere decir que Moisés, Elías y Jesús conversen converse lo que le va a pasar a Jesús en Jerusalén, lo de su muerte. Por eso, cuando la voz de Dios dijo que Aquel hombre, Jesús, era su Hijo y su Elegido algo grande debieron sentir en su corazón. Pedro sólo se preocupa por lo humano que era el hacer tres tiendas para que se alojaran Jesús, Moisés y Elías. Pero Jesús sabía que, a partir de tal momento, la instrucción de sus discípulos tenía que acelerarse: su fin estaba próximo.
PRECES
Por todos aquellos que prefieren perder su vida y no ganarla con Cristo.
Roguemos al Señor.
Por todos aquellos que prefieren ser mundanos a no seres espirituales.
Roguemos al Señor.
ORACIÓN
Padre Dios; ayúdanos a preferir salvarnos antes que a perdernos para siempre.
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.
Eleuterio Fernández Guzmán
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