Eppur si muove - ¿Hace falta que el matrimonio se “restaure"?
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Tienes que decir, antes de seguir adelante con tu vida, si prefieres seguir al mundo con sus mundanidades o a Dios con sus divinidades. No se puede servir, como sabes, a dos señores.
Y, ahora, el artículo de hoy.
Aunque pueda parecer mentira, la cosa ha llegado a una situación tal, que nuestros pastores se han visto en la obligación de pedir al Ejecutivo español que se restaure el matrimonio.
Como es de todos sabido, hace unas semanas dio el Tribunal Constitucional español por decir, en Fallo (nunca mejor dicho lo de fallar) que la actual legislación española sobre el matrimonio es correcta de acuerdo al texto de la Carta Magna actualmente vigente en España. Y eso quería decir que los denominados (e imposibles) “matrimonios” entre personas del mismo sexo tenían validez y podía seguir teniéndola.
Esto, como es lógico pensar por alguien que tenga dos dedos de frente, supone el disparo de un torpedo (pues se trata de maniobra submarina de los más bajos fondos subterráneos de un Estado corrompido hasta la médula) en la línea de flotación del matrimonio, único posible, entre un hombre y una mujer.
Esto, sin embargo, no es lo único que se ha ido disparando contra el matrimonio porque hay otras lindezas que, a lo largo de los años, unos gobernantes mundanos y paganos han colocado en el debe de la razón y de la moral pues deben una respuesta a tanta manifestación de iniquidad.
Decía, pues, arriba, que nuestros pastores tenían que decir algo. Y, como suele suceder lo que dijeron (Nota del pasado 8 de noviembre) no ha de haber sido del agrado de los consentidores mundanos que hay dentro de la misma Iglesia católica como, por supuesto, de los mundanos a secas que hay, y muchos, fuera de la misma (y con su pan se lo coman).
Dijeron, por ejemplo, que
“La legislación actualmente vigente en España ha redefinido la figura jurídica del matrimonio de tal modo, que éste ha dejado de ser la unión de un hombre y de una mujer y se ha transformado legalmente en la unión de dos ciudadanos cualesquiera, para los que ahora se reserva en exclusiva el nombre de “cónyuges” o de “consortes". De esta manera se establece una insólita definición legal del matrimonio con exclusión de toda referencia a la diferencia entre el varón y la mujer. Los españoles han perdido así el derecho de ser reconocidos expresamente por la ley como “esposo” o “esposa” y han de inscribirse en el Registro Civil como “cónyuge A” o “cónyuge B".
Resulta de una gravedad tan grande lo que se nos dice que es inconcebible que un partido, de supuesta derecha, como es el Partido Popular no haya hecho nada para que desaparecieran del Registro Civil tales aberraciones que, simplemente, hacen desaparecer al ser humano como tal, hombre y mujer, y lo sustituyen por… eso.
Pero hay más:
“Por tanto, no podemos dejar de afirmar, con dolor, que las leyes vigentes en España no reconocen ni protegen al matrimonio en su especificidad. Por ello, convencidos de las consecuencias negativas que se derivan para el bien común, alzamos nuestra voz en pro del verdadero matrimonio y de su reconocimiento jurídico. Todos, desde el lugar que ocupamos en la sociedad, hemos de defender y promover el matrimonio y su adecuado tratamiento por las leyes. Es el momento de leer de nuevo la reciente Instrucción Pastoral de la Asamblea Plenaria de nuestra Conferencia Episcopal titulada La verdad del amor humano. Orientaciones sobre la verdad del amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiar, aprobada el pasado 26 de abril y publicada el 4 de julio”.
El matrimonio, como tal, entre hombre y mujer, ha quedado, al parecer, desvirtuado para siempre a favor de un comportamiento políticamente correcto, cobarde y venido a menos en su moral que, simplemente, deja de existir para ser sustituida por una moral de rebaño y borreguil. Para contentar a unos cuantos se causa un daño irreparable a una gran mayoría de personas que saben que son esposos y que son esposas y que, por ejemplo, no entienden (aunque no le demuestre por el estado de anestesiada en la que se encuentra esta sociedad) que ahora sean… eso.
Por lo tanto, nuestros pastores piden esto:
-La modificación de la ley que tanto daño está haciendo al concepto de matrimonio y de familia.
-La eliminación del apunte registral civil que sustituye “esposo” y “esposa” por “cónyuge A” o “cónyuge B”.
-Sea respetado el derecho de niños a “disfrutar de un padre y de una madre” pues es de ellos en quien reside el derecho a tal realidad y no el de los padres a tener hijos. Imposible, pues, matrimonio el homosexual y, menos aún (seguramente será lo siguiente) el reconocimiento de derecho a la adopción (esto no lo han dicho los pastores sino el que esto escribe.
A lo mejor a alguien le parece que es muy normal que las cosas vayan por donde van y que no se haga nada para que la cosa cambie. A lo mejor, incluso, le parece de lo más normal que se vayan socavando principios milenarios y se sustituyan por otros de ocasión y para el momento en el que estamos. Hasta a lo mejor hay algún católico que no le molesta nada de nada esto y que piense que esto va con los tiempos.
En realidad, es más que cierto que de todo hay en la viña del Señor pero lo que es más cierto es que, por eso mismo, ha de haber, al parecer, cizaña entre el trigo. Ahora sólo hace falta que alguien la corte y la queme como bien dijo Cristo porque es tan verdad como la Verdad que el matrimonio necesita ser restaurado. De lo contrario, nada será como ha sido.
Eleuterio Fernández Guzmán
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