Un amigo de Lolo - Dios nos conoce uno a uno

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Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Dios nos conoce uno a uno

“Lo que todavía en tiempo no he aprendido de mí mismo, se lo sabe Dios muy bien de memoria”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor ( 24 )

“Conócete a ti mismo” es una especie de advertencia que ya los filósofos de la antigua Grecia hacían, en general, a la humanidad. Y lo es porque no es de poca importancia que cada cual tenga un conocimiento lo más acertado sobre su misma persona para evitar caer en abismos o algo parecido. Conocerse a uno mismo es ir poniendo los peldaños que, poco a poco, nos llevan en peregrinación hacia el definitivo Reino de Dios.

Y así, con el paso de los años, vamos haciéndonos a lo que somos porque conocemos lo que somos. Es cierto que podemos engañarnos y que, como suele suceder, podemos ponernos trampas como si no supiéramos, en verdad, como somos. Y es cierto porque sólo con el andar del tiempo vamos teniendo conocimiento de nuestro ser entero.

Y, sin embargo, Dios siempre nos sorprende. Es Creador y, por eso mismo, no puede dejar a sus criaturas de su mano alejadas. De ninguna de las maneras es posible creer que un Padre que tiene entrañas de misericordia se olvide de lo que ha creado pues muy bien dice el salmista que “tus manos me han hecho y me han formado”. Dios, entonces, nos contempla y está atento a lo que somos, hacemos, cómo existimos y cuál es el camino por el que vamos hacia Su Casa.

Dice Jesús que Dios ve en lo secreto de nuestro corazón y que, por tanto, no podemos engañarlo con apariencias y demostración que no están de acuerdo con la realidad. Por eso a Dios no puede engañársele y por eso el Todopoderoso sabe de nosotros por nosotros mismos pues somos semejanza suya.

Por eso, el conocimiento que Dios tiene de nosotros debe llevarnos a una admiración total por la paciencia que tiene con sus criaturas. Ya desde los tiempos en los que escogió a Abrahám para que caminara por el desierto y luego, con Moisés, muchos de los suyos lo dejaran por algún que otro becerro de oro, Dios conocía el corazón de los que había escogido de entre sus hijos. Y perdonó mucho porque mucho se le ofendió a pesar de las pruebas de bondad que continuamente les daba. Los conocía y, por eso mismo, nos conoce a nosotros mismos.

Es más, Dios nos lleva en su memoria porque siempre nos tiene presentes en la misma. Y somos su alegría cuando obramos según quiere que obremos y, seguramente, una pequeña decepción cuando miramos para otro lado porque no nos conviene lo que nos dice y dejó dicho a lo largo de los tiempos.

Y nosotros, fieles hijos de Dios que sabemos que nos contempla y nos ama, sólo nos queda cumplir sus Mandamientos, hacer lo que creemos que nos pide y, sobre todo, sobre todo, aceptar lo que permite para nosotros por mucho que, en más de una ocasión, esté tan en contra de nuestra voluntad y tan en contra de nuestros egoísmos como muchas veces está. Y esto porque ha de prevalecer lo que quiere Quien crea pues sabe lo que nos conviene y lo que, en el fondo, merecemos.

Al fin y al cabo, Dios, al existir desde la eternidad, es muy anterior a nosotros mismos y desde ella nos crea. Y luego, nosotros, si hay merecimiento, constancia y perseverancia en la fe y no desfallecemos en el cumplimiento de su voluntad, volveremos a ocupar una de las estancias que está preparándonos Cristo. Y eso, también, está en la memoria del Creador.

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán

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