Eppur si muove -¿El católico ha de estar en política?. Algo sobre los partidos católicos
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Se suele decir que la expresión de Cristo “Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” ha de suponer que la Iglesia católica, fundada por el Hijo de Dios, no puede tener relación alguna con la política y que, por eso mismo, no ha de ejercer influencia alguna en tal actividad pública.
Esto, sin embargo, puede llevar a la conclusión de que la unidad de vida según la cual no se puede ser una cosa en lo espiritual y otra distinta en la vida ordinaria no sería de aplicación en este muy particular caso.
Bien sabemos que una cosa es la institución misma que, como tal, no es recomendable entre en banderías políticas pero otra cosa muy distinta es la referida a los fieles católicos que, como se dicen, están en el siglo y, por eso mismo, son seglares. Aquí las cosas son muy, pero que muy, distintas.
Esto quiere decir que no es de imaginar que un sacerdote o un obispo se presente a unas elecciones sin antes haber dejado de ser sacerdote u obispo. Esto ya ha pasado (en España y fuera de España) y es lo más recomendable que, cuando una de tales personas quiere, como se dice, entrar en política, salga, al menos, de la función que estaba desarrollando en el seno de la Iglesia católica.
Al respecto de la necesidad de que el católico se manifieste en política como le corresponde, ha dicho recientemente el cardenal Norberto Rivera que “Cuando la autoridad se sale del marco legal desde donde puede y debe gobernar, no hay obligación de tributarle obediencia, y si se opone abiertamente a los derechos humanos fundamentales, entonces hay que negarle la obediencia” dejando más que claro que no se puede mirar para otro lado cuando desde el poder establecido, político como sabemos, se atenta contra la doctrina católica. Ni se puede ni se debe porque, además, insistió el cardenal citado, “debemos poner la obediencia a Dios por encima del respeto al césar“.
Pero, como es fácil pensar, si un católico no lo es sino en comunidad y, muy lejos de lo que se pretende aislándolo en la sociedad en la que vive como ser humano individual, no le corresponde a cada cual en solitario afrontar determinadas acciones políticas sino que deben ser grupos perfectamente formados en doctrina e ideología católicas los que ocupen el lugar que corresponde al catolicismo en una sociedad política como es en la que nos ha tocado vivir.
Es necesario, por lo tanto, que aquellos que saben defender la voluntad de Dios hagan lo posible para que no se produzca la desbandada de votos católicos y, lo que es peor, rompan su unidad de vida y se alojen en determinadas opciones políticas que, disimulando lo que en realidad son, no demuestran ser, para nada, católicas sino que, en todo caso, muestran una exterior supuestamente blanqueado como los fariseos a los que Jesús se refería llamándoles sepulcros blanqueados: falsedad católica sobre mentira mundana y liberal.
¿Qué tipo de opciones políticas católicas son, entonces, necesarias y necesitadas están de dar un paso adelante?
Pues lo escribió el P. Iraburu en su “Católicos y política – XXX. ¿Qué debemos hacer?, 16” y fue que “Un partido confesional católico debe combatir abiertamente contra la partitocracia vigente, el Estatismo totalitario, arrasador de las entidades intermedias, el atropello sistemático del principio de subsidiariedad, el antipatriotismo, la falsificación de la historia, de la cultura, del matrimonio y de la mujer; debe combatir el aborto y el divorcio, el egoísmo profesado unánimemente hacia las naciones pobres, la sujeción de la educación, de la judicatura, de las costumbres sociales a los dictámenes del poder político ejecutivo, etc. Y debe promover simétricamente una gran número de causas buenas y estimulantes. Solo un partido católico así podrá suscitar verdaderas vocaciones políticas católicas. Deo adiuvante.”
¿Es que alguien está dispuesto a no cumplir estos elementales puntos?
Por otra parte, resulta curioso y triste que no haya forma de que, ante una determinada convocatoria, los posibles partidos políticos que están de acuerdo en defender una serie de principios, valores y doctrina católicas no sean capaces de ponerse de acuerdo obligando, en muchos casos, a malgastar el voto de los católicos que, a lo mejor, les votarían. Debería, más de uno, dejar de mirarse el ombligo y mirar un poco más a la vida y sistema en el que vive.
A ser mundano también se llega si uno no se enfrenta a la mundanidad y que se queda mirando para otro lado cuando todo va hacia el abismo.
Eleuterio Fernández Guzmán
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3 comentarios
-O sea:
- Y por lo siendo en negocios del justo juicio de las políticas y sus gobiernos. Y del dictado del mandamiento de Dios recibido y emitido sobre estos; Tengase a bien en primar lo que al alma inmortal beneficie, antes, más y mejor, que lo que al cuerpo mortal perjudique.
Son varios los factores que influyen en la falta de despegue de los partidos cristianos. Por encima de la falta de unidad, influye el silenciamiento mediático constante que padecen. Hay gente que no sabe ni que existen, de hecho.
Desde luego, el partido que mejor conozco, el mío, Alternativa Española, ha hecho todo lo que ha podido para buscar esa unidad y para superar también los otros obstáculos, pero la tarea está siendo muy dura. Pido a los católicos que nos critican que no nos la compliquen más con críticas y acusaciones desde la barrera. El que quiera unidad y aumento de votos para nosotros, entonces que se una a nosotros y ayude (quien dice a AES, dice al partido cristiano que se prefiera). Siempre será bienvenido.
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