Cosas que los católicos tienen que saber
Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.
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El domingo pasado, 8 de julio, se produjo uno de esos momentos de confusión espiritual que pueden, en efecto, llevar a engaño a más de uno. Quisieron hacernos ver que las cosas son de otra forma a como son.
Se trata de lo siguiente.
En el programa de esRadio de Luis del Pino de título “Sin complejos” entrevistó el director del mismo a una persona que bien podía haber aparecido entrevistada en el diario, ahora sólo internáutico, “Público”, en el diario de papel “El País” o en que lo es de la red de redes de Enric Sopena “El Plural”. Es una persona que muy bien da el pego en tales lugares porque seguro que lo estiman y lo tienen en cuenta como persona de futuro, aunque, teniendo en cuenta la deriva anticatólica de personas como César Vidal, de la misma casa de Luis del Pino, aquí nada extraña…
Resulta que la entrevista vino referida a la masonería y el entrevistado fue don Óscar de Alfonso, a la sazón Gran Maestre de la masonería en España.
La entrevista fue, verdaderamente, deliciosa y, aunque yo la escuché yendo en coche, luego tuve tiempo de volverla a escuchar porque para eso están los medios de comunicación modernos que todo lo guardan.
De creer lo que en determinados momentos dijo tal señor podríamos decir que la Iglesia católica y la masonería se llevan la mar de bien, que no se puede ser católico sin ser masón y que, en fin, el mundo está al revés de como está.
A mí me basta con esto que dijo el masón “Para ser masón hay que ser creyente“.
No especificó qué tipo de creyente pero se entiende que cualquier tipo de creyente entre el que se encuentra el católico. Es más, dijo que con la Iglesia católica habían tenido relaciones sin especificar ni cuándo ni donde pero, al fin y al cabo, algún tipo de relaciones.
Esto, en realidad, es algo extraño porque si por algo se ha caracterizado la Iglesia católica es por mantener una firme oposición a la masonería que se expresa, por ejemplo, en estos documentos en los que se ha prohibido, reprobado y condenado a la misma y a cierto tipo de pensamientos no precisamente católicos:
“In eminenti” del Papa Clemente XII, 28 de abril de 1738.
“Providas” del Papa Benedicto XIV, 18 de mayo de 1751.
“Ecclesiam” del Papa Pío VII, 13 de septiembre de 1821.
“Quo graviora” del Papa León XII, 13 de marzo de 1825.
“Apostolicae sedis” del Papa Pío IX, 12 de octubre de 1869.
También, las siguientes encíclicas:
“Traditi” del Papa Pío VIII, 21 de mayo de 1829.
“Mirari vos” del Papa Gregorio XVI, 15 de agosto de 1832.
“Qui pluribus” del Papa Pío IX, 9 de noviembre de 1846.
“Quanta cura” del Papa Pío IX, 8 de diciembre de 1864.
“Etsi multa” del Papa Pío IX, 21 de noviembre de 1873.
“Diuturnum illud“, del Papa León XIII, 1881
“Etsi nos” del Papa León XIII, 15 de febrero de 1882.
“Humanum genuns” del Papa León XIII, 20 de abril de 1884.
“Ab apostolici” del Papa León XIII, 15 de octubre de 1890.
“Praeclara gratulationis” del Papa León XIII, 18 de marzo de 1902.
Pero es que tiene gracia que dijera de Benedicto XVI que opinaba como Óscar Alonso, pero no como Gran Maestre de la masonería, que le parecía bien la labor de Benedicto XVI. Y digo que tiene gracia porque fue en 1981, siendo entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe cuando el entonces llamado Joseph Ratzinger (que es la misma persona que es ahora el Santo Padre) cuando tal organismo vaticano dio a la luz pública el documento titulado “Declaración sobre la masonería” donde se dice esto:
“Se ha presentado la pregunta de si ha cambiado el juicio de la Iglesia respecto de la masonería, ya que en el nuevo Código de Derecho Canónico no está mencionada expresamente como lo estaba en el Código anterior.
Esta Sagrada Congregación puede responder que dicha circunstancia es debida a un criterio de redacción, seguido también en el caso de otras asociaciones que tampoco han sido mencionadas por estar comprendidas en categorías más amplias.
Por tanto, no ha cambiado el juicio negativo de la Iglesia respecto de las asociaciones masónicas, porque sus principios siempre han sido considerados inconciliables con la doctrina de la Iglesia; en consecuencia, la afiliación a las mismas sigue prohibida por la Iglesia. Los fieles que pertenezcan a asociaciones masónicas se hallan en estado de pecado grave y no pueden acercarse a la santa comunión.
No entra en la competencia de las autoridades eclesiásticas locales pronunciarse sobre la naturaleza de las asociaciones masónicas con un juicio que implique derogación de cuanto se ha establecido más arriba, según el sentido de la Declaración de esta Sagrada Congregación del 17 de febrero de 1981 (cf. AAS 73, 1981, págs. 230-241; L’Osservatore Romano, Edición en Lengua Española, 8 de marzo de 1981, pág. 4).
El Sumo Pontífice Juan Pablo II, en la audiencia concedida al cardenal Prefecto abajo firmante, ha aprobado esta Declaración, decidida en la reunión ordinaria de esta Sagrada Congregación, y ha mandado que se publique.Roma, en la sede de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, 26 de noviembre de 1983”.
Pero, por si había dudas, en 1985, siendo el mismo Prefecto el que era Prefecto en 1983 o, lo que es lo mismo, el Santo Padre que dice admirar el Gran Maestre (que, además, lo pone como bueno frente a otros papas anteriores que eran muy viajeros refiriéndose, sin duda, al Beato Juan Pablo II), el mismo organismo emitió el documento titulado “Reflexiones sobre la Declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe referente a las asociaciones masónicas” en el que se deja claro que “Fe cristiana y masonería son inconciliables”.
Dice tal documento esto otro:
“La Congregación para la Doctrina de la Fe publicó, el 26 de noviembre de 1983, una Declaración sobre las asociaciones masónicas (cf. AAS 76, 1984, 300; L’Osservatore Romano, Edición en Lengua Española, 4 de diciembre 1983, pág. 9).
A poco más de un año de dicha publicación puede ser útil aclarar brevemente él significado de este documento.
Desde que la Iglesia comenzó a pronunciarse sobre la masonería; su juicio negativo se ha basado en muchas razones prácticas y doctrinales. No la ha juzgado responsable sólo de actividades contrarias a ella, sino que desde los primeros documentos pontificios sobre el tema, y especialmente desde la Encíclica Humanum genus de León XIII (20 de abril de 1884), el Magisterio de la Iglesia denunció en la masonería ideas filosóficas y conceptos morales opuestos a la doctrina católica. Para León XIII consistían esencialmente en un naturalismo racionalista que inspiraba sus planes y actividades contra la Iglesia. En su Carta al Pueblo Italiano Custodi (8 de diciembre de 1892) escribió: “Recordemos que cristianismo y masonería son esencialmente inconciliables hasta el punto de que inscribirse en una significa separarse del otro".
Por tanto, no era posible, dejar de tomar en consideración las posturas de la masonería desde el punto de vista doctrinal cuando en 1970-1980 la Sagrada Congregación estaba en comunicación con algunas Conferencias Episcopales más interesadas en el problema, porque personalidades católicas habían entablado diálogo con representantes de algunas logias que se declaraban no hostiles y hasta favorables a la Iglesia.
Ahora un estudio más concienzudo ha llevado a la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe a reafirmar la convicción de que los principios de la masonería y los de la fe cristiana son radicalmente inconciliables.
Por tanto, prescindiendo de la consideración de la actitud práctica de las varias logias, sea o no de hostilidad respecto de la Iglesia, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, con su Declaración del 26 de noviembre de 1983, se propuso situarse en el nivel más profundo y esencial, por otra parte, del problema, es decir, a nivel de los inconciliables principios en el plano de la fe y de sus exigencias morales.
Partiendo de este punto de vista doctrinal y siguiendo, por lo demás, la postura tradicional de la Iglesia como atestiguan los documentos citados de León XIII, se derivan consecuencias prácticas subsiguientes, válidas para todos los fieles que están afiliados a la masonería.
A propósito de la afirmación de que son inconciliables los principios, en algunas partes se hace ahora la objeción de que es esencial en la masonería no imponer ningún “principio", en sentido de posición filosófica o religiosa vinculante para todos sus afiliados; porque más bien se trata de reunir juntos, por encima de los confines de las diversas religiones y visiones del mundo, a hombres de buena voluntad sobre la base de valores humanistas para todos comprensibles y aceptables.
La masonería constituiría así un elemento de cohesión para todos los que creen en el Arquitecto del universo y se sienten comprometidos respecto de aquellas orientaciones morales fundamentales que se definen, por ejemplo, en el Decálogo; de esta forma no separaría a nadie de su religión, sino que sería, por el contrario, un estímulo para adherirse más a ella.
No pueden debatirse en este artículo los muchos problemas históricos y filosóficos latentes en estas afirmaciones. Que también la Iglesia católica estimula a una colaboración entre todos los hombres de buena voluntad, no es necesario subrayarlo después del Concilio Vaticano II. Pero asociarse en la masonería sobrepasa esta colaboración legítima y tiene un significado más relevante y determinante.
Ante todo se debe recordar que la comunidad de los “albañiles libres” y sus obligaciones morales se presentan como un sistema progresivo de símbolos de carácter sumamente comprometido. La rígida disciplina del arcano que lo domina refuerza aún más el peso de la interacción de signos e ideas. Este clima de secreto comporta, además, para los afiliados, el riesgo de llegar a ser instrumentos de estrategias que les son desconocidas.
Aunque se afirma que el relativismo no se asume como dogma, sin embargo se propone de hecho una concepción simbólica relativista y, por consiguiente, el valor relativizador de una tal comunidad moral-ritual no sólo no puede ser eliminado, sino que resulta determinante.
En este contexto, las diversas comunidades religiosas a que pertenece cada uno de los miembros de las logias sólo pueden considerarse meras institucionalizaciones de una verdad más amplia e inalcanzable. Por tanto, el valor de estas institucionalizaciones resulta inevitablemente relativo respecto de esa verdad más amplia que, en cambio, se manifiesta sobre todo en la comunidad de la buena voluntad, es decir, en la fraternidad masónica.Además, para un cristiano católico no es posible vivir su relación con Dios en una doble modalidad, o sea, diversificándola en una forma humanitaria-sopraconfesional y en otra interna-cristiana. No puede mantener relaciones de dos especies con Dios, ni expresar su relación con el Creador con formas simbólicas de dos especies. Ello sería algo muy diferente de esa colaboración, obvia para el cristiano, con cuantos están empeñados en hacer el bien, aun partiendo de principios distintos. Por otra parte, un cristiano católico no puede compartir la comunión plena de la fraternidad cristiana y, al mismo tiempo, mirar a su hermano cristiano, desde la óptica masónica, como a un “profano".
Aun en el caso de que, como ya se ha dicho, no hubiera una obligación explícita de profesar el relativismo como doctrina, con todo, la fuerza relativizadora de tal fraternidad tiene en sí, por su misma lógica intrínseca, la capacidad de transformar la estructura del acto de fe tan radicalmente que no sea aceptable por un cristiano “para quien la fe es algo muy querido” (León XIII).Esta tergiversación de la estructura fundamental del acto de fe se realiza, además, por lo general suavemente y sin que uno se dé cuenta de ello: la adhesión firme a la verdad de Dios revelada en la Iglesia pasa a ser mera pertenencia a una institución considerada como una forma expresiva particular, al lado de otras formas expresivas, más o menos posibles y válidas también de la orientación del hombre hacia lo eterno.
La tentación de ir en esta dirección es más fuerte hoy porque responde plenamente a ciertas convicciones dominantes en la mentalidad contemporánea. La opinión de que la verdad no puede conocerse es característica típica de nuestra época y, al mismo tiempo, elemento esencial de su crisis general.
Precisamente teniendo en consideración estos elementos, la Declaración de la Sagrada Congregación afirma que la afiliación a las asociaciones masónicas “sigue prohibida por la Iglesia” y los fieles que pertenezcan a asociaciones masónicas “se hallan en estado de pecado grave y no pueden acercarse a la santa comunión".
Con esta última expresión la Sagrada Congregación indica a los fieles que esta afiliación constituye objetivamente un pecado grave; y al aclarar que los afiliados a una asociación masónica no pueden acercarse a la santa comunión, quiere iluminar la conciencia de los fieles sobre una consecuencia grave que deben deducir de su adhesión a una logia masónica.
La Sagrada Congregación declara al final que “no entra en la competencia de las autoridades eclesiásticas locales pronunciarse sobre la naturaleza de las asociaciones masónicas con un juicio que implique derogación de cuanto se ha establecido más arriba". A este propósito el texto hace referencia también a la Declaración del 17 de febrero de 1981, que reservaba ya a la Sede Apostólica todo pronunciamiento sobre la naturaleza de estas asociaciones que implicase derogación de la ley canónica vigente entonces (can. 2335).
Del mismo modo el nuevo documento emitido por la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe en noviembre de 1983 manifiesta iguales intenciones de reserva sobre pronunciamientos que discrepen del juicio formulado aquí según el cual los principios de la masonería y de la fe católica son inconciliables, sobre la gravedad del acto de afiliarse a una logia y sobre la consecuencia que deriva de ello en orden a recibir la santa comunión. Esta disposición indica que, no obstante las diferencias que puede seguir habiendo entre las obediencias masónicas, sobre todo respecto de su actitud declarada hacia la Iglesia, la Sede Apostólica encuentra en ellas algunos principios comunes que exigen la misma valoración por parte de todas las autoridades eclesiásticas.Al hacer esta Declaración, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe no ha querido ignorar los esfuerzos realizados por quienes han tratado de entablar diálogo con representantes de la masonería, autorizados debidamente por este dicasterio. Pero desde el momento que existía la posibilidad de que se difundiera entre los fieles la opinión errada de que ya la adhesión a una logia masónica era lícita, ha considerado deber suyo darles a conocer el pensamiento auténtico de la Iglesia a este respecto y ponerles en guardia sobre una pertenencia que es incompatible con la fe católica.
Sólo Jesucristo es realmente el Maestro de la Verdad y sólo en El pueden encontrar los cristianos luz y fuerza para vivir según el designio de Dios, trabajando por el bien verdadero de sus hermanos.”
Por eso resulta de todo menos gracioso que alguien masón pueda decir que se puede ser creyente, también católico, y masón, pues queda meridianamente claro que eso es imposible. Y si hay algún católico, de a pie o no de a pie, que crea que eso es posible, debe hacérselo ver por algún especialista en la materia porque, sin duda, está bastante equivocado.
Escuchando tal entrevista pudiera dar la impresión de que hay masones “buenos” y masones “malos” y que la Iglesia católica bien puede tratar con los primeros pero no con los segundos. Sin embargo, está más que claro que lo que es, es y lo que no puede ser… pues no puede ser (esto lo deja claro: “Pero desde el momento que existía la posibilidad de que se difundiera entre los fieles la opinión errada de que ya la adhesión a una logia masónica era lícita, ha considerado deber suyo darles a conocer el pensamiento auténtico de la Iglesia a este respecto y ponerles en guardia sobre una pertenencia que es incompatible con la fe católica”)
Y es que hay cosas que, no por dichas, deberían ser sabidas por muchos católicos para que no se dejen embaucar por nadie que, con buenas palabras, siembra cizaña cual mal sembrador.
De todas formas, si he escrito por y con ignorancia, que me perdone quien corresponda.
Eleuterio Fernández Guzmán
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16 comentarios
Sería bueno saber sobre estos diálogos autorizados, en cuanto a su contenido y finalidad.
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EFG
Francamente... a mí también me gustaría saber sobre lo mismo.
Entre otras razones, porque suele suceder inexorablemente que en ese tipo de diálogos se producen muy pocas -por no decir ni una- conversiónes a la Verdad de Cristo, y en cambio se producen muchas conversiones hacia las tinieblas de Satanás.
Hay otra cosa que los católicos debemos saber y lo resumió Luis Claude de Saint Martin en su libro el hombre espíritu, con estás palabras:
Escritores de un gran talento han tratado de enseñarnos los efectos gloriosos del cristianismo. Pero aunque se lean sus mejores obras con una gran admiración, no se encontrará allí lo que su autor trataba de demostrar, a mi entender, viendo que reemplazaban muchas veces los principios por juegos ingeniosos de elocuencia, e incluso, si lo deseamos, por la poesía; yo no los leo más que con la más extrema de las precauciones. Sin embargo, si hago algunas reseñas sobre sus escritos, no es ciertamente ni como un ateo ni un incrédulo como oso permitírmelo. He combatido mucho tiempo a los mismos enemigos que atacan estos autores con valor, y mis principios en este género me han hecho con la edad adquirir mayor consistencia.
No es tampoco, por otra parte, ni como literato ni como erudito la forma en que ofreceré mis observaciones, aunque deje sobre estos dos puntos las ventajas de que no carecen. Es como aficionado a la filosofía divina la manera en que me presentaré en la lid, y bajo este título no deben despreciarse las reflexiones de un colega que, como ellos, ama por encima de todo lo que es verdad.
El principal reproche que les hago es el de confundir en todos los puntos el cristianismo con el catolicismo; lo que hace que su idea fundamental, no poseyendo el suficiente aplomo, la ofrecen necesariamente en su camino hacia un traqueteo fatigante para los que quisieran seguirles, pero que están acostumbrados a marchas sobre caminos mejor pavimentados. [...]
El verdadero cristianismo es no solamente anterior al catolicismo, sino incluso al propio término «cristianismo». El nombre de cristiano no figura ni una sola vez en el Evangelio, pero el espíritu que corresponde a este término queda muy claramente expresado, y consiste, según San Juan (I, 12) en el poder de llegar a ser hijos de Dios; y el espíritu de los hijos de Dios o de los Apóstoles del Cristo y de los que han creído en él es (según San Marcos, XVI, 20) que el Señor coopere con ellos y que confirme sus palabras con los milagros que las acompañen. Bajo este punto de vista, para encontrarse realmente en el seno del cristianismo es necesario estar unido en espíritu al Señor y haber consumado la completa alianza con él.
En relación con esto, el verdadero genio del cristianismo sería menos el constituir una religión que el término y lugar de reposo de todas las religiones y todos los caminos laboriosos, a través de los cuales la fe de los hombres y la necesidad de purgarse de sus faltas les obliga a caminar diariamente.
De esta forma, existe algo muy destacable, que en los cuatro Evangelios, que descansan en el espíritu del verdadero cristianismo, la palabra religión no se menciona ni una sola vez y que, en los escritos de los apóstoles que completan el nuevo testamento, sólo se menciona cuatro veces: una en los Hechos (XXVI, 5), en donde el autor se refiere a la religión judía; la segunda en los Colosenses (II, 18), donde el autor se limita a condenar el culto o la religión de los ángeles; la tercera y cuarta figuran en la Epístola de Santiago (I, 26 y 27), donde dice simplemente: 1) aquel que no reprime su lengua y libra su corazón a la seducción, no posee más que una religión vana, y 2) la religión pura y sin mácula consiste en visitar a los huérfanos y las viudas en sus aflicciones y guardarse de la corrupción del siglo; ejemplos a través de los cuales el cristianismo parece tender más hacia una sublimidad divina o hacia el lugar de reposo que a revestirse de los colores que acostumbramos a denominar religión.
He aquí un cuadro de las diferencias entre el cristianismo y el catolicismo.
El cristianismo no es sino el espíritu de Jesucristo en su plenitud, y una vez que este divino reparador ha realizado todos los grados de su misión, que empezó a cumplir en el mismo momento en que se produjo la caída del hombre, prometiéndole que la raza de la mujer aplastaría la cabeza de la serpiente. El cristianismo es el complemento del sacerdocio de Melquisedec; es el alma del Evangelio, es el que hace circular en dicho Evangelio todas las aguas vivas de las que las naciones tienen necesidad para liberarse.
El catolicismo, al que corresponde propiamente el título de religión, es la vía de pruebas y trabajos precisos para llegar al cristianismo.
El cristianismo es la religión de la liberación y de la libertad; el catolicismo no es sino el seminario del cristianismo, la región en donde moran las reglas y disciplinas del neófito.
El cristianismo llena toda la tierra por igual con el espíritu de Dios; el catolicismo sólo llena una limitada región del globo, aunque su título lo presente como universal.
El cristianismo lleva nuestra fe hasta la región luminosa de la eterna palabra divina; el catolicismo limita esta fe en las fronteras de la palabra escrita o las tradiciones.
El cristianismo dilata y amplía el uso de nuestras facultades intelectuales; el catolicismo encierra y circunscribe el ejercicio de estas mismas facultades.
El cristianismo nos muestra a Dios al descubierto en el seno de nuestro ser, sin el recurso de formas y fórmulas; el catolicismo nos hace abandonar la relación con nosotros mismos para encontrar a Dios oculto bajo el aparato de las ceremonias. [...]
El cristianismo no hace ni monasterios ni anacoretas, porque no puede aislarse más de lo que lo hace la luz del sol, y de manera idéntica trata de difundir todo su esplendor. Es el catolicismo el que ha poblado los desiertos de solitarios, y las ciudades de comunidades religiosas, unos para dedicarse con mayor aprovechamiento a su salvación individual y los otros para ofrecer al mundo, que consideran corrompido, algunas imágenes de virtud y piedad que lo espabilarán de su letárgia.
El cristianismo no tiene ninguna secta, porque abarca la unidad, y siendo única, no puede dividirse consigo misma. El catolicismo ha visto nacer en su seno multitud de cismas y sectas que han ido incrementando el reino de la división, más que el dominio de la concordia, y este propio catolicismo, cuando se creyó en el más perfecto grado de pureza, apenas encuentra dos miembros de su fe que posean una creencia uniforme.
El cristianismo no ha hecho jamás cruzadas; la cruz invisible que lleva en su seno no tiene por finalidad más que el consuelo y la felicidad de todos los seres. Ha sido una falsa imitación de este cristianismo, por no decir más, el que ha inventado estas cruzadas, y ha sido inmediatamente el catolicismo quien las ha adoptado; pero es el fanatismo quien las ha dirigido, el jacobinismo quien las compuso y el anarquismo el que se puso a su frente, y por último el «bandolerismo» el que las ha realizado.
El cristianismo sólo le ha hecho la guerra al pecado; el catolicismo va por el sendero de las autoridades y las instituciones. El cristianismo no es más que la ley de la fe; el catolicismo es la fe de la ley.
El cristianismo es la instalación completa del alma del hombre en el rango de ministro y obrero del Señor; el catolicismo limita al hombre en el seno de su propia salud espiritual.
El cristianismo une sin cesar al hombre a Dios, como siendo, por su naturaleza, dos seres inseparables; el catolicismo, al utilizar en ocasiones el mismo lenguaje, nutre, sin embargo, al hombre de tantas formas que le hace perder de vista su objeto real y le hace adquirir, o incluso viciarse, en numerosos hábitos que no sirven siempre para el provecho de su verdadero avance. [...]
El cristianismo es una activa y perpetua inmolación espiritual y divina, sea del alma de Jesucristo, sea de la nuestra. El catolicismo, que descansa particularmente en la misa, no ofrece en ella más que una inmolación ostensible del cuerpo y sangre del Reparador. [...]
El cristianismo pertenece a la eternidad; el catolicismo es del tiempo.
El cristianismo es el término; el catolicismo, a pesar de la imponente majestad de sus solemnidades, y por encima de la santa magnificencia de sus admirables rezos, no es más que el medio.
Finalmente, es posible que existan muchos católicos que no sean capaces de juzgar todavía en qué consiste realmente el cristianismo; pero es imposible que un verdadero cristiano no se encuentre en estado de juzgar lo que es realmente el catolicismo y en qué consiste en realidad lo que libera al ser.
Creo que si la masonería se declarase religión tendría muchos menos problemas (además de reconocimiento a nivel estatal); además estoy seguro que algún Papa ya habría visistado alguna Logia y rezado alguna oración anodina refiriéndose a algún Gran Padre o similar; todo ello encuadrado -como no- dentro de un espíritu ecuménico posconciliar y tal y tal...
El problema es que entonces yo, agnóstico (que no ateo)no estaría y la nueva religión masónica solo sería centro de reunión de los que creen en lo mismo.
Reciban el simbólico Triple Abrazo Fraterno y el Ósculo de la Paz.
Estupendo articulo. Soy masón y me parece maravilloso que los católicos fijen su postura. Asi nos evitamos los malos entendidos.
Me encanta tambien que haya relatado tan detalladamente las condenas de su iglesia a la masoneria, jamas encontrara ni en el pasado ni en el futuro, ninguna condena nuestra hacia ninguna iglesia ni hacia nadie... es lo que tiene ser librepensador, que incluye la tolerancia incluso hacia los que no son tolerantes hacia uno.
Soy amigo de Oscar, el entrevistado, y puedo garantizar una a una (pese a que no estoy de acuerdo con sus declaraciones) que han sido honestas y veridicas.
Para acabar, lo unico que es la masoneria, y no toda, es laica, laica en el sentido sociopolitico del termino. Lo unico que pedimos es que la iglesia se financie por sus propios medios (que por cierto, corrientes internas de Vds, piden lo mismo) y sobre todo que la razón religiosa no sea razon de estado. Una explicacion mas clara de esto la pueden encontrar en: http://www.librepensador.es/p/ser-laicista.html
Una explicacion de lo que es la masoneria: http://www.masoneria.es
Saludos cordiales.
P.D. Que yo sea mason y Vds catolicos, no nos convierte en enemigos, solo somos personas que pensamos distinto en algunas cosas, casi todas superficiales, pero coincidimos en que es necesaria una regeneración etica de la sociedad
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EFG
Estoy de acuero en el hecho de que no somos enemigos. Sin embargo, las diferencias no creo que sean superficiales.
Sí que me he encontrado -de primera mano- con presidentes de logias de la federación a la que pertenece el Sr. De Alfonso, que claramente me han asegurado que son ateos; sin embargo, han jurado cierta innegable fe. ¿Perjurio? Estoy convencido de que sí.
Nuestra filosofía responde a una vocación social de fraternidad, sea cual sea el tiempo y el lugar en el que nos movamos a lo largo de la Historia. No defendemos dogmas, limitándonos a proponer la necesidad de la reflexión,concienciación personal y puesta en práctica de los valores éticos universales que se hallan tras la hojarasca de la multitud de dogmas, teorías y doctrinas que apelan a "lo trascendente" dando por supuesto que lo conocen de antemano y definiéndolo de una vez para siempre...En ese sentido, tienen cabida en la Masonería todos los hombres y mujeres libres y "de buenas costumbres", según reza en nuestros Estatutos fundacionales. Pero eso significa, para mi, que en conciencia un católico convencido debería realizar su búsqueda, de forma igualmente honrada, por sus propios cauces.
Por otra parte, subrayo que Oscar de Alfonso no representa a "la Masonería", sino, en todo caso, a su propia asociación u Obediencia o a sí mismo, cuando opina como individuo. Lo mismo cabe decir del muy cristiano "Eques ab Justus Cogitatione" y de mí, que rechazo el término "agnóstico" por ambiguo y prefiero reconocerme como ateo, puesto que ninguna definición antropomórfica de dios condiciona mi pensamiento.
Usted ha emitido su juicio en base a la documentación que ha presentado, ahora bien, la realidad es que en España y en todo el mundo hay muchos católicos masones, incluidos sacerdotes con diócesis propias. Esta es la realidad que ni usted ni el propio papa Bendicto XVI podrán cambiar.
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EFG
Pues si hay muchos católicos que son masones, la verdad es que debería saber qué son exactamente.
Desde el punto de vista religioso, creo que no se puede ser un buen cristiano siendo masón.
El Cardenal Ricado María Carles ofició una misa de funeral en una sede masónica hace años. Se ha vinculado a algunos Cardenales con la masonería. La masonería necesita del catolicismo para justificarse.
Y por favor, no traten de engañarnos con bonitas palabras sobre tolerancia y cosas así. Allí donde la masonería a ejercido de facto el poder -por ejemplo la II República Española o el Gobierno de Plutarco Calles en el México de los años 20- el terror y la persecución se ha desatado sobre la Iglesia Católica.
Que haya sacerdotes masones o que incluso pueda haber una logia en el mismo Vaticano no es de extrañar. También Jesús tuvo a su lado un Judas, y también las Escrituras apuntan que la Abominación de la Desolación ocupará el mismo trono de Dios. Nada nuevo bajo el sol.
Texto que sería del sr. Louis Claude. de Saint Martin, o inspirado en el.
Y se ve que ya no es solo posible, sino cierto, que existen tales cristianos liberados del catolicismo, que no saben juzgar que son gnósticos, y proceden como si ignoraran que sus conceptos ya fueron combatidos en los inicios -siglo II- del cristianismo católico, por San Irineo.
Pero en la experiencia histórica de la humanidad no son precisamente las persecuciones a católicos las que han dejado mayor huella, sino las llevadas a cabo por católicos, judíos y musulmanes (por lo que respecta al mundo llamado occidental), con hogueras y torturas o sin recurrir a ellas, contra la libertad de pensamiento. Desde Caín hasta ahora mismo.
Cordial saludo.
Aunque no he oído la susodicha entrevista, tengo muy claro que para ser masón regular, es indispensable creer en la existencia de un principio creador. Esto no significa ser católico, pues esa creencia la comparten diversas religiones. No obstante,
es la tal iglesia católica la que rechaza a la Masonería calificándola de diversas formas. la Masonería no se ocupa de la religión de sus miembros.
La Masonería respeta las creencias religiosas y las ideas politicas de sus miembros, que no se discuten por ser asuntos de la intimidad individual. por el contrario, la iglesia si acostumbra inmiscuirse en la intimidad de los individuos, y cuando lo requiere hace hasta lo imposible por interferir a su favor en asuntos de leyes y de gobierno. La iglesia debería preocuparse por proteger, preservar y expandir su doctrina, sin intervenir en asuntos de estado, de leyes, ni de gobierno.
El ser humano en su libertad de pensamiento es raro que encuentre la perfeccion y de acuerdo a las palabras del Maesto Jesus cuando le llevaron a la mujer adultera con el fin de colocarlo en la picota publica quienes se creian los seres mas puros y merecedores del Reino les dijo: "Quien este libre de culpa (o pecado) que lance la primera piedra o de aquelos dos que oraban en el Templo y uno decia sus cualidades y el cumplimiento de la Ley de Dios, mientras el otro quien se consideraba pecador oraba en silencio y solo pedia perdon" de estos clases de seres humanos esta lleno nuestro planeta de pecadores y fariseos que predican la Ley de Creador Dios Jehova, pero por dentro estan llemos de odio, pecado, falcedad, esta es la clase de personas que juramos ser.
Solo el hombre en su Yo Interior se logra conocer y sus faltas y pecados le atromentan su mente, alma o espiritu, sin dar muestras ineternas de arrepentimiento.
Señores enemigos de la Masoneria reflexionen si realmente tienen su conciencia limpia y no juzguen sin conocer el fondo le las cosas, la Masoneria esta abierta a todos los seres humanos sin distincion de fe, religion o creencia.
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EFG
Perdone porque sobre eso del tiempo milenario que tiene la masonería siempre olvido que Adán y Eva ya eran masones...
Cristo vino a ser la luz de aquellos que no podían ver, de aquellos que estaban en las tinieblas. Cristo es la luz de todos los hombres... Decir que los beneficios de la luz se circunscriben a los católicos es seguir estando ciego. Creerse salvado por una institución que ha demostrado su corrupción y su alejamiento real de Cristo durante centurias es una iniquidad. Llegará el día del juicio y cada cual será reconocido por sus obras y su bondad, y aquellos que hablaron en nombre de Cristo con intereses falsos y terrenales orirán de su boca: Apartaos de mí, pues no os reconozco...
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