Un amigo de Lolo - Donde nace la Luz

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Donde nace la Luz

Según sea el sentido que de lo espiritual tenga cada uno (si es profundo o es meramente superficial) el hecho mismo de buscar una luz que nos muestre el camino hacia el definitivo Reino de Dios puede ser demostración inequívoca de hasta qué punto es importante llevar a cabo tal labor. Es decir, la luz o es luz (con minúscula) y la tenemos como poco destacable o es Luz y, como tal, es fundamental para nuestra existencia.

¿Desde dónde nos movemos y existimos?

Los hijos de Dios, considerándonos como tales, nos sabemos en la mies del Señor y ocupamos muchos de los surcos que forman la misma. Esperamos la semilla y, con ella, el Agua Viva que nos dé la vida aquí y, luego, nos provea la eterna como don de nuestro Creador.

Pero, para que pueda fructificar en nosotros y que la boca hable de lo que nuestro corazón atesora, es necesario que una Luz, la Luz de Dios, dé fuerza a la semilla que se plantó en nosotros y que, tras el correspondiente crecimiento, seamos fruto que nuestro Creador recoja cuando crea que debe ser recogido.

No tenemos, tampoco, que hacer alarde de imaginación ni poner semblante de esfuerzo intelectual porque muchos otros, antecesores nuestros en la fe, han entendido muy bien el sentido de tal sentido espiritual. Así, por ejemplo, el Salmo 27 ya expresaba, y expresa que “El Señor es mi luz y mi salvación, a quién temeré?” Recoge, también, el evangelista San Juan (1 Jn 1,6) esto dicho por Jesús: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.

Por tanto, bien sabemos que la Luz está en Cristo, que es Cristo y que, por lo tanto, en Él tenemos el ejemplo a seguir. Y, así como aquellos Magos de Oriente siguieron una luz (cf. Mt 2, 1-11) que les condujo al Niño que había nacido en Belén, así nosotros mismos tenemos que buscar a Cristo cuando nos sentimos perdidos o recibir su llamada cuando nos quiera encontrar. Cristo es Luz y, por eso mismo, es la Luz que necesitamos para fructificar y que la semilla que Dios plantó cuando fuimos concebidos cumplió su misión de forma perfecta.

En realidad, la Luz nace de Dios y desde el Creador, a través de Jesucristo, se nos da habiéndose dado a cada uno desde la eternidad y para siempre. El caso es que los que sueñan con mundos mundanos y carnales y no tienen en su vida la presencia de lo espiritual no pueden comprender que nos podamos sentir surcos y que, en ellos plante Dios su semilla. Si somos mies lo somos porque somos mies y, por lo tanto, como tal campo, aptos para el trabajo de Sus trabajadores y aptos para recibir la Luz y, con ella, mirar hacia arriba, hacia lo vertical que nos lleva a Quien nos creó. Y su Luz, nacida del corazón de Dios, como faro que muestra hacia dónde debemos mirar y caminar y, también, qué es lo que queda fuera de su gozoso y benéfico influjo.

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán

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