Eppur si muove - ¿Se ha de parar los pies a los progres de la Iglesia católica?
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Recientemente se han producido dos hechos que, gozosamente para la Iglesia católica, demuestran que cuando nuestros pastores hacen lo que deben cumplen, simplemente, con su deber. Tanto en un caso como en el otro, los sujetos pasivos del resultado de la labor propia de quien puede hacer lo que debe, son personas que se han caracterizado, y se caracterizan, por ser demasiado muelles en materia de doctrina católica y hacer de su capa un sayo.
Sobre Juan José Tamayo y Andrés Torres Queiruga, teólogos de aquella manera, todos los que tienen que saberlo ya están en el conocimiento de que se les ha impedido extender su particular doctrina en dos lugares determinados. Y es un aviso que deberían tener en cuenta en lo sucesivo y, aunque sabemos que en nada les va a afectar, lo hecho (como diría aquel Gobernador romano que condenó a Cristo), hecho está.
Sin embargo, lo sucedido (que seguirá suscitando muchos artículos y comentarios) nos sirve, qué duda cabe, para plantear una pregunta que es la que da título al Eppur si muove de hoy: ¿Se ha de parar los pies a los progres de la Iglesia católica?
Para responder a la misma hay que partir de algo que es básico: vamos a considerar a los citados progres como pertenecientes, en efecto, a la Iglesia católica aún a sabiendas de que por lo que dicen, escriben y transmiten se les podía considerar pertenecientes a otra religión. Y esto lo hacemos así porque, de otra forma, no se podrá poner remedio a la aberración porque o son católicos y se les corrige y no lo son y se les echa. Así de claro.
Entonces… son católicos teólogos como Tamayo y Queiruga.
Ante lo que dicen, escriben y transmiten se pueden adoptar dos decisiones: hacer como si nada o tenerlo en cuenta y corregir, cuando sea necesario lo que sea necesario corregir.
Las consecuencias de una u otra opción están a la vista de cualquiera: de seguir la primera opción es más que posible que se difunda una teología muy apartada de la que se considera ortodoxa y, en consecuencia, muchos creyentes crezcan (decreciendo) en su fe creyendo lo que no deberían creer y perturbando su corazón. Y, como esto ya ha pasado y sigue pasando, no parece la mejor opción a seguir.
De optar, al contrario, por la segunda forma de actuar, aquellos de nuestros pastores que tienen legitimidad para hacer tal tipo de cosas o tomar determinadas actuaciones, deberían dar un paso adelante y no hacer como si estuvieran bailando la yenka que es, o era, un baile que consistía entre otras cosas en ir ora hacia delante ora hacia atrás para, en fin, quedarse en el mismo sito.
Entonces la jerarquía no puede hacer como si la cosa no fuera con ella porque, en realidad, aquí se juega mucho por seguir las opiniones que se vierten desde los cenáculos progres como, por ejemplo todo el ser de la Iglesia católica si se acepta lo que se dice por parte de quien quiere otra cosa manejable y light; se juega su esencia y su mismo futuro.
Es algo que, por supuesto, ni puede permitir quien no puede permitir tal cosa ni, tampoco, los católicos de a pié podemos quedarnos haciendo la estatua o el don Tancredo esperando, sin decir nada, para que alguien ponga remedio a tales desmanes.
Por otra parte, las normas están para cumplirlas. Y hay un Código de Derecho Canónico y hay muchas otras instancias que pueden determinar que cuando alguien hace de su capa un sayo hay que quitarle la capa y el sayo para que no se vista con una y otro y venga abrigado a la lucha por el Bien.
Creo, entonces que, en efecto, hay que parar los pies a los progres de la Iglesia católica antes de que el humo de Satanás que propagan acabe ahogando a la feligresía y hacer otra cosa, a lo mejor, puede acabar considerándose como un acto de complicidad.
Y, con franqueza, no vale la pena perderse por tales mimbres rotos que, en todo caso, sólo deforman el cesto que se hace.
Eleuterio Fernández Guzmán
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3 comentarios
Es un insulto y un engaño al Pueblo de Dios, dejar que pierdan a los Hijos del la Iglesia, por caminos de perdición.
Y humanamente hablando, es un insulto y una falta de respeto a la libertad, consentirles sus mentiras en la Iglesia, entre el pueblo que intenta ser fiel.
Si fueran honestos y coherentes, dejarían la Iglesia que tiene un credo y doctrina diferente a la suya, pues en ella son herejes (además de serlo por decir cosa contraria a la fe de la Iglesia Católica, la de Dios)
Creo que toda esa gente herética, progre o lo que sea, sólo serán parados por los obispos, en la medida que los obispos sean fieles y amen a Jesús, o sea, a la Iglesia. Y más fácil y mejor les será hacerlo si tienen el apoyo del pueblo fiel.
Lo que sí hemos de tener clarito todos es que algunas reglas de juego debe haber, por ejemplo que "Los exegetas católicos, y demás teólogos deben trabajar, aunando diligentemente sus fuerzas, para investigar y proponer las Letras divinas, bajo la vigilancia del Sagrado Magisterio" (Dei Verbum).
A partir de ahí me da igual que la falta de respeto y aceptación del magisterio venga por la derecha o la izquierda, el norte o el sur.
Las reglas de juego son las que son. Y las aplica quien debe hacerlo. No es tan complicado de entender.
UN SALUDO Y MI ORACIÓN.
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